
Las mejoras en la playa de Vilagarcía refuerzan el atractivo veraniego de la ciudad
04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hace un año, titulábamos El Callejón del Viento del 5 de mayo de 2024: «Una playa con púas» y escribíamos sobre «una ciudadanía que, por un lado, evocaba los tiempos en que la playa de Vilagarcía tenía su gracia y, por otro, clamaba por la regeneración de su arenal». Referíamos cómo se obró el milagro de decenas de camiones que vertieron tierra sobre el mar de A Concha y Compostela y lo convirtieron en un arenal inmenso, pero fuimos a bañarnos y nuestros pies sufrieron aquella arena granulosa primero y, con el tiempo, unas malas hierbas, llamadas cadillos o abrojos, que pinchaban con alevosía nuestra piel y las ruedas de las bicicletas.
Ha pasado un año y este 4 de mayo de 2025 podemos hablar de una playa segada, donde, medio millón de euros mediante, se han eliminado 65.000 metros cuadrados de hierbajos como clavos y, además, se va a convertir en un espacio de entretenimiento con 30 tumbonas, 15 parasoles, 14 pedaletas, 4 kayaks y 4 tablas de pádel surf. A estas comodidades y divertimentos, se sumarán tres campos de voleibol, que completarán los espacios deportivos playeros: el parque de calistenia y los dos campos de fútbol. Estas mejoras se redondean con más aseos. En resumen, una playa divertida, aunque hay algo fundamental que no podemos tener: olas con enjundia y agua templadita, aunque esto último parece en vías de solución por culpa de o gracias al cambio climático.
Si Vilagarcía de Arousa tuviera una playa con olas serias y arena fina, el verano sería un infierno: la población se triplicaría, los precios se dispararían, habría colas para desayunar, chiquitear, tardear y cenar en las terrazas y del tráfico, ni te cuento. El encanto veraniego de Vilagarcía es que por muchos turistas que nos visiten, la vida cotidiana continúa. Esta ciudad no estalla en verano y se aletarga en invierno, sino que mantiene su vida y sus rutinas a lo largo del año y en verano, el forastero de vacaciones disfruta de una ciudad sin graves colapsos y convive con funcionarios, empleados, jubilados y familias nativas. El verano en Vilagarcía no es un paréntesis, sino una continuidad con ambiente, diversiones y buen tiempo.
Otra ventaja es el trazado llano y peatonal y algo fundamental: el comercio está en la calle, la ciudad es un centro comercial abierto donde el shopping, tan del gusto de los turistas, no se practica en un espacio cerrado, sino en varias calles peatonales llenas de vida, tiendas y terrazas.
Solo falta una playa perfecta para ser una de las grandes capitales turísticas peninsulares. Como eso es imposible, el esfuerzo se centra en mejorarla eliminando las plantas que pinchan y dotando al arenal de servicios y entretenimientos. Y es imposible porque las olas no se fabrican y porque la temperatura del agua sigue cortando la respiración, algo a lo que aquí estamos acostumbrados, pero que espanta a manchegos, castellanos y andaluces. La última vez que comparé la temperatura del agua en Galicia, en las playas de A Mariña estaba a 21 grados y en A Concha bajaba a 18. Aunque podría ser peor porque en la playa de Montalvo, en Sanxenxo, estaba a 15 grados. Pero contra el efecto de Coriolis no hay medidas municipales posibles y las corrientes y el viento del norte, a menos que el cambio climático diga lo contrario, seguirán haciendo girar el agua del mar y provocando que el agua fría suba del fondo a la superficie a partir de mayo. Eso tiene la desventaja del agua fría y la ventaja de que sube cargada de nitratos y fosfatos que alimentan a los peces. «A sardiña por San Xoán molla o pan», es decir, agua fría, pero rica gastronomía.
Los pequeños inconvenientes se contrarrestan con pequeñas ventajas que no se cuentan a los turistas, pero deberían incluirse en las campañas publicitarias que estos días aparecen en los medios invitando a venir a Galicia. ¿Sabía usted que Galicia es diurética porque el cuerpo necesita retener menos líquido y se mea más que en el secano… Sabía usted que no hace falta venir a Galicia cargados de cremas hidratantes porque aquí la piel se hidrata sola por la humedad ambiental… Sabía usted que si en Toledo se suda a partir de los 30 grados, en Galicia basta con 24 para disfrutar de los beneficios de la exudación?
Pero volvamos a la playa de Vilagarcía y más concretamente a su quiosco bar de madera, que tanto ha animado los atardeceres playeros. Acaba de salir a concurso y abrirá entre el 1 de junio y el 30 de octubre. ¡Muy bien! ¿Y el Balneario? ¡Ay el Balneario, ese oscuro objeto de nostalgia!
El 17 de julio de 1888, aparecía en la Gaceta de Galicia la crónica de la inauguración del admirable balneario de la playa de A Concha con su belleza chinesca, su restaurante con mesas de mármol, el gabinete de lectura, el billar romano… El actual Balneario es heredero de aquel suntuoso edificio de 1888. Pero ahí sigue, ruinoso, manteniendo la tradición vilagarciana de los edificios siniestros hasta que cobran sentido: los palacios de A Comboa, el edificio Lara, el esqueleto del Cervantes, el Balneario… La playa no renacerá por completo hasta que no renazca el Balneario.