Ona Carbonell: «No hay que renunciar a nada, se puede ser madre y deportista de élite»

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

La capitana del equipo nacional de natación sincronizada espera su segundo hijo y está en plena pelea por visibilizar que la conciliación es posible, aunque aún sea muy complicada

13 may 2022 . Actualizado a las 10:51 h.

Ona Carbonell (Barcelona, 1990) tuvo a su primer hijo prácticamente unos meses antes de que se disputaran los Juegos Olímpicos de Tokio. Le costó, pero no tuvo que renunciar a su trabajo, aunque reconoce que fue una época muy dura. Quiere ejercer de altavoz y de ejemplo de que se puede compaginar la maternidad con ser deportista de élite. Ayer estuvo en Vilagarcía, donde participó en la una limpieza de playas de la isla de Cortegada. «Me gusta mucho Galicia. Ayer nos dimos un paseíto y está todo precioso. Me encanta el mar, me encanta la costa... súper. Me encantaría estar más días»

—Y en un rato toca ir a Cortegada...

—Nunca he estado allí. Me han dicho que tiene el mayor bosque de laurel de Europa. Qué ganas. Estoy muy contenta de que Abanca, la Fundación y CECA me hayan propuesta esta actividad. Ya hace un par de años que soy embajadora de CECA y toda esta parte de sostenibilidad siempre me ha interesado. Y más en lo que respecta a nuestros mares y costas, porque mi vida es la ingravidez, es el agua, y tenemos un gran problema en todos los sentidos. Solo existe un planeta. No hay un planeta B y hay que cuidarlo. Creo que las nuevas generaciones crecen con más conciencia pero nunca será suficiente lo que hacemos. Entonces, actividades como esta y utilizar mi altavoz para visibilizarlo y para poder ayudar pues me hacen mucha ilusión.

—Hablaba de ingravidez. No sé si sigue entrenando o si lo ha dejado por el embarazo...

—Sí, sigo entrenando, pero a un ritmo muy suave. Solo dos días a la semana, pero estoy con el equipo nacional y las ayudo. Agua ya me han dicho que mejor que no, y entonces hago estiramientos, yoga, un poco de cardio... mucho menos.

—Y el cambio de ritmo, pasar de entrenar muchas horas cada día a tener un ritmo más pausado, ¿cómo lo lleva?

—(Risas) Bien. La verdad es que bien. Estoy contenta de poder estar más activa, porque el otro embarazo me pilló en pandemia, quieta en casa, y fue duro. Ahora bien. Estoy ayudando mucho a mis compañeras, que tienen pronto el mundial y bueno, manteniéndome activa. Mi intención, al menos por el momento, es volver.

—El otro embarazo, además, le pilló muy justa de fechas para los Juegos Olímpicos de Tokio...

—Buff, sí, sí, sí., Ahora ya he dicho que quiero una baja maternal normal. Quiero descansar y disfrutar.

—El primero, entre la tensión de la llegada del niño y la de preparar los Juegos, tuvo que ser duro, ¿no?

—La verdad es que fue duro y el en el documental («Empezar de nuevo») se refleja bastante. Para mí era un reto no solo deportivo sino también humano, social y de comunicación de la conciliación. Fueron muchas horas lejos del bebé, en medio de una superpandemia, sin poder viajar, siendo madre lactante... no fue fácil, pero sí fue un superaprendizaje para mí y para todos los que me rodean.

—Y también fue un ejemplo.

—Sí. Para mí es muy importante explicar que hay que mejorar muchas cosas, pero también visibilizar que no hay que renunciar a nada, que se puede ser madre y seguir tus retos profesionales.

—¿Hay falta de visibilidad en este asunto de la conciliación?

