El pueblo portugués que compite con Vigo en Navidad

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Águeda, cerca de Oporto, gana cada año popularidad entre los destinos más deseados para las fiestas navideñas en Portugal, gracias a sus descomunales árbol y Papá Noel, que atraen a miles de personas

14 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada año, resurge la pregunta: ¿importa el tamaño en la Navidad? Y cada año, las propuestas festivas de distintas localidades parecen indicar que sí, que importa y mucho. Lo confirman éxitos, en forma de afluencia de visitantes, como los de Águeda y Ermesinde, a escasos kilómetros de Oporto. Las dos localidades se suman, poco a poco, a otros pueblos de una tradición navideña ya reconocida, como Óbidos, Bragança, Covilhã y Penamacor.

En ambos casos, la idea empezó poco a poco, para reforzar un alumbrado navideño que dinamizara el comercio local y atrajera a visitantes. «Vimos que algunos municipios apostaban por esto, fuimos dando pasos pequeños y nunca reculamos», comenta el vicealcalde de Águeda, Edson Santos. «Trajimos el mayor Papá Noel del mundo hace ya diez años, y mantenemos ese récord. Además, fuimos adaptando los sombreros tradicionales a esta instalación y acabamos por crear algo muy distinto, por lo que empezamos a ser una referencia a nivel nacional. Ni nos lo imaginábamos hace 13 años, cuando todo empezó».

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Las decoraciones se amplían con un programa de actividades dirigidas a los niños, pero el verdadero as en la manga está bien escondido: «Se nos ocurrió también hacer el Papá Noel más pequeño del mundo. No conocemos otra figurita, de un Papá Noel con su saco, que quepa en el agujero de una aguja».

Con todo, Santos asegura que «no es una cuestión de tamaño», sino de todo lo que se ha generado en torno a este gran Papá Noel, de «cuánto lo disfruta la gente» y el dinamismo económico. «Estimamos que, en unos dos meses, llegan alrededor de un millón de personas; muchos pasan un día, pero cada vez son más los que pernoctan y hacen otras actividades».

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Sí lo ven como una cuestión de tamaño en Ermesinde: «No hay duda de que importa; veo otras ciudades de Europa comunicando esto mismo, y nosotros también lo debemos hacer. En este caso, es algo muy importante», dice Miguel Oliveira, el presidente de este municipio, perteneciente al ayuntamiento de Valongo.

Desde la lejanía, una pirámide cónica de 55 metros de alto señala el centro de esta freguesía, con un impresionante juego de luces de colores. La verdadera magia está en el interior, adonde los visitantes acceden para, de alguna manera, sentir que entran en la propia Navidad. El recinto se completa con un mercadillo navideño y una pequeña pista de patinaje sobre hielo. «Nosotros estamos seguros de que es el mayor de Europa, y solo conocemos uno más grande, en Río de Janeiro», reclama Olveira. Pero, como en el caso de Águeda, la oferta debe ir más allá; en este caso, con la pintoresca decoración del casco antiguo de Valongo, a escasos kilómetros. «Todo empezó en el 2017, cuando quisimos dinamizar el comercio tradicional», pero fue en los últimos años, con este gigantesco árbol, cuando los visitantes empezaron a llegar, según Oliveira.

TREN HISTÓRICO

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La experiencia completa pasa por tomar el tren histórico de Navidad: ya sea desde la céntrica estación de Oporto, São Bento, hasta Ermesinde, o desde la ciudad de Aveiro hasta Águeda. Son dos pequeñas rutas que delatan la aparición de algo más grande: recorridos navideños que atraen a turistas a toda la región. «Todavía tendríamos que aprender de España, donde eso ya está muy asentado», dice Oliveira. «Nosotros sí formamos parte de excursiones organizadas y hay grupos que paran aquí de camino a Fátima», comenta Santos. «Portugal se ha dado cuenta de la importancia del turismo de eventos y la Navidad encaja bien como producto turístico».