Un joven lousamiano en el cine independiente

Adriana Quesada / A. G. RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Martín Arufe
Martín Arufe MARCOS CREO

Realizó un cortometraje que fue seleccionado para la categoría Novas Camadas del Festival de Cans

06 ago 2022 . Actualizado a las 05:05 h.

Dentro del marco del cine independiente se encuentran todas las películas creadas al margen de los entornos comerciales. Además de ser una provechosa forma de hacer contenidos que chocan con los intereses de las productoras, también es una vía para introducirse en el panorama audiovisual. En este mundo se encuentran personas como Martín Arufe (Lousame, 2000), un joven que ya puede presumir de estar participando en un proyecto de estas características.

«Siempre me gustaron las historias, no el cine como tal, sino el hecho de consumir narrativas», asegura. Siendo un gran aficionado al mundo de los sucesos, tanto reales como fantásticos, en el momento de tomar una decisión acerca de hacia dónde guiar sus estudios «no sabía qué hacer, pero como las matemáticas me divertían, terminé haciendo el bachiller de ciencias con el objetivo de estudiar eso en la universidad».

Durante segundo, Martín cursó una asignatura optativa de Imagen y Sonido, donde hizo sus primeros guiones. «El hecho de estar en una clase donde nadie tenía ni idea de cómo funcionaba el mundo audiovisual me hizo estar muy cómodo y me ayudó a destacar un poco», asegura. Mientras trabajaba en esta asignatura, se descubrió a sí mismo pensando: «No me importaría hacer esto el resto de mi vida».

Fue así como, poco a poco, se empezó a interesar por el cine y cada vez tenía menos claro qué hacer en la universidad. «Por un lado, la carrera de Matemática tiene más salidas, pero me daba miedo quedarme con la espinita clavada de no haberlo intentado con la Comunicación Audiovisual», confiesa. Y, aunque en un principio le interesaba estudiar en Santiago, la nota de corte le obligó a irse a Pontevedra, un cambio que «agradece».

Sus primeros pasos fueron «hacer el tonto con una cámara» rodeado por la gente de su carrera. Y fue con las mismas personas con las que estudiaba con quienes, aprovechando un corto que guionizó y dirigió para una asignatura, se presentó al Festival de Cans, donde fue seleccionado para el apartado de Novas Camadas.

El largometraje

Durante sus estudios en la Universidade de Pontevedra conoció a Nico Nargual, un joven que «había iniciado una serie de vídeos sobre críticas a películas que terminaron convirtiéndose en una historia con unos personajes y sus vivencias». Es así como este chico pasó a hacer una webserie, que contó con la participación de Martín a partir de la tercera temporada.

«Al final de la serie aparece un rótulo que indica que la historia terminará cuando realicemos la película, y es justo eso lo que estamos haciendo ahora mismo», asegura. Con un mes y medio de trabajo a sus espaldas, continúan con las grabaciones y son conscientes de que es algo «muy difícil de sacar adelante». Sin embargo, Martín asegura sentirse orgulloso de tener 22 años y poder decir que está participando en una película.

«Lo cierto es que nuestro presupuesto está en negativo y, en vez de ganar dinero, lo estoy perdiendo», asegura. Pero está muy metido en el proyecto y orgulloso de lo que están realizando con los recursos que tienen, muchos de ellos cedidos por sus amigos y la gente que confía en que la película salga adelante y sean capaces de dar un buen final a esa historia iniciada años atrás.

Una mirada hacia el futuro

«A mí lo que me gusta es escribir guiones y dirigir», asegura. Por eso quiere hacer todos los méritos posibles dentro de proyectos independientes para poder así demostrar sus habilidades a la hora de buscar trabajo en productoras o cualquier otro sitio. Sin embargo, «hay otro nicho que está sin explotar y me gusta bastante, que es el de los podcast de ficción, los cuales son mucho más baratos que grabar una película».

Es consciente de que, en el mundo de la comunicación audiovisual, no solo vale con ser bueno, «también necesitas mucha suerte». Además de que se ve a sí mismo como a un privilegiado, ya que «mis padres me van a pagar la residencia durante un año para poder colaborar en proyectos como la película, pero soy consciente de que hay mucha gente que se tiene que poner a trabajar y no se lo puede permitir».