La dársena exterior ha mejorado la seguridad marítima, facilitado la apertura de los muelles urbanos y ha abierto nuevas opciones económicas
19 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Hace casi diez años, el 28 de diciembre del 2011, terminaron las obras de la primera y la segunda fase del puerto exterior de punta Langosteira. Habían sido iniciadas en marzo del 2005 por la UTE Langosteira, compuesta por las empresas Dragados, Sato, Copasa y FPS. En la obra llegaron a trabajar un millar de operarios al mismo tiempo y se emplearon más de 160.000 bloques de hormigón. El resultado fue un dique de 3.380 metros de longitud con una altura de 25 metros sobre el nivel del mar, y un muelle de 920 metros de largo y 22 de calado. Poco a poco, en los meses siguientes, los barcos empezaron a operar en sus 240 hectáreas de lámina de agua abrigadas, mientras comenzaban las descargas en sus 150 hectáreas de explanadas. Entraba en servicio una infraestructura que ha transformado A Coruña y también su futuro.
El impacto económico
Desde el 2012, en Langosteira han operado más de 1.150 buques que han movido 12 millones de toneladas de mercancía. La mayor parte de esa cantidad, 5,7 millones de toneladas, fueron de productos agroalimentarios. Langosteira es el primer puerto del norte de España en tráfico de piensos y cereales, por encima incluso de Bilbao. Cerca del 70 % de las materias primas para alimentación animal empleadas en Galicia llegan por el puerto coruñés, que es clave para el mantenimiento de los cientos de puestos de trabajo que generan las fábricas de piensos y el transporte del producto y de sus ingredientes básicos.
Otros tres millones de toneladas fueron de carbón y coque. Esos tráficos han menguado en los dos últimos años a causa de la política de descarbonización impulsada por la Unión Europea y el Gobierno. Para reemplazarlos, la Autoridad Portuaria está buscando nuevas mercancías e inversiones en energías verdes.
Los 3,7 millones de toneladas restantes fueron mercancías como cemento, clínker, azufre, granito, bauxita y piezas especiales.
La obra de Langosteira ha exigido a la Administración el gasto de más de 750 millones de euros, entre ellos 130 invertidos en la última década para la construcción del contradique, la galería que protegerá las tuberías del muelle petrolero, el acceso viario o nuevas explanadas. Esas obra supusieron, entre otras mejoras, la ampliación de la línea de atraque hasta los 1.560 metros. Por su parte, el sector privado ha hecho inversiones por valor de 250 millones de euros en Langosteira, con el fin de construir instalaciones, almacenes, sistemas de transporte y más. Esa cifra no dejará de aumentar en los próximos años, a medida que lleguen nuevos tráficos y avance el traslado de empresas desde el puerto interior. Así lo indica el hecho de que hasta ahora se han dado en concesión más de 300.000 metros cuadrados de explanadas y lámina de agua, y ya están comprometidos otros 310.000 metros más.
El cambio urbanístico
Gracias a punta Langosteira, los coruñeses volvieron en verano a pasear por Batería, el muelle en el que gracias a Marta Ortega se expone estos días la retrospectiva del histórico fotógrafo de moda Peter Lindbergh, uno de los cinco acontecimientos culturales más destacados del globo en este invierno, según Financial Times.
El próximo verano será el turno del muelle de Calvo Sotelo, que también se abrirá a la ciudad tras más de 20 años cerrado. Después de Calvo Sotelo, a finales de la década, debe abrir San Diego. La incorporación a la ciudad de ese muelle, que tiene una superficie superior a la del casco urbano de Betanzos, abre las puertas a la mayor transformación de la ciudad en medio siglo.
La liberación de esos terrenos es posible por el progresivo traslado de las operadoras desde los muelles interiores hacia nuevas instalaciones en punta Langosteira. Ese proceso se acelerará a partir del 2026, cuando debe estar finalizado el enlace ferroviario del puerto exterior y las empresas que necesitan ese medio de transporte podrán mudarse.
La apertura de los muelles supondrá que A Coruña recuperará por completo una de sus fachadas marítimas, de la que ha sido privada por motivos de seguridad durante las dos últimas décadas.
Los traslados a punta Langosteira permitirán diversificar la actividad económica. El puerto de A Coruña es por tradición una dársena de graneles —cereales, carbón, petroleo—, la liberación de los terrenos abrirá la puerta a la llegada de otros tráficos «limpios», como los contenedores, que hasta ahora no pudieron desarrollarse por falta de espacio.
Las dársenas del Centenario y del Este, en las que se prevé mantener la actividad portuaria, serán el escenario elegido para la irrupción de esas nuevas mercancías que ayudarán a dinamizar el tejido económico de la ciudad.
