Un café ya a 2,50 euros en A Mariña

J.A. RIBADEO / LA VOZ

A MARIÑA

Mario Guzmán | EFE

12 ago 2024 . Actualizado a las 13:39 h.

Entre las crónicas del verano no me resisto a meterme en un jardín, el del precio de las consumiciones que algunos hosteleros incrementan aprovechando la afluencia de turistas, con el consecuente mosqueo de los lugareños. Y no discuto el precio que ponen, porque cada uno es muy libre de cobrar lo que le parezca (ajustado a la ley, eso sí, esto es, a su tarifa de precios previamente establecida y expuesta) y más en una economía liberal donde el consumidor tiene el poder de elegir. En este jardín, más que opinar, voy a exponer y constatar una evidencia para que ustedes la juzguen.

Hace unos meses entrevisté a un hostelero que avanzaba que con el incremento de costes que estaban soportando y para ofrecer mejores salarios y condiciones laborales al personal sería preciso subir los precios, de modo que sin tardar mucho un café superaría con creces los tres euros. Era consciente de que perderían clientes, pero esa subida de precios era probablemente la única vía para prestigiar la hostelería, con la consecuencia de hacerla accesible cada vez a menos público.

Ese escenario aún está lejos, digámoslo claramente. Poco o nada se ve del turismo de calidad que anhela A Mariña. Pero en tanto, en algunas terrazas de la costa lucense el café ya se está cobrando a 2,50 euros. No fue en primera línea de playa, sino en un casco urbano, con galleta de cortesía incluida, sin más. La terraza y el establecimiento en cuestión estaba prácticamente lleno y goza de una muy alta asistencia, lo que quiere decir que la clientela la avala y con ella sus precios.

Sabida es la salmodia de los hosteleros: que si el personal, que si los costes, que si la temporalidad, los alquileres, la luz... Pero si no deja de sorprender que en una misma localidad en bares próximos haya diferencias de un euro o más en el precio de un café, no lo hace menos que una consumición en una terraza en Ribadeo cueste más que en plena Rúa das Flores, en el mismo corazón de una ciudad tan turística como Oporto. Y uno puede hablar mil maravillas de Ribadeo, pero Ribadeo no es Oporto.