—En realidad, te paras a pensar y sí que hay referentes. En España, tenemos Teresa Perales o Teresa Portela, que ganó una medalla olímpica tras ser madre. En el ámbito internacional Serena Williams, Alison Félix... el problema es que no se visibiliza. No hay casi información. No está regulado el tema de las ayudas. Hay una diferencia abismal entre hombres y mujeres a todos los niveles. Creo que es importante visibilizar a los referentes que ya hay y que esto ayude a que todas las que vengan detrás y quieran compaginar el deporte de élite con la maternidad se sientan más arropadas.

—Tiene una colección de medallas enorme, ¿siente que todo eso mérito deportiva extraordinario se refleja a nivel social? ¿Se siente satisfecha en ese aspecto o, no ninguneada, pero casi?

—Yo no me puedo quejar, pero el 90% de las deportistas se deben quejar. Yo tengo bastante visibilidad, no solo por la piscina, sino por las demás cosas que he hecho fuera del agua, pero sí que es verdad que lo ideal es que un futuro no tuviéramos que estar hablando de esto y que estuviera normalizado, regularizado, y que las deportistas no tuvieran miedo a ser madres y tener que renunciar a su vida profesional. Es mi objetivo, mi reto, y por eso he hecho este documental.

—De hecho, tardó en ser madre. ¿Quizás por ese miedo del que habla?

—Con 29, casi 30. Sí que he dicho muchas veces que lo habría sido antes si no hubiese tenido ese miedo a tener que renunciar a eso. Por eso hablo de ese necesidad de visibilizar. De hecho, cuando puse lactancia y deporte de élite en el buscador de internet no había resultados. No puede ser que hayamos evolucionado tanto en muchas cosas y tan poco en esto. Tengo muchas compañeras que quieren ser madres, pero hay deportes que se rigen por ránking y si tienen que parar nueve meses se van al puesto 150 y pierden becas, patrocinadores... todavía existen muchas cosas que hay que cambiar. Hay muchas deportistas que quieren, pero no encuentran el momento ni tienen la información necesaria para poder compatibilizarlo.

—Y esa llamada de atención que hace, ¿nota que tiene repercusión entre los que mandan?

—Sí, creo que ha tenido muchísima repercusión. De hecho, cuando colgué el vídeo de que no podía ir con mi hijo a los Juegos Olímpicos salió en medios de todo el mundo y el documental está en 60 países y esto es positivo porque notas que todo el mundo quiere que las cosas cambien. Estamos en el camino, pero siempre quieres más y más rápido. Mi intención es seguir ayudando y facilitando las cosas a quienes vengan detrás.

—¿Y el paso siguiente lo tiene pensado? Me refiero a más allá de esos juegos del 2024.

—(Risas) No, todavía no lo sé. Tampoco sé si estaré en el 2024. Sé que ahora estoy manteniéndome un poco en forma, pero habrá que ir viendo como lo llevo con mi familia, que eso es lo prioritario y luego, pues no lo sé. Tango tantas cosas que me gustan. La carrera de diseño, la cocina, la comunicación, la televisión... no sé, ya iré viendo.

—¿Hay relevo?

—Sí, sí que hay. Ahora mismo hay un equipo muy bonito, joven, pero cada vez con más experiencia. Son unas cracs tanto a nivel mental como en el apartad físico. Les tenemos que dar todos mucha confianza para que vayan creciendo.

—Galicia es una tierra de agua, pero no parece que hay muchos referentes en natación sincronizada. ¿O sí?

—Cada vez más. Hay un problema muy grande: hay muchas licencias, pero muy pocas entrenadoras y muy pocos árbitros y jueces. Niñas hay, cada vez más, y empieza a ser un deporte muy mediático. Es un deporte maravilloso y los las animo a todos a que lo hagan.

—¿Su hijo se mete ya en la piscina?

—Mi hijo se mete sobre todo en el mar. Con la pandemia fue más difícil lo de la piscina. En Menorca se pasa todo el día en el mar, pero bueno, que haga lo que quiera. Sí que es verdad que conociendo los valores del deporte, me gustaría que hiciera alguno porque creo que en cuanto a adquirir valores ayuda, pero que haga lo que quiera. Todavía le queda mucho camino por recorrer.