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La vida de este cargo directivo, que lideró una tecnológica de Silicon Valley, Francisco Rábano, parece sacada de una película; ahora es un nómada, coach por el bienestar laboral tras sufrir episodios graves de ansiedad y estrés
06 may 2023 . Actualizado a las 17:25 h.La vida de Francisco Rábano parece sacada de una película. Sentado en la terraza de un bar, en pleno centro de Viveiro, este antiguo alto ejecutivo convertido en nómada y «coach» para el bienestar laboral, rememora cómo decidió dejar atrás una vida de éxito profesional liderando una empresa con sede, nada más y nada menos que de Silicon Valley, a decidir recorrer a pie los más de 5.000 kilómetros de costa que bordean la Península Ibérica.
—¿Cómo pasa un ejecutivo de éxito internacional a convertirse en un nómada que decide emprender esta aventura?
—Pues fue un cúmulo de circunstancias. Yo era muy feliz en mi trabajo, me encantaba lo que hacía. Pero también vivía sometido a mucho estrés. Tuve tres episodios de ansiedad graves que me hicieron replantearme todo. Necesitaba cambiar la manera en la que me relacionaba con el trabajo. Fue precisamente en un viaje a Galicia cuando descubrí otra forma de vida. Y no he parado.
—Actualmente lleva recorridos 4.520 kilómetros. ¿Cuánto tiempo le ha llevado realizar toda esta hazaña?
—Pues de los 12 meses iniciales que había planeado, ya van 16. He tenido que hacer paradas más largas por alguna lesión en los pies. Y estimo que todavía me quedan otros dos meses más para poner fin a este reto personal.
—Acaba de llegar a Viveiro, donde iniciará el tramo final de su trayecto, que terminará en Hondarribia. ¿Cómo afronta esta última etapa? ¿La está viviendo de forma diferente al resto?
—No pienso en el final. Es como intentar adivinar el futuro. Afronto lo que viene con ganas. Sin expectativas pero con expectación.
—¿De todos los sitios que ha podido visitar en su odisea particular, ¿cuál ha sido el tramo que más disfrutó?
—La verdad es que A Mariña me ha impresionado. No me esperaba para nada la belleza de sus paisajes, esa naturaleza agreste, y la amabilidad de la gente. Me han tratado muy bien, e incluso me reconocen por la calle.
—¿Cuál fue la mayor dificultad con la que se encontró durante todo este tiempo?
—Viajar solo siempre tiene sus dificultades. Al principio me venían todos los fantasmas: la soledad, el aburrimiento. Pero he aprendido a vivir con ellos. Y ahora estoy feliz. Lo único que echo de menos es a mi pareja.
—Además de publicar su viaje en redes, donde tiene una gran comunidad de seguidores, está aprovechando esta experiencia para reunirse con empresarios locales que pongan el foco en el desarrollo sostenible. ¿Nos puede contar algo más al respecto?
—Siempre he sido férreo defensor del comercio local. Vengo de ese mundo. Incluso cuando trabajaba como ejecutivo intentaba promocionar ese tipo de iniciativas. Creo que es fundamental darles visibilidad y apoyo. Y eso es lo que intento.
—También ha escrito un libro. Teletrabajo: autogestión y liderazgo de equipo. Y colabora con Linkedin como consultor y formador. ¿Cómo surgió la idea de convertirse en divulgador del bienestar laboral?
—Pues de mi propia experiencia. No quería que nadie más pasara por lo mismo. El coste del éxito profesional acabó con mi salud. Llegué a pesar 120 kilos. Creo que vivimos demasiado sometidos a la cultura del esfuerzo. Y que hay formas mucho más eficientes de gestionar equipos. Y eso intento enseñar en los cursos que imparto.
—¿Considera esta experiencia como un aprendizaje? ¿Qué es lo que más valora en la actualidad?
—Todas las experiencias lo son. pero esta especialmente. Nadie creía que lo lograra. Y mírame ahora, cada vez más cerca de llegar a los 5.000 kilómetros. He aprendido a valorar las pequeñas cosas, a ser feliz con menos.
—¿Qué le depara el futuro?
—No se donde voy a dormir, cómo voy a saber qué haré después.