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Desayuno de domingo con... Lorenzo Caprile: «Si no das una patada al suelo, no aguantas 30 años en esto: la clientela te come vivo»

Madrid, 1967. Soy modista y estoy disfrutando con la sexta temporada de 'Maestros de la costura' (TVE) y con la exposición 'La moda en la Casa de Alba', en el palacio de Liria, que he comisariado.

Javier Ocaña.

Martes, 05 de Marzo 2024

Tiempo de lectura: 2 min

XLSemanal. Qué bonita exposición: se pueden ver los trajes junto a los retratos de los personajes que los vestían.

Lorenzo Caprile. Está siendo un éxito: se inauguró en octubre y se ha prorrogado 45 días, hasta el 5 de mayo.

«La gente joven tiene una idea de este mundo un poquito Disney: en la vida real nadie te regala nada»

XL. Explíqueme cómo disfruta tanto en Maestros de la costura siendo el miembro del jurado que más broncas reparte.

L.C. Tampoco soy tan gruñón, luego soy el que más abrazo a los aspirantes. En mis venas no hay sangre española: mis padres son italianos, procedo de familias muy numerosas... Soy muy mediterráneo: muy de tocar, de abrazar.

XL. Pero si su padre nació en Madrid, como usted, que hace vida de barrio.

L.C. Quiero decir que soy de sangre caliente italiana. Pero María (Escoté), Palomo (Spain) y yo lo pasamos genial con Raquel (Sánchez Silva), que es como nuestra madre putativa, la que nos enseña a manejarnos en televisión.

XL. Desde que abrió su taller, hace 30 años, ha pasado por mil crisis de vocación.

L.C. La gente joven tiene una idea de este mundo un poquito Disney: en la vida real nadie te regala nada. Todo lo tienes que sudar y sacarte las castañas del fuego: es muy duro.

XL. ¿Tan mal lo ha pasado?

L.C. Sí, mantenerse es muy complicado: a veces las cuentas no salen. El de la moda es un mundo esquizofrénico y perverso. En su única entrevista, Balenciaga dijo: «Ha sido una vida de perros».

XL. ¿Usted nunca quiso saltar a la pasarela?

L.C. No, perdería mi libertad y, al envejecer, es fundamental mantenerse libre. Prefiero ser un microbio en la industria, con un taller que produce, como mucho, 150 trajes al año, que sacrificar mi libertad de criterio o deber favores. ¡Soy un espíritu libre!

XL. ¿Alguna clienta ha salido tarifando de su taller?

L.C. Muchas. Tengo muy mala fama, aunque ya el genio algo domado. De jovencito era mucho más insoportable; pero, a veces, si no das una patada en el suelo y te impones, no aguantas en esto 30 años: la clientela te come vivo.

XL. ¿Pagaría diez mil euros por un traje?

L.C. Para un día muy especial sí. Los talleres de modistería sobrevivimos porque existen las bodas a la española. El día que dejen de celebrarse por la Iglesia, cerraremos los talleres.

XL. ¿Sus clientas se casan por la Iglesia para lucir un Caprile o por el protocolo?

L.C. Yo soy muy religioso y quiero pensar que por recibir el sacramento y, luego, por el protocolo tan bonito que tiene y demás. Soy muy devoto del Cristo de Medinaceli, de san Judas Tadeo y de san Pancracio.


«Incluso el fin de semana: me despierto sobre las seis. No tomo nada sólido: si no, me entraría sueño. Así que me ducho y solo tomo un café americano».

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