Póveda y Lamas inauguraron un certamen que alcanza su edición número 11
14 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Uno de los grandes atractivos de Os Xoves de Códax es que, además del vino y de conciertos únicos, se puede disfrutar de una espectacular puesta de sol en la terraza que esta bodega tiene sobre la ría de Arousa. Así que cuando las inclemencias meteorológicas impiden que entre en juego este tercer elemento puede parecer que la cita pierde parte de su encanto. Nada más lejos de la realidad. A cubierto, Miguel Poveda y Miguel Lamas, acompañados de un espectacular grupo de músicos, demostraron que la magia de este certamen está, precisamente, en la música, en esos conciertos únicos e irrepetibles que componen el cartel.
Solo tres artistas han tenido, hasta ahora, el privilegio de actuar en el salón interior durante un Xoves de Códax en sus once ediciones de historia. Los tres triunfaron por todo lo alto. La primera que estrenó este escenario, hace ya años, fue Martirio, que se metió al público en el bolsillo nada mas salir al escenario. Después el tocó el turno a Salvador Sobral, que encandiló a los presentes con su voz espectacular. Y ayer tuvo que hacerlo Miguel Poveda, que con su flamenco y su cante jondo hizo callar, incluso, a los que se resistían a disfrutar de la música.
Poveda salió al escenario contado ya con el favor de buena parte del público, sobre todo, el de la primera fila. Allí, sin importar la edad, bailaron y cantaron sus temas y se aplaudió a rabiar. Porque, tal y como explicó el artista, «se trata de la música y de compartir». Comenzó con un poema de Rafael Alberti, musicado por su gran amigo Pedro Guerra. Y poco después se quedó solo en el escenario con su guitarrista y su percusionista. Comenzó entonces la parte más íntima del concierto, en la que se sentó, como todo buen cantaor, para entonar algunos poemas de Federico García Lorca.
Miguel Poveda habló, y habló mucho. Contó las historias de sus canciones, hizo alegatos a favor de que «cada uno pueda amar de la manera que quiera» y relató con mucho humor la historia de su barrio, que aunque estaba en Cataluña estaba lleno de andaluces. Reconoció que en sus inicios, «tenía muy poca vergüenza, no como ahora que hablo por los codos», y que era muy fan de los Chichos, cuya música interpretó entre los aplausos de los presentes.
Con sus historias, con su naturalidad y con mucho humor se metió al público en el bolsillo de tal manera que era este el que reclamaba silencio entre los presentes para no perder detalle del concierto. Presentó con inmenso orgullo a todos los que le acompañaban en el escenario y pidió a su tocayo, Miguel Lamas, unas palabras. Este agradeció tener la oportunidad de disfrutar de una cita como Os Xoves de Códax y animó a todos a «tomar este viño tan maravilloso».
Poveda no solo cantó y habló. También bailó y se mezcló con el público para devolver parte del cariño que estaba recibiendo. y, como colofón, cuando el público coreó el manido «otra, otra», se arrancó a cantar en gallego. «Si no os reís de mí, porque no lo hecho nunca, os canto uno de los poemas de Lorca en gallego». Lo hizo. Y el público ya no pudo pedirle nada más. Aplaudió y se puso en pie para despedir a un artista que demostró que de los Xoves de Códax también se puede disfrutar a cubierto.