Teresa Suárez Agrasar, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Galicia: «El vecino que deje solo al perro en casa ladrando todo el día se expone a una denuncia»

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Teresa Suárez Agrasar, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Galicia.
Teresa Suárez Agrasar, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Galicia. ANGEL MANSO

Realizamos un chequeo a las comunidades para saber cómo es el perfil del vecino gallego y cuáles son los principales conflictos. «La mayoría de los problemas giran en torno al dinero», indica esta experta

17 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

L os líos y los problemas entre vecinos están siempre a la orden del día. Que si el del tercero hace mucho ruido a horas intempestivas, que si el del cuarto aparca en mi plaza de garaje sin permiso, que si la del quinto sacude los manteles y alfombras al patio comunitario, que si el del segundo no quiere pagar derramas... La lista es interminable porque casi todos vivimos nuestro particular Aquí no hay quien viva en nuestro edificio. Para hablar precisamente de hasta dónde llegan nuestros derechos y nuestras obligaciones, hablamos con Teresa Suárez Agrasar, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Galicia. Ellos también se encuentran en la diana de todas nuestras quejas.

—No envidio nada tu trabajo...

—Sí, tenemos un componente de estrés importante, porque la gente no sabe cuáles son nuestras funciones. Y siempre parece que somos el saco donde descargar todas las frustraciones que tienen. Pero dentro de eso, como todos los trabajos, si al final lo sabes gestionar puede ser hasta atractivo, fíjate lo que te digo.

—¿En qué sentido?

—Nunca haces dos cosas iguales. Y luego tienes la oportunidad de relacionarte con todo tipo de personas. Ten en cuenta que el 80 % de la población vive en una comunidad de propietarios. Y dentro de ella, hay de todo. Desde el tímido hasta el agresivo, también las buenas personas, el dominante... La clave está en saber gestionar cada una de estas situaciones. A veces, es muy ingrato. Pero también lo es estar detrás de una caja registradora ocho horas al día o en una cabina de una autopista. Hay muchas cosas que son ingratas.

—Las comunidades son muchas veces como una especie de «Aquí no hay quien viva», ¿no?

—Sí, cada comunidad es un microcosmos. Y son los propietarios los que son nuestros clientes exclusivamente, pero luego tenemos que lidiar con toda la comunidad, que es todo eso que esté dentro del edificio: inquilinos, propietarios, okupas profesionales, empresarios que tienen una actividad dentro del edificio... Es un reto.

—Acabas de mencionar a los okupas, ¿estáis notando un incremento de casos?

—Sabemos que en Madrid y en Barcelona está a la orden del día. Pero en Galicia no es tan relevante. Sí tenemos situaciones de okupas que son puntuales. No es gente que tenga necesidad de vivienda, pero quiere que le salga gratis. Están perfectamente organizados y saben dónde meterse y dónde van a tener menos dificultades. Tenemos más problemas quizás con los inquiokupas, que son aquellos que entran legalmente en una vivienda porque tienen un contrato de alquiler y en un momento dado dejan de pagar, con razón o sin ella. Y eso sí que causa muchos problemas. De eso se ven muchos casos, aunque en Galicia no está teniendo una repercusión tan grande como sucede en las grandes ciudades. Pero cada vez se están dando más, porque ellos saben que tienen la ley de su mano. Y para echarlos, puedes tardar entre dos y tres años. Con lo cual, es tiempo que ganan sin tener que pagar nada.

—¿Cuáles son los principales problemas en las comunidades de vecinos?

—Son muchísimos. Pero lo puedo resumir en tres. El primero, el dinero a la hora de decidir si hay que afrontar una reforma, cómo hay que pagarla, si alguien debe dinero, cómo reclamárselo, si hay que establecer nuevas cuotas de mantenimiento... Los mayores problemas giran alrededor del dinero. Luego, podría decirte la convivencia. Si tienen mascotas, si no las tienen, el tipo de mascotas, el uso que hacen las mascotas de los elementos comunes. Y no te digo nada si encima hay zonas de esparcimiento como jardines, piscinas o canchas de tenis. La convivencia también es un problema importante. Y en este apartado, está la relación que se establece entre propietarios e inquilinos que, a lo mejor, no tienen las mismas costumbres que nosotros. Cada uno tiene sus costumbres, que no son ni mejores ni peores, son las suyas, pero encajar todo eso dentro de una comunidad de propietarios tradicional es complicado.

—¿Y las viviendas de uso turístico?

—En Galicia hay un efecto espejo. Hay mucho problema con ellas en las grandes ciudades, pero nosotros tenemos un tirón turístico muy concreto y centrado a los meses de julio y agosto. Entonces, como es un tema que está continuamente en la prensa, la gente se adelanta y te pregunta si se pueden prohibir las viviendas de uso turístico en su comunidad.

—¿Se puede?

