El puerto de Carril y la llegada del tren

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la Torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

El mapa ferroviario español fue dibujado por minas, industrias, muelles y caciques

12 feb 2024 . Actualizado a las 08:56 h.

En el trazado y desarrollo de las vías férreas, tienen mucho que ver influencias personales, intereses económicos y luego ya, si eso, la existencia de un potencial importante de viajeros-clientes. No hay que ser muy avispado para entender la influencia del tándem Felipe González-Alfonso Guerra en el primer AVE español, que unió y une Sevilla con Madrid. El AVE gallego es necesario, imprescindible y será rentable, pero los ministros de Fomento gallegos José Blanco y Ana Pastor influyeron en que se apresurara su construcción. En Asturias, el Metro Tren ha revolucionado las comunicaciones internas. Lo promovió un ministro de Fomento asturiano: Álvarez Cascos.

Esto no es de ahora. Ya en el siglo XIX, fue un ministro de Fomento de Castuera (Badajoz) el que consiguió que el tren de Madrid a Lisboa diera una vuelta por Ciudad Real, Castuera y Badajoz para ir a Lisboa en lugar del trazado más lógico y corto por la provincia de Cáceres. Esa unión más corta entre Lisboa y Madrid se consiguió más adelante, en 1881, y fue gracias a dos influyentes personajes: Segismundo Moret y Cipriano Montesino.

Moret, tras ser ministro de Ultramar y embajador en Londres, decidió dejar la política unos años y dedicarse a los negocios. Compró unas minas de fosfatos en Cáceres e inmediatamente consiguió que se construyera una línea Madrid-Lisboa que pasaba por sus minas, pero soslayaba las ciudades principales de la ruta (Cáceres, Plasencia).

Le echó una mano en la cacicada don Cipriano Segundo Montesino, primer ingeniero industrial español, que era de Valencia de Alcántara, se casó con una sobrina del general Espartero, Eladia, que heredó sus títulos y fortuna. Montesino fue quien estableció definitivamente el ancho de vía español de 1.672 milímetros que nos aisló de Europa. El ferrocarril de Madrid a Lisboa debía ir por el camino más corto: Plasencia, Coria, Ceclavín, Zarza la Mayor entrando en Portugal por Monfortinho, pero don Cipriano consiguió que diera un rodeo y fuera por su pueblo, Valencia de Alcántara, además de establecer las estaciones en medio de la nada para que dieran servicio a las grandes fincas de la aristocracia.

Hay en esta historia otra cacicada sorprendente. En este caso en la línea Madrid-Lisboa por Ciudad Real. Ese trazado debía pasar por Almadén, cuyas minas de mercurio eran de suma importancia. Pero Moret a pesar de ser diputado por Almadén, consiguió que el tren dejara esta ciudad y sus minas a doce kilómetros para que pasara por su palacio, que se puede visitar, ya abandonado, en la carretera general de Almadén a Peñarroya, con la vía férrea al lado y embarcaderos particulares para que Moret cargara su ganado. Al fin y al cabo, qué le importaban a don Segismundo las estratégicas minas de Almadén si no eran suyas.

Santiago y la Galicia central

Así se escribe la historia del tren español, aunque en el caso del ferrocarril vilagarciano, nuestro celebrado trazado Cornes-Carril, la causa de que se hiciera, además de las influencias de las fuerzas vivas, fue la existencia del importante puerto de Carril, que, a finales del siglo XIX, era fundamental para las mercancías de Santiago y la Galicia central (Deza-Tabeirós).

Es curioso que un proceso parecido al de aquellas historias del XIX se esté viviendo ahora, cuando el gobierno socialista portugués quiere priorizar la alta velocidad entre Lisboa y Oporto, entrando en España por Vigo, entre otras razones porque por la frontera de Tui se mueve el 51 % de las mercancías entre España y Portugal, pero Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, y el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, hacen fuerza conjuntamente para que se prime la unión con alta velocidad entre las dos capitales estatales.

Hace unas semanas, visitando el Museo do Ferrocarril de Vilagarcía, me pareció entender que en el relato del museo no se le daba la importancia que tenía al puerto de Carril. Parecía como si la Armada Inglesa hubiera llegado por primera vez al puerto de Vilagarcía, en vez de al de Carril. También daba la impresión de que el puerto carrilexo se había desarrollado gracias al ferrocarril, cuando, según me confirman prestigiosos historiadores vilagarcianos, sucedió al revés: el puerto de Carril fue la causa de que la primera línea de tren en Galicia uniera Santiago y Vilagarcía, o sea, y para ser exactos, Cornes con Carril.

Desde el siglo XVI

El puerto de Carril ya estaba habilitado para el comercio desde el siglo XVI. Entre 1857 y 1866, unos años antes de que llegara la vía férrea, se construyó el puerto de Carril tal y como hoy se conserva, con una factura única en su época. Es a mediados del siglo XIX, cuando se establecen frente a Cortegada consignatarios importantes y en 1886 se constituye la Cámara de Comercio de Carril.

El despegue del municipio de Carril y su puerto fue lo que atrajo la llegada del tren, una historia ferroviaria que se puede conocer visitando el museo inaugurado a finales del pasado año. Y fue también ese puerto carrilexo el que favoreció la llegada de la escuadra inglesa en 1874. Ese año, en Vilagarcía no había ni embarcadero. Años después, en 1890, se acabó el famoso muelle de hierro, en 1956 se inauguró la actual estación y Vilagarcía acabó convirtiéndose en la octava, hoy novena, ciudad de Galicia.