Día de despidos y lágrimas en Clesa

Cristina Barral Diéguez
cristina barral CALDAS / LA VOZ

AROUSA

La plantilla de la fábrica láctea de Caldas recibió ayer la notificación del ERE extintivo

08 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La tensión y la incertidumbre matinal que se respiraba ayer en la planta de Clesa en Caldas se transformó en desolación con el paso de las horas. La entrega de las cartas de despido a los noventa trabajadores fue, no por esperada, la puntilla tras casi un año de lucha. Otros cuarenta empleados se libran, de momento, de engrosar las listas del paro. Decidieron voluntariamente seguir en sus puestos durante al menos quince días para mantener un mínimo de producción mientras los administradores concursales y el juez del Mercantil número 6 de Madrid deciden la venta de la fábrica o su liquidación.

El ERE extintivo se justifica en causas económicas. Como indemnización se fijan las mismas condiciones que ya se aplicaron en los centros de Madrid (Clesa), Leganés (Royne) y Lerma (Granja Bascones del Agua): veinte días de salario por año trabajado con un máximo de doce mensualidades y un complemento de 1.300 euros por empleado.

Caras serias, ojos vidriosos y alguna lágrima entre los trabajadores que salen de la factoría de Saiar reflejan, sin duda, el momento más duro desde que en enero estalló la crisis de Nueva Rumasa. A la hora del cambio de turno pocos son los que quieren hablar y menos aún los que se dejan fotografiar. «Mejor no hablo, estoy muy quemado y si lo hago igual digo cosas que no debo», comenta un hombre. Desde que no hay servicio de seguridad, la plantilla se turna para atender la portería y accionar el botón de la valla para la entrada y salida de los camiones. Esclavitud, que lleva 32 años en Clesa, estaba ayer en este puesto. Pasa de no saber nada de las cartas de despido -«de momento solo llamaron a los prejubilados»-, a enfrentarse al suyo propio. Cruza la puerta llorando y se va sin poder articular palabra.

Más enteros se ve a algunos compañeros, que abandonan la fábrica portando cajas y bolsas. ¿Queda alguna esperanza? «Para los que nos vamos ninguna, para los otros no sé», contesta sin pararse un empleado. Hay quien también le ve un lado positivo a la notificación del ERE tras meses de dudas. «Esto se venía venir y por lo menos ahora podemos dormir tranquilos», apunta otro trabajador.

El cansancio y la pena también se dejan notar en las caras de los miembros del comité de empresa, con su presidenta, Lola Ramos, a la cabeza. Un grupo de nueve personas que se mantuvo unido al margen de directrices sindicales, pero que ahora, tras la asamblea del martes, ya no lo está tanto. Algunos se disculpan para no hablar. Dos delegados figuran entre los empleados despedidos.

Los que sí dan la cara reiteran que el ERE extintivo es «para todos», aunque cuarenta trabajadores tienen un margen «garantizado» de quince días. «La lectura positiva es que hay que seguir la pelea para mantener esto vivo, pero va a ser muy difícil continuar la producción de una planta como la de Caldas con solo cuarenta personas», subraya José Manuel Pérez Reinoso. «Si se cierra será más difícil la venta -remacha-. Así que incluso puede ser mejor para Feiraco». El tiempo dirá.