El pazo de Mariñán, el monasterio de Caaveiro y el dolmen de Dombate despuntan como reclamos
03 jun 2019 . Actualizado a las 21:12 h.Con la vista puesta ya en el verano y en las vacaciones, toca hacer planes. El turismo cultural está en alza y la provincia de A Coruña ofrece en este ámbito mil y una posibilidades. Solo el catálogo patrimonial de la Diputación oferta una docena larga de monumentos para perderse. Pazos, castillos, yacimientos arqueológicos, un teatro y hasta un monasterio enclavado en un paraíso natural mueven anualmente a decenas de miles de visitantes.
En cuestión de semanas, ampliarán horarios y redoblarán sus visitas guiadas para que coruñeses y turistas puedan descubrir fragmentos del pasado de Galicia desde la prehistoria. Localidades repartidas por toda la provincia disponen de monumentos que el organismo provincial se ha encargado de cuidar y mantener, y que ahora son grandes activos para el desarrollo turístico.
«La Diputación siempre ha creído que la rehabilitación y conservación de nuestro patrimonio es importante no solo para preservar nuestra historia para las próximas generaciones, sino como polo dinamizador del turismo y la economía en el territorio. Así lo prueba la recuperación y musealización de dos joyas etnográficas como Caaveiro y Dombate, que cada año visitan miles de personas de dentro y fuera de España», sostiene el presidente provincial, Valentín González Formoso.
El monasterio, ubicado en plenas Fragas do Eume, y el yacimiento megalítico, situado en Cabana de Bergantiños, junto al pazo medieval de Mariñán y sus jardines, declarado conjunto histórico-artístico y monumental desde el año 1972, reconstruido y ampliado tras su adquisición en los setenta, emergen como los monumentos más representativos y reconocidos de la Diputación. Entre los tres sumaron nada menos que 100.474 visitantes el pasado año. Una barrera que según, anotan, se podrá superar en este ejercicio. Más de la mitad (56.163) fueron aportados por el cenobio de A Capela, seguido del señalado monumento funerario.
Pero hay muchos más. Como explican desde varios de los concellos que tienen suscritos convenios de colaboración para la gestión de los monumentos, algunos son auténticos iconos históricos de sus pueblos. Y muchos de ellos están incluidos además en el listado de Bienes de Interés Cultural de Galicia.
Un listado amplio
«No estamos en una situación en la que se disparan las cifras, pero sí que podemos decir que hay un incremento constante», señalan desde Torres do Allo. Este pazo de Zas, uno de los más antiguos de Galicia; el castillo de Vimianzo, epicentro de las revueltas Irmandiñas; las Torres de Altamira, en Brión, y el Eco museo de Forno do Forte (Malpica) destacan también como polos de atracción turística en sus municipios. Y algunos de ellos superan incluso en visitantes a Mariñán y Dombate.
Sin tener en cuenta los monumentos al aire libre y de acceso libre -los dólmenes de Axeitos (Ribeira) y Cabaleiros (Tordoia) y la fortaleza de Altamira- y el céntrico Teatro Colón coruñés, el conjunto de bienes de interés turístico, propiedad de la Diputación, se acerca a los 172.000 visitantes anuales.
Los niños, aliados para descubrir la riqueza monumental
En el marco de su programa de Turismo escolar, la Diputación oferta un total de cinco rutas gratuitas destinas a dar a conocer entre los más jóvenes el entorno y la historia que los rodea. Una forma de buscar aliados en la conservación y la divulgación del patrimonio. Consciente de que, si disfrutan de la visita, volverán con sus familias.
Los itinerarios abarcan buena parte de los monumentos. Así, «El bosque animado» permite descubrir casas señoriales como Villa Florentina, situada junto a la fraga que inspiró a Wenceslao Fernández Flórez, y Mariñán. «El secreto del Eume» tiene Caaveiro y el parque natural como elementos centrales. «Testigos de piedra» propone una experiencia que transcurre entre Torres do Allo, y el Castillo de Vimianzo, que data del siglo XII. «Rural y tradición» ofrece un combinado entre Forno do Forte, en Buño, capital de la alfarería, y Dombate. Y finalmente, la ruta «Romanos en el Mandeo» lleva a los niños al centro de interpretación de Teixeiro (Curtis).
La catedral del megalitismo de Galicia gana adeptos desde su musealización
«Do dolmen de Dombate falaron Pondal, Murguía e Otero Pedrayo. E non só é un emblema da Costa da Morte senon de toda Galicia». Así arranca Ángel Eiroa, guía turístico de este monumento funerario del Neolítico, su explicación sobre la importancia de este bien de interés cultural al que muchos definen, con permiso del de Axeitos, como la catedral del megalitismo gallego.
«É un dos poucos dolmens do mundo que está dentro dun edificio, e iso chámalle moito a atención á xente. Ademais se diferencia en que conserva pinturas de hai 5.000 anos no interior e ten dous túmulos superpostos». Precisamente proteger esas pinturas que se conservaron bajo tierra durante tantos años y que corrían el riesgo de desaparecer al aire libre fue uno de los argumentos para la cubrición, tras años bajo una lona provisional.
«O proxecto creouse para poñer en valor o dolmen, para a conservación das pinturas e para que a xente o poida achegarse o máximo posible ao dolmen e ao mesmo tempo que, tendo en conta a meteoroloxía da zona, garantir que se poida conservar», explica Eiroa. Y la inauguración del edificio y la del centro arqueológico, en 2011 -el mismo año que Caaveiro-, supuso un efecto llamada.
Desde entonces las visitas crecen año a año. Algo a lo que ha ayudado la potente oferta de actividades que, en colaboración con el Concello de Cabana de Bergantiños, se activan en torno a este punto. Ahora, en plena época de visitas escolares, con hasta 40 talleres. «É unha das visitas obrigadas da Costa da Morte. A xente comeza a visita en Malpica e vai percorrendo a costa -patrimonio, praias, portos- e acaba en Fisterra ou en Carnota», concluye Eiroa.
El cenobio de las Fragas do Eume, convertido en emblema provincial
«Un lugar mágico». El monasterio de Caaveiro, enclavado en el pleno parque natural Fragas do Eume, se ha convertido en el monumento más visitado de Ferrolterra y, sin duda, en un emblema del patrimonio provincial. Pero, ¿qué lo hace especial?
Poco tiene que ver con los grandiosos monasterios cistercienses -está formado por pequeñas viviendas unidas en torno a un campanario-. Sin embargo, impone. «Es un enclave singular, construido sobre agujas de roca, y rodeado de cuatro montañas casi idénticas en dirección norte, sur, este y oeste. Esto significa que allí se da una relación arquitectura naturaleza única», explica José Manuel Yáñez, jefe de la sección de arquitectura de Diputación y autor de la obra San Juan de Caaveiro: un monasterio entre la naturaleza. Añade además que «esa relación de la arquitectura del monasterio con el entorno, con dos ríos que lo abrazan, hacen que sea un sitio hechizante». Y la mitología le confiere «un halo de misterio».
«No se rehabilitó para que fuese un centro de interpretación o un hotel, fue simplemente para poder leer esa arquitectura. El propio espacio te cuenta su historia», explica Yáñez, tras describir que se optó por consolidar muros, poner cubiertas nuevas y pavimentar la subida desde donde concluye el vial que bordea el río Eume desde Ombre. Además, Yáñez invita a conocer las construcciones que rodean el cenobio (bodega, molino, camino medieval...) para imaginar cómo era la vida de los monjes, y relata que antes había «un paisaje similar al de Ribeira Sacra, con una amplísima zona de viñedo».