Greenpeace alerta de un grave riesgo de inundación de la costa arousana

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

La organización ecologista advierte de que Galicia empezará a perder playas en un horizonte de menos de diez años

24 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En este eso, parece que habrá que cambiar aquello de «tan (o cuan) largo me lo fiais», que decían los clásicos, por un «tan (o cuan) corto me amenazáis», porque lo que ayer anunció Greenpeace es una amenaza en toda regla. La organización ecologista apunta en su informe «Crisis a toda costa» que en un plazo de solo diez años muchos de las playas que ahora conocemos habrán desaparecido. La situación tiene especial gravedad en la ría de Arousa, donde conocemos bien el poder de las mareas y su capacidad para devorar el terreno. «La subida del nivel del mar, según las previsiones de la NASA, ocasionará la pérdida de playas en la totalidad del litoral. Cabe recordar que según la regla de Bruun, de media se estima que por cada centímetro que suba el nivel del mar, la costa retrocederá un metro. Para 2030 ya se esperan impactos muy graves en la costa de Vigo, A Coruña y Vilagarcía», explica Greenpeace en su informe, donde asegura que las previsiones sobre la erosión y la subida del mar muestran un retroceso de las playas gallegas de entre 20 y 30 metros para el 2050.

«Durante décadas hemos deformado la costa a nuestro antojo, pero eso ya no funciona más. Ya no llegamos a anticiparnos al problema, porque ya está aquí, pero las soluciones tienen que ponerse en marcha con urgencia. Todo retraso resultará en mayores costes económicos y humanos», explica María José Caballero, responsable de Costas en Greenpeace España.

La organización ecologista apunta que la única solución para poner freno a algo que parece imparable es reducir de manera drástica las emisiones de gases de efecto invernadero, al menos en un 40%. Además, señala a las administraciones estatales y autonómicas, pero también a las municipales, para minimizar los daños. «Estas han de ser locales, porque cada tramo de litoral tiene características propias, deben ser acordadas por las administraciones y participadas por la ciudadanía de forma urgente. Proteger y conservar las playas supondría un beneficio 150 veces superior a dejar que sigan deteriorándose», argumentan.

«La costa nos protege de los eventos meteorológicos extremos y la subida del nivel del mar provocados por el cambio climático, pero seguimos maltratándola. La pérdida de sus características naturales tiene que revertirse para que pueda protegernos», apunta Caballero.

Si se echa un vistazo al simulador de Climate Central, pero no para dentro de veinte o treinta años, sino para prácticamente ya, porque arranca en el año 2030, el resultado es desolador. Desaparecerán las playas de referencia, algo que devolverá a O Grove al estado insular en el que se hallaba hace siglos. No habrá As Sinas ni O Terrón, ni la práctica totalidad de los arenales dela comarca. Mención especial par O Carreirón, que desaparecería por completo.

En Vilagarcía, el mar recuperará ese terreno que le han robado durante años y arrasará por completo, si se cumplen las predicciones, los puertos y buena parte del centro de la ciudad. ¿Cómo evitar, en la medida de lo posible, ese desastre que parece que se avecina de manera inminente? Apunta Greenpeace un decálogo de medidas imprescindibles: Aplicar políticas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y normativas de adaptación y protección de la costa de acuerdo con lo que marca la ciencia; devolver la calidad ambiental a los espacios costeros para tener sistemas naturales estables que protejan de los peores riesgos; acabar con la contaminación que empobrece la calidad de las aguas; poner coto a la turistificación masiva a través de medidas como la limitación de vuelos y cruceros, el establecimiento de tasas por pernocta que repercutan en la mejora de los servicios públicos y la regeneración de ecosistemas o la limitación de alojamientos turísticos; introducir las previsiones sobre el cambio climático en la planificación urbanística; impedir la construcción de infraestructuras y la urbanización que generen barreras artificiales que hacen de pantalla e impiden que la arena se deposite en las playas y aumentan la virulencia de los temporales marinos; conservar y facilitar la expansión hacia el interior de marismas y humedales; prohibir proyectos en estas zonas y retirar las que existan; revisar los deslindes que determinan el dominio público marítimo-terrestre; recuperar las zonas inundables y promover la investigación de las afecciones de las barreras artificiales como por el cambio climático en los ecosistemas, las especies marinas y la salud de las personas.