«En cuanto me tocó la lotería, lo primero que pensé fue viajar a Japón»

Amara Santos REDACCIÓN / LA VOZ

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La gallega Mimi Lavandeira cumplió el sueño de disfrutar dos meses en Japón tras la fortuna de que le tocara un décimo premiado en Navidad. Repartió el tiempo entre Tokio, Osaka y la zona rural de Gifu

17 oct 2025 . Actualizado a las 20:29 h.

Una participación de lotería puede cumplir sueños y eso lo sabe bien la coruñesa Mimi Lavandeira, de 32 años, que se inició en redes sociales con YouTube, donde se convirtió en un rostro cada vez más conocido, y que recientemente ha podido vivir una experiencia que llevaba toda la vida esperando gracias a la fortuna.

Admite su fascinación por la creación de contenido y sobre todo lo que tenga que ver con lifestyle, maquillaje, viajes o videojuegos. Desde que estudiaba la carrera, que nada tiene que ver con este entorno digital, siempre le llamó mucho la atención la comunicación, la fotografía y la edición de vídeo, por eso pasó años subiendo vídeos semanalmente.

«Me fascina la creación de contenido, más como consumidora que como creadora por falta de tiempo, pero siempre acabo saciando mi gusanillo creativo subiendo alguna cosita a Instagram, TikTok…», detalla.

Su sueño desde que tiene memoria siempre fue viajar a Japón. «De niña ya soñaba con ello, me enganché al anime viendo Dragon Ball en la TVG como tantísimos niños de los noventa, pero para mí ha sido una afición que no he abandonado nunca», explica. Lo que empezó con el anime y el manga se convirtió en muchísimo interés por su cultura, por lo que también lleva aprendiendo japonés desde el 2017 de manera intermitente.

Como cultura, se siente muy alineada con el pensamiento japonés en muchos aspectos. «Me siento muy cómoda con su disciplina, con sus valores, con su historia...», asegura, a lo que añade que todas sus expectativas se cumplieron cuando pisó este país. Incluso en su piel luce su orgullo por Japón, concretamente con tatuajes temáticos realizados en un estudio de Osaka, aunque es consciente de que es un tema complejo «porque están todavía muy asociados a la mafia japonesa, la Yakuza (durante cientos de años se castigó a los delincuentes con tatuajes a modo de marcas visibles de deshonra y vergüenza)», detalla.

TATUAJES Y TELETRABAJO

Mimi subraya que en Japón vio muchos estudios de tatuajes en cada vez más zonas de uso común como los Onsen (baños termales japoneses), habilitados a su vez para personas tatuadas (en muchos se sigue prohibiendo la entrada a gente con tatuajes). Ella se tatuó con una tatuadora local y luce en su brazo un amuleto con forma de cascabeles, que están colgados de una cuerda en color tsu, el rojo-anaranjado que se utiliza para los templos y santuarios.

Viajar por fin a Japón lo consiguió hace unos meses, impulsada en gran parte por el premio de lotería que recibió inesperadamente y que provocó una lluvia de millones en A Coruña gracias a la lotería de Gatocán (refugio de varios centenares de animales en Coirós). «Fue un cúmulo de sensaciones muy grande porque nunca he comprado lotería, solamente la participación de Gatocán porque es la protectora donde adopté a uno de mis dos gatos», explica.

El día de la lotería incluso se enteró por WhatsApp de que le había tocado por un mensaje de su mejor amigo. «Para mí fue una alegría enorme, pero estaba también muy feliz de pensar que eso era un golpe de suerte para los animales de esa asociación», cuenta. Reconoce que con esta excelente noticia el viaje a Japón fue lo primero en lo que pensó, aunque aún tardó un año y medio en ir desde que le tocó la lotería. Su experiencia japonesa duró varios meses: un mes en Tokio, otro en Osaka y una última semana por el rural, en Gifu.

El primer mes fue a una academia en Akihabara, aunque aprovechó sus tardes y días libres para visitar absolutamente todo lo que pudo como Yokohama, Kamakura, Nikko, el Monte Fuji, Nikko, Nara, Kobe, Uji, Kioto, Gero, Gujo, Shirakawago o Takayama.

«Fue increíble», resume aún impresionada por lo vivido, aunque esta experiencia única tuvo que compaginarla con su trabajo, ya que al teletrabajar en el horario de España, empezaba a las 15.00 horas por la tarde y terminaba a la una de la madrugada. «Soy francamente afortunada por haberlo podido vivir así», asegura. En el avión de vuelta, repasando su galería comprobó que sacó 9.166 fotos, visitó 36 santuarios, probó 22 matchas diferentes y caminó 857.814 pasos.

REGRESO SOÑADO EN OTOÑO

«Ahora me parece una locura, pero lo que le digo a todo el mundo es que para mí, esos dos meses fueron como dos días. Hay tantas cosas que me sorprendieron que me cuesta quedarme con una sola y me hubiera encantado quedarme un mes más (ya que es lo máximo que se puede extender el visado de turista)», afirma. Cumplió en este ansiado viaje otro de sus deseos, que era conocer Japón en época de Sakura, cuando se produce el florecimiento de los árboles de cerezo, porque casualmente coincide con su cumpleaños.

«Seguramente, cumplir años paseando en kimono por Asakusa sea uno de los recuerdos más mágicos que tendré nunca, pero quiero volver para crear otros nuevos. Me encantaría regresar en momiji, cuando el país se tiñe de naranja con el otoño, porque tiene que ser espectacular», vaticina, a la vez que deja claro que si solo pudiera volver una vez más escogería el otoño por ese motivo.

La coruñesa ha dejado pendiente numerosas prefecturas (47 jurisdicciones territoriales que integran el país) que visitar y pokefutas (tapas de alcantarilla con personajes de Pokémon) que encontrar.