Viernes, 24 de Octubre 2025, 10:56h
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Con la casquería pasa como con la política en estos tiempos. No hay sitio para los tibios. O eres tirio o troyano. O amas los callos o los aborreces. No hay palabra ni buena cazuela que puedan llegar a convertir a la fe casquera a quien no ha nacido con ese gen que nos hace disfrutar de la gelatina por encima de todas las cosas. Qué bien les vendría una buena ración a algunos de nuestros políticos, dicho sea de paso, una de esas cuya salsa bien trabada te deja los labios pegados. En boca cerrada no entran moscas ni salen tonterías. Cuántas bobadas nos podríamos ahorrar y hasta varias leyes y decretos innecesarios, de esos que se sacan de la manga para que parezca que se ganan los garbanzos.
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