José Joaquín Milans, coronel en la reserva afincado en Ribadeo tras 44 años de servicio: «Todas las guerras son absurdas»

José Francisco Alonso Quelle
j. alonso RIBADEO / LA VOZ

RIBADEO

Imagen actual, con su  hija
Imagen actual, con su hija

Participó en misiones en Irak, Líbano, Bosnia, Kosovo, Macedonia y Rumanía: «Siempre regresaba queriendo ser mejor persona»

26 dic 2022 . Actualizado a las 13:55 h.

Cuarenta y cuatro años de carrera militar activa, con participación en misiones en la guerra de la antigua Yugoslavia, en Bosnia, Kosovo y Macedonia, y después en los mismos escenarios una vez firmada la paz; en misiones en Irak y Líbano; en cuarteles generales multinacionales de la OTAN, como en Valencia, Florencia (Italia) y Rumanía... y al preguntarle no vacila un instante: «Todas las guerras son absurdas». José Joaquín Milans del Bosch (Madrid, 1958), estrechamente vinculado a la comarca mariñana -pasa temporadas en Ribadeo-, hace gala de una empatía y de una inquietud artística alejada del estereotipo (probablemente desfasado) del militar desgastado y anestesiado por la dura experiencia de la guerra. Es esa sensibilidad la que plasma ahora, ya en la reserva, en su perfil de Facebook con casi 25.000 seguidores, donde cuelga a diario fotografías con textos que, huyendo de la sensiblería fácil, inducen a la reflexión.

Imagen actual, de coronel en la reserva
Imagen actual, de coronel en la reserva

José Joaquín Milans del Bosch lleva con orgullo su apellido, «Quise ser militar desde muy pequeño porque en mi familia era la vida que veía y que me contaban de mis tíos, abuelos, bisabuelos que habían sido militares. Por lo tanto, quise vestir el uniforme por vocación, porque me encantaba servir a mi país en esa institución armada y, cómo no, por tradición, porque lo llevaba en la sangre. Vocación y tradición, en ese orden». Un apellido con peso en la estirpe militar, con un reciente protagonista, su tío Jaime, por su papel el golpe de Estado del 23-F. José Joaquín no esquiva la cuestión: «Mi vínculo familiar con mi tío no me ha afectado en ningún momento, ni a favor ni en contra. Siento orgullo de llevar mi apellido».

De capitán, con su hija, a la que ha inculcado su pasión por Ribadeo
De capitán, con su hija, a la que ha inculcado su pasión por Ribadeo

Ingresó en el Ejército con 17 años y estuvo en activo hasta los 61. «Creo que una de mis cualidades es la generosidad y qué mayor generosidad que dar mi propia vida por cumplir las misiones que se nos encomiendan a los militares. Actualmente, por cumplir la edad reglamentaria, estoy en la situación de reserva, ya como coronel, aunque uno es militar toda su vida. No me arrepiento de haber sido militar y de vivir lo que he vivido llevando con dignidad y orgullo el uniforme de nuestro ejército en España y fuera de nuestras fronteras. Volvería a serlo», señala.

Y añade: «Elegí pertenecer al arma de Caballería en la Academia Militar y cuando salí de teniente a los cinco años pasé por varios regimientos acorazados de caballería en mis empleos de teniente, capitán y comandante. Cuando comenzaron las llamadas misiones de paz de nuestras fuerzas armadas en el exterior, me apunté voluntario a casi todas las que me dejaban mis superiores. Desde capitán participé en varias ocasiones, durante el período de guerra, en la antigua Yugoslavia, en Bosnia, Kosovo, Macedonia y posteriormente en los mismos escenarios, ya firmada la paz. También estuve en Irak y Líbano de comandante y teniente coronel. Además, estuve destinado, en tiempo de paz como teniente coronel, en cuarteles generales multinacionales de la OTAN, como en Valencia, Florencia (Italia) y Rumanía».

De alferez, de maniobras con unidades de carros de combate
De alferez, de maniobras con unidades de carros de combate

Y de esta experiencia relata que uno de los momentos más duros que le tocó vivir en su profesión fue cuando le repatriaron a España desde la guerra de Bosnia, en el año 1993, tras detectarle un cáncer: «Recuerdo que aterricé en Madrid en un avión regular vestido de uniforme de casco azul de Naciones Unidas y llorando en silencio porque -pensaba- era la tierra en la que iba a morir. Gracias a Dios me lo cogieron a tiempo y me operaron sin muchas complicaciones posteriores para mi vida».

«De lo bueno que me llevo de esas misiones es, sin duda, la sonrisa de los niños, los verdaderos protagonistas de esas guerras absurdas, que me ofrecían lo poco que tenían cuando patrullaba por sus pueblos, como por ejemplo una manzana. En algunas de esas misiones también recibí disparos contra mi vehículo y fui retenido ilegalmente durante un corto tiempo, pero eso no me gusta contarlo porque son gajes del oficio; sabía a qué me podía enfrentar a ese tipo de situaciones», dice. Y concluye: «De todas esas misiones me quedo con la experiencia humana, más que la militar. Regresaba a España queriendo ser mejor persona tras las penurias y muertes inocentes que había visto y, en cambio, yo tenía casi todo, un piso, un coche una familia... Ellos, nada».

En la casa familiar de Abres, en Vegadeo, con sus padres y doce hermanos
En la casa familiar de Abres, en Vegadeo, con sus padres y doce hermanos

Su perfil de Facebook, donde publica fotos y textos, tiene 25.000 seguidores

La vinculación de José Joaquín Milans del Bosch con esta zona radica en que su familia tenía en la parroquia de Abres, Vegadeo, una casa, conocida como «el Castillo». Allí pasaba los veranos, haciendo vida social y familiar en Ribadeo: «Ahora que tengo más tiempo libre vengo más veces aquí y cuando ya esté retirado completamente de mi profesión militar seguramente me afincaré en este paraíso. Me veo pasando lo que me queda de vida en Ribadeo, eso sí, viajando de vez en cuando por el mundo si mi salud y economía me lo permiten. (...) La ría de Ribadeo -a la que quiero tanto- y su entorno forma parte de mi vida y de mis recuerdos».

Sobre sus inquietudes artísticas, un momento especial lo supuso cuando, con nueve años, su padre le regaló su primera cámara fotográfica: «La escritura, la pintura y la fotografía son las tres facetas artísticas que desde muy pequeño se me han dado y he seguido cultivando. Y con el bum de las redes sociales me ha sido relativamente fácil poder compartir mis fotografías y mis textos escritos que las acompañan. Sería absurdo hacer fotografías y vídeos que pueden gustar a otros y quedármelos en mi ordenador. Por eso los comparto, para que puedan disfrutarlos los demás. Esto ha hecho que tenga tantos seguidores, en Facebook principalmente, ya que publico a diario desde hace más de una década», añade.

Con varias exposiciones, premios y publicaciones a sus espaldas, reconoce que la era digital le ha apartado un poco de la pintura, «porque me resulta más cómodo expresar una emoción con una foto y un texto en un par de minutos que pintando un cuadro. Pero, sé que debo retomarlo y más ahora que tengo más tiempo libre». Y concluye: «La ría es mi inspiración».