La dinamo que mueve centenares de palas

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Barreiro sigue al pie del cañón tras impulsar el tenis de mesa en Cambados a comienzos de los 70

25 mar 2019 . Actualizado a las 16:01 h.

Los milagros en el mundo del deporte no existen. Las grandes gestas, los hitos insólitos, son siempre la culminación del arduo trabajo, dedicación y talento acumulados a lo largo de años por nombres con apellidos; cuántas veces anónimos. A veces el enchufe que alimenta el éxito es tan largo, que exige tirar de casi medio siglo de cable hasta dar con su origen, desvelando a figuras que siempre estuvieron ahí, a modo de dinamos humanas al servicio de un proyecto mayor.

Explicar la presencia de un club como el Cambados Tenis de Mesa, de una localidad de poco más de 10.000 habitantes, en la élite de su deporte, la Superdivisión, nos lleva hasta Enrique Barreiro Álvarez. Uno de los impulsores en los primeros años 70 del siglo pasado del tenis de mesa en la villa del albariño, coprotagonista de sus primeros grandes logros en la siguiente década mientras asumía en paralelo el papel de gestor, y participante en la fundación de la Federación Gallega de su deporte en 1983 en calidad de tesorero. Un cargo este que ha ocupado todo este tiempo, y al que añadió hace 11 años el de vocal de la Real Federación Española, donde es además miembro de las comisiones económica y de veteranos, y hará 6 la presidencia del Comité Gallego de Árbitros de la Gallega. Barreiro, que por un traslado laboral tuvo que dejar la presidencia del Cambados T.M. en 2007, volvió a asumir en 2017 tras su prejubilación una parte importante de la gestión del club, con cuya camiseta no ha dejado de competir salvo sus dos primeros años de matrimonio, a comienzos de los 80.

Enrique recuerda su noviazgo con el tenis de mesa en un par de mesas de juego artesanales que tenía la Sociedad Cultural de Cambados. Manolo Prado, que ya había impulsado los primeros torneos sociales de la entidad, y Barreiro organizaron en 1973 la primera edición del Torneo do Albariño de Tenis de Mesa, que salvo un par de años, se ha seguido disputando hasta hoy. En Vilagarcía otro grupo de aficionados habían montado el Torneo de Primavera «e non queriamos ser menos ca Vilagarcía, nin eles menos ca Cambados» explica nuestro otro rostro del deporte con una carcajada final. El torneo vecino resultó efímero, al contrario que la rivalidad entre el tenis de mesa de las dos localidades, elevada esta temporada a los altares de la Superdivisión.

Prado y Barreiro se quedaron con las ganas de acudir al Campeonato de España Juvenil para el que se clasificaron, por falta de dinero. Pero no con las de seguir jugando y creciendo en el tenis de mesa; y con ellos el tenis de mesa de Cambados. Trabajador de la banca, Enrique nos ofrece un relato contable de casi medio siglo con un discreto orgullo, casi imperceptible, en cada hito que desgrana. Nos habla de como empezaron a medir fuerzas con sus vecinos de Vilagarcía, Vilaxoán y O Grove, primero, el Mercantil de Pontevedra, después, para acabar comprobando ante los potentes clubes de Vigo que «cada vez xogabamos mellor, e que queriamos chegar ás categorías nacionais», federando en 1975 la que siguió siendo durante muchos años una sección de la Cultural. Repasa los intentos frustrados de asaltar cada nuevo cielo por encima de sus cabezas, y como acabaron superando listón tras listón. Con un primer ascenso a Primera Nacional en 1982, entonces la segunda categoría en España, jugando Enrique junto a Antonio Regueiro, Ramón Padín y los hermanos Alejandro y Manolo Prado. Ya en labores de despacho, alcanzando por primera vez la actual División de Honor en el 2003, y la Superdivisión hace un año. Disfrutando de una década prodigiosa en los 80, incluido un extraordinario grupo de canteranas capaces de encadenar tres subcampeonatos de España Juveniles por Equipos entre 1983 y 1985, y una de sus jugadoras internacional con España. Separándose de la Cultural para fundar en 1997 el Cambados T.M. «por diferenzas coa directiva», un divorcio entre caballeros con Enrique llevándose al presidente de la sociedad «a recoller o cheque da subvención da Deputación para que o cobrase, o lóxico cando a Cultural se fixera cargo esa tempada de todos os gastos do tenis de mesa», sostiene. O el fichaje del primer extranjero en el 2002, Fane Moraru, una institución del tenis de mesa rumano, y un año después de Zhao Quiang, en su día entre los ocho mejores jugadores de China.

A sus 62 años, Enrique exhala la fuerza de su joven espíritu. En su cabeza, revitalizar un club que llegó a multiplicar por dos sus actuales 25 jugadores. Y tiene muy claro cómo: «Temos que volver fichar un xogador estranxeiro que viva en Cambados e adestre os nenos, como no seu día Moraru», para elevar la calidad y la cantidad de la cantera. Y «retomar o equipo feminino» una década después, «agora que todos os estamentos se están a volcar co deporte feminino, que Cambados non o teña ata me sabe mal». Nos lo cuenta Barreiro justo tras haberse inscrito para jugar el Mundial de Veteranos del 2020 en Francia. Como una dinamo, sigue generando energía de su propio movimiento.