—Sí, con una mayoría de tres quintos. Pero si les preguntas si tienen algún caso en el edificio, te responden que no, pero por si acaso... Quieren poner el parche antes de la herida. Porque lo que se publicita es que siempre hay problemas de convivencia y un trasiego continuo de personas en el portal. Y los problemas que puede ocasionar una vivienda de uso turístico en una comunidad son mucho más fáciles de atajar que los que puede dar un inquilino tradicional. Porque uno de uso turístico tiene que reunir una serie de requisitos y hay un registro tanto en la Xunta como en el registro de la propiedad. Y como te molesten mucho o alteren la convivencia, tiras de ese listado y presentas denuncia y es mano de santo, le retiran la autorización. Entonces, si hay problemas, son mucho más fáciles de atajar. Puedes tener problemas de convivencia un fin de semana, una semana, un mes si me apuras, pero lo solucionas.

—Respecto a las mirillas de nuestra puerta con cámaras de vigilancia, ¿es legal instalarlas? Hubo una sentencia en contra de ellas...

—Las que están autorizadas son aquellas que solo enfocan lo que tienes delante de tu puerta, y que además no guarden la imagen, que no graben.

—¿Pero el vecino cómo sabe si graba o no y si le están controlando las entradas y las salidas que hace de su casa?

—Si guarda la imagen está prohibido, salvo que la comunidad apruebe grabar las zonas comunes por una mayoría de tres quintos. Dentro de tu vivienda, lógicamente, no se puede meter. Pero si la comunidad aprueba la instalación de cámaras, tiene que seguir toda la hoja de ruta de la Ley de Protección de Datos. Hay que poner carteles anunciando que hay cámaras, no pueden enfocar a la calle, solo pueden enfocar a zonas comunitarias. Y luego el uso que se haga de esas grabaciones tiene que estar predeterminado. Pero dentro de la mirilla de tu casa, la única que está autorizada es aquella que tú puedes ver incluso desde el móvil si quieres, que enfoca única y exclusivamente la imagen que se ve desde la mirilla. Que si estás en la oficina y alguien llama a tu puerta, puedas ver quién es. Pero solo puedes ver a la persona que tienes delante.

—¿Los ruidos de los niños molestan más a los vecinos que los de los perros?

—No, normalmente molestan más los perros. Pero el problema de los perros son los dueños que, a lo mejor, los dejan solos todo el día y eso puede crear conflicto. Porque el perro puede pasar el día ladrando. Eso sí causa problemas, en especial si hay gente enferma o que está teletrabajando. Los dueños de las mascotas tienen que velar por que ese perro esté atendido. Si el animal hace sus necesidades en el portal, deben recogerlas. Tienen que tener la precaución de que, dependiendo del tipo de animal, vean si puede subir en el ascensor. No es lo mismo subir en el ascensor con un perro chiquitito que subir con un mastín.

—¿La comunidad puede prohibir la presencia de animales?

—Puede prohibirla, pero ahí se enfrenta al derecho que tiene el propietario de tener animales en su casa. Hace unos años una comunidad en Sada los tenía prohibidos en sus estatutos, pues esto acabó en el juzgado y ganó el derecho del propietario. Y ahora, con la Ley del Bienestar Animal, si hay molestias en las comunidades por dejar a los perros solos y el animal se pasa todo el día ladrando, hay un teléfono de la Xunta al que puedes llamar para denunciar la situación. Y para ese propietario va a haber unas consecuencias.

—Las derramas son otro caballo de Troya de las comunidades...

—Sí, un caballo de Troya importante. Forman parte del conflicto del dinero que hablábamos antes. Ahora hay muchísimos edificios en Galicia que tienen que hacer su informe de evaluación del edificio por tener más de 50 años y la mayoría no cumplen, por lo que deben hacer reformas importantes. Porque como no han hecho nada en 50 o 60 años, luego tienen que hacerlo todo junto. Esas reformas no pasan por arreglos puntuales. Pasan por atenerse a la normativa europea que tendremos que cumplir antes del 2030 y son reformas bajo el paraguas de la eficiencia energética. Todo lo que es el envolvente de la cubierta, las fachadas, deberían ya reunir requisitos de eficiencia energética. Y esto dispara completamente los presupuestos. Si a eso le unes que hay poquísimas empresas de construcción, el precio sube exponencialmente. Muchas veces hay edificios que se ven abocados a dejar de cumplir la normativa porque no tienen dinero para hacer frente a una reparación tan costosa.

—¿Cómo es el vecino gallego?

—El vecino gallego es cumplidor ante todo. No es una persona conflictiva, en general. Y es pagador. Tenemos un índice de morosidad mucho menor que en otras zonas de España. Y luego, también es desconfiado. Siempre cree que hay algo detrás de alguna cosa. Pero, en general, es buena persona.

—¿Hay mucho metiche en las comunidades?

—El vive y deja vivir es la tónica general de muchos, pero con que haya uno solo que no la cumpla... siempre hay uno más inquisitivo y más exigente que el resto. Y la mayoría de las veces se le deja hacer solamente por no escucharlo.