El fin de una era: la última lección de «Sexo en Nueva York»

Caterina Devesa A CORUÑA / LA VOZ

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Imagen de la película de Sexo en Nueva York
Imagen de la película de Sexo en Nueva York LVG

Amor romántico sí, pero más amor propio. Tras 25 años de risas, noviazgos y aventuras, Carrie Bradshaw y sus amigas nos recuerdan una vez más que la relación más importante es la que tenemos con nosotras mismas

04 sep 2025 . Actualizado a las 09:54 h.

«Al final, la relación más emocionante, difícil y significativa de todas es la que tienes contigo misma. Y si encuentras a alguien que te quiera como eres, bueno, ¡eso ya es fabuloso!». Con esa frase y la música de You’ve Got the Love, de Florence and the Machine, Sexo en Nueva York se despidió el 22 de febrero del 2004 tras seis temporadas de éxito. Ahora, 21 años después, Sarah Jessica Parker dijo adiós, al parecer de forma definitiva (nunca se sabe), a Carrie Bradshaw. Lo hizo con polémica, con un episodio en la línea de todo el reboot, pero con una frase que cierra el círculo de la serie original. «La mujer se dio cuenta de que no estaba sola, estaba por su cuenta», termina Carrie escribiendo frente a su ordenador. Lo hace después de decirle a Charlotte que ha asumido que va a estar sola lo que le queda de vida y que no pasa nada. Porque desde que comenzó la serie, el mensaje fue claro: no necesitas a un hombre para tener una vida completa, aunque al final de la producción original las cuatro amigas terminaron con pareja.

La continuación de las aventuras de Carrie, Charlotte York (Kristin Davis) y Miranda Hobbes (Cynthia Nixon), pero sin Samantha Jones (Kim Cattrall) nunca convenció, pero el público, deseoso de reencontrarse con las chicas, siguió al pie del cañón desde su lanzamiento. Antes de And Just Like That hubo dos películas. La primera ponía el broche de oro a los mil años de relación de Carrie y Big, con una boda sencilla tras superar una ruptura provocada por organizar una a lo royal y en la que los famosos Manolo Blahnik cobraron todavía más protagonismo. El modelo Hangisi azul ha sido desde entonces uno de los más deseados por las novias de todo el mundo.

Esa cinta sí fue fiel al espíritu de toda la serie y dejó otros momentazos para el recuerdo. En ella Charlotte dio a luz a su segunda hija, la adopción de la primera, Lili, se confirma en el capítulo final de Sexo en Nueva York. Rompe aguas en un restaurante después de encontrarse por sorpresa con Big, al que quiere maldecir por el sufrimiento que provocó a su amiga. Además, la película nos devuelve a la Samantha soltera, corrigiendo el final de la serie, donde tras seis temporadas erigiéndola como la mujer independiente que no se enamora, termina con el guapo Smith Jerrod. Contradicciones para algunos, evolución para otros.

La pareja de rubios fue una de las más querida por el público. En el final de la producción original el actor regresa por sorpresa de un rodaje en Canadá solo para darle un beso en un momento en el que ella está pasándolo mal, recuperándose de un cáncer de mama. Consolidan así la pareja, que dura hasta la primera película cuando Samantha decide dejar Los Ángeles, adonde se mudó para que él continuase su carrera en el cine. «Me esforcé, te di cinco años y siete kilos. Te amo, pero me amo más a mí. Tengo una relación conmigo desde hace 49 años y necesito trabajar en eso», le dice antes de despedirse y regresar a Nueva York.

Ese «te amo, pero me amo más a mí misma» es la misma frase que usó años antes en otra ruptura, con el rico Richard Wright. La serie recupera de nuevo el mensaje que mantiene durante las seis temporadas y que ahora confirma el final de And Just Like That: quiérete a ti misma, puedes estar sola. Poderoso ahora y más en la década de los 90, cuando comenzó Sexo en Nueva York. Esa frase de Samantha, con la que se niega a dejar su vida por la de un hombre, sigue la línea de otra que dijo antes Carrie en uno de los episodios más recordados, en el que Big se compromete con Natasha: «Quizá algunas mujeres no están hechas para ser domesticadas. Tal vez solo necesiten correr libres hasta encontrar a alguien tan salvaje como ellas con quien correr».

Rompieron tabúes

Porque la serie, que emitió su primer capítulo en junio de 1998, no era solo risas, también exploró las relaciones entre mujeres, entre estas y los hombres, y habló de los perjuicios de la sociedad de entonces. Smith está al pie del cañón cuando Samantha tiene cáncer, al igual que lo están las chicas durante el divorcio de Charlotte de su primer marido, el cirujano plástico Trey MacDougal. El momento en el que se conocen, cuando el taxi en el que viaja él casi atropella a Charlotte, se traduce en un amor a primera vista para la enamoradiza neoyorquina, la que de las cuatro simboliza a la chica que persigue el cuento de hadas. Sin embargo, tras comenzar su relación y casarse, después de sugerirlo ella, su matrimonio empieza de una forma inusual a las historias de Disney que la galerista tiene idealizadas hasta que, finalmente, se rompe la pareja por la poca química que tienen en la cama. El divorcio definitivo llega en la cuarta temporada, cuando no logran arreglar sus diferencias respecto a la insistencia de Charlotte en tener hijos.

Sí se queda embarazada su amiga Miranda, la más escéptica. Lo hace tras una noche con su ex, Steve, al que habían quitado un testículo por un tumor. «Yo tengo los ovarios vagos, Carrie, y él solo tiene un huevo. ¿En qué mundo retorcido sale de eso un bebé?», dice Miranda tras conocer su estado ante una Charlotte devastada. Esa trama, con la que se han sentido identificadas muchas mujeres, deja otro de los grandes momentos: Miranda siguiendo a Charlotte por la calle por si ella la necesita. También la escena en la que esta finalmente decide seguir adelante y Charlotte comenta emocionada que van a tener un bebé.

Todo esto ocurre en el inicio de los 2000, cuando hablar del aborto era tabú. También lo era mostrarse vulnerable, como lo hace Samantha en una gala contra el cáncer en la que se quita la peluca. Y, por supuesto, lo era que las mujeres hablasen de sexo. De hecho, en un capítulo se preguntan con cuántos hombres hay que acostarse para ser considerada una puta. «No soy una santa ni tampoco una puta. Soy tu mujer, soy sexual y te quiero», dice Charlotte en otro episodio a su primer marido. Todas estas lecciones las deja Sexo en Nueva York en capítulos de menos de media hora en los que las risas no faltan, pero eso no debe confundir a nadie: la serie no es ni de lejos tonta, como tampoco lo son ninguna de sus cuatro protagonistas: mujeres independientes, trabajadoras que viven libremente su sexualidad y, sí, buscan el amor (unas más que otras). ¿Y quién no? Nunca pasarán de moda.