Viernes, 31 de Octubre 2025, 11:34h
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Nos advertía Chesterton que, cuando alguien acompañaba su argumentación de cifras, es porque se dispone a deslizar una mentira. Y Mark Twain señalaba que existen tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Las cifras y las estadísticas, con su aura de asepsia científica, ofrecen siempre una fachada de respetabilidad, como si fueran verdades puras obtenidas en un laboratorio. Pero lo cierto es que la inmensa mayoría de las cifras que nos ofrecen son falsas (pensemos, por ejemplo, en las cifras dispares que brindan cada vez que se celebra una manifestación los organizadores y la autoridad gubernativa); y, en cuanto a las estadísticas, a nadie que no se chupe el dedo se le escapa que son herramientas concebidas para inducir o rectificar los hábitos y manipular las opiniones de las masas (pensemos, por ejemplo, en las 'encuestas de intención de voto' que a cada poco publican los medios de cretinización de masas, siempre halagüeñas o incitadoras para el negociado ideológico al que están adscritos).
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