Natalia Maquieira: «Si queremos que en redes nos traten como personas, hay que mostrarse como tal, por eso conté mi depresión»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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Natalia, durante una sesión de fotos en Pontevedra.
Natalia, durante una sesión de fotos en Pontevedra. @jakeandclaud

Después de 15 años en redes y de haber compartido partes de su vida tan personales como su enfermedad o su divorcio, la gallega hace balance de cómo ha cambiado el entorno digital en el último decenio

14 oct 2025 . Actualizado a las 11:01 h.

Cuando Natalia Maquieira (Pontevedra, 1989) empezó en redes casi no había ni redes. Era el año 2010, ella estudiaba Derecho, quería ser jueza y comenzó publicando en pasoapasoblog, un portal de moda, cuando los contenidos se subían a aquello que ambiguamente se llamaba internet. Hoy suma quince años en redes sociales y casi 270.000 seguidores en Instagram.

Reconoce que nunca pensó que aquel «internet» podrían llegar a brindarle «tantas oportunidades», pero también es consciente de que todo ha cambiado: el contenido, el continente y el público. El entorno digital en el que compartía sus fotos y vídeos en sus inicios poco o nada tiene que ver con el actual. Con unas redes cada vez más profesionalizadas, Natalia explica que ya no sirve cualquier cosa. «Ahora todo requiere mucho más tiempo de preparación, pero a la vez se exige más inmediatez», reflexiona.

También ha cambiado la audiencia, mucho más numerosa y, al mismo tiempo, mucho más crítica: «Creo que antes había más educación que ahora en redes. En eso, hemos ido para atrás», lamenta. Explica que, en este sentido, la pandemia fue un punto de inflexión. «Eso de que el covid nos iba a convertir en mejores personas, creo que ha resultado ser todo lo contrario», alega.

«Creo que antes había más educación que ahora en redes. En eso, hemos ido para atrás»

A pesar de todo, se considera afortunada porque ella cuenta con una comunidad «muy sana» y de la que está «muy orgullosa». Por eso, asegura que los comentarios negativos que le llegan son una minoría: «Recibo muy poco hate, más allá de cuatro o cinco personas que puedan estar un poco más tristes con su vida y quieran pagarlo conmigo». Esas personas, explica, suelen ser ajenas a su comunidad. «Normalmente proceden de gente que no me conoce, que llega a mi perfil porque se viraliza algún vídeo mío o que se imagina una vida sin saber cómo es la mía», argumenta. «Son gente que no tiene contexto, es la crítica por la crítica», añade.

Depresión y divorcio

Asegura con firmeza que no le gusta publicar «más de lo debido» sobre su vida personal. «Siempre he sido muy celosa de mi intimidad en redes y he marcado mucho qué quería compartir y qué no», deja claro. «Mi vida no es morbosa —continúa—, tengo una vida normal, como la de cualquier persona». Aun así, a lo largo de todos estos años Natalia ha compartido en redes algunos de los momentos más alegres de su vida, pero también de los más amargos.

Compartió su boda, y también su divorcio. «Me costó contarlo porque eso no es moda, no es decoración, no son viajes y no es mi contenido», explica. Pero, en cierto modo, cree que se lo debía a sus seguidores: «Entendí que, si en su día compartí y enseñé mi boda y mostré al que era mi pareja como parte de mi vida, también era justo compartir que empezaba una nueva etapa para nuestras vidas», argumenta.

Otro de los tragos que hizo público fue su depresión. En el 2023 compartía con sus seguidores que ese había sido el diagnóstico y que estaba intentando salir de ella. De nuevo, creía que de alguna manera era su obligación comunicarlo. «Sentía que en redes no estaba compartiendo de la misma manera y no estaba siendo la misma persona. Pero era mi trabajo y tenía que justificarme de alguna manera», argumenta.

Pero no solo fue para justificarse. Compartiendo su depresión, buscaba también usar su altavoz para normalizar situaciones a las que no se les suele dar tanta visibilidad. «Si lo que queremos es que se nos trate como personas y no como robots, también tenemos que demostrar que somos personas», sentencia. «De cara a la galería daba la sensación de que todo estaba como siempre, cuando yo estaba hundida. No me parecía justo, siempre he querido ser muy transparente», añade.

Su negocio

Natalia dice que es «muy gallega» y, sobre todo, «muy pontevedresa». Aunque no descarta vivir un tiempo fuera, tanto a corto como a largo plazo se ve en casa. «Mi idea es jubilarme en Pontevedra y ahora mismo tengo que estar aquí, porque aquí están mis negocios y mis perros», explica.

Por eso, uno de sus grandes proyectos vitales están en su ciudad natal. Es su local de hostelería, Limón Brunch, desde el que, precisamente, atiende a la entrevista. «Yo siempre he sido amante del café, pero no solo monté Limón por puro egoísmo y por el capricho de tener un sitio en el que disfrutar de un buen brunch y un buen café cerca de casa, sino para que la gente de mi ciudad también pudiese disfrutarlo», cuenta.

Una de las últimas veces que se hizo viral fue, precisamente, por algo relacionado con Limón, cuando invitó a sus trabajadores a la Warner. «No creo en un modelo de negocio únicamente con empleados, sino que creo que hay que hacer equipo», dice. Y «hacer equipo», explica, pasa por «poder conocerse fuera del trabajo y pasar tiempo juntos en otro sitio». «Supone un valor añadido. Es invertir en tu propio negocio, en las personas que te ayudan a sacarlo adelante», concluye.