La anciana no subrogó a su debido tiempo el contrato de alquiler, firmado por su marido en 1967, y la familia propietaria de la vivienda le dio un plazo de dos años para abandonar la vivienda que tocaba a su fin
María tiene 88 años y ha estado a punto de perder su casa, donde vive desde hace más de 50 años por desahucio. A tan solo 13 días de ejecutarse, el equipo gaditano y la Fundación Cádiz han comprado el piso de María y le harán un contrato indefinido con la misma renta que estaba pagando.