La mayor seguridad
Los traslados de empresas al puerto exterior no solo liberarán espacio en el centro urbano y permitirán a los ciudadanos recuperar una de sus fachadas marítimas, sino que también mejorarán la seguridad de la población y su calidad de vida.
Los movimientos de graneles han causado quejas durante décadas. Fueron sonadas las protestas contra el carbón en Os Castros, pero incluso otras mercancías menos nocivas han estado vinculadas a alergias y malos olores en distintos barrios. Parte de esos tráficos ya están en Langosteira, y otros se irán moviendo en los próximos años. La construcción del enlace ferroviario será clave en esa empresa, ya que permitirá que las mercancías que precisan ese medio de transporte se vayan al puerto exterior.
Pero el principal beneficio de la obra llegará mucho antes de que el enlace ferroviario esté completado. El próximo agosto está previsto que entre en funcionamiento el nuevo poliducto que Repsol está construyendo entre la refinería y Langosteira. Esa obra cuenta con un presupuesto 80 millones de euros, a los que hay que sumar 35 del nuevo pantalán petrolero y siete más de reformas en la refinería.
Su puesta en funcionamiento permitirá a los petroleros operar en Langosteira. Esos buques ya no tendrán que afrontar la complicada maniobra de entrada en el puerto interior. El fin de esos tráficos con riesgo medioambiental tan cerca del casco urbano era el principal objetivo del puerto exterior. El proceso se completará en los próximos años. En el 2027 finalizará la concesión que Repsol tiene en el muelle de San Diego, y todo indica que a esas alturas se habrá movido a Langosteira el tráfico de distintos derivados del petroleo que hasta entonces se seguirá haciendo desde el mencionado muelle.
Potencial y obstáculos
El presidente de la Autoridad Portuaria, Martín Fernández Prado, destacó que la entidad prevé cerrar el año con un crecimiento de los tráficos próximo al 10 %. Esas cifras indican que se está superando el parón de actividad que provocó el coronavirus y la reducción de movimientos derivada de la descarbonización. Al mismo tiempo se ha anunciado la llegada de nuevos tráficos, este mismo viernes se hizo público que la empresa Fisterra Energía ha pedido espacio en Langosteira, y ya se han confirmado proyectos liderados por Inditex y Enerfín, que forma parte del grupo Elecnor.
Esas novedades, y el compromiso inversor de Repsol y otros concesionarios tradicionales del Puerto de A Coruña, como TMGA o Galigrain, confirman el potencial del puerto exterior.
Su único lastre hasta la fecha ha sido la falta del enlace ferroviario, que lo mantenía en desventaja competitiva con respecto al resto de los puertos de la península. Solo Motril y Ferrol carecen de conexión por tren, aunque en el segundo caso está en construcción y ya muy avanzada.
Pero esa carencia está en vías de solución, e incluso cuando el compromiso del Gobierno con la obra no era firma, distintas empresas anunciaron que seguirían invirtiendo en punta Langosteira, como fue el caso de Galigrain.
Uno de los motivos es el enorme potencial de la dársena. A su larga línea de atraque suma un calado de 22 metros, que no tiene igual en los puertos de su entorno. A la futura llegada del tren se suma un acceso por carretera nuevo con conexiones a otras vías de alta capacidad. Langosteira dispone además de 880.000 metros cuadrados de superficie, de los que están comprometidos el 60 %. Hay espacio y aún sería posible ampliarlo. El puerto dispone, por tanto, de herramientas para seguir cambiando la ciudad.
El Max Jacob, o el segundo Prestige que se evitó gracias a la dársena
Cuando el Prestige se fue a pique en el 2002, las casi 77.000 toneladas de crudo que transportaba provocaron el mayor desastre ecológico de la historia de Galicia. La respuesta del Estado fue la construcción del puerto exterior de Langosteira, cuyos principales objetivos eran sacar el tráfico de mercancías peligrosas de A Coruña y servir de refugio a los barcos en problemas, como el Prestige.
La construcción de Langosteira no estuvo libre de polémica por su coste e incluso se aseguró que no podría cumplir su función ni estar operativo todo el año. Ambos augurios están hoy desmentidos. La dársena trabaja a diario, y ha servido con creces a su propósito de evitar nuevos desastres.
La prueba de fuego se produjo en diciembre del 2016, cuando el petrolero Max Jacob, que transportaba 148.000 toneladas de fuel, el doble que el Prestige, se averió frente a la costa gallega. El navío, que solo podía navegar a seis nudos en el medio del mal tiempo, pidió refugio en A Coruña, pero sus 16,5 metros de eslora no le permitían entrar en el puerto interior, que tiene un máximo de 16 metros. Langosteira, con más de 22 metros de calado, permitió socorrer al buque, que pudo ser reparado y continuar su viaje a Estados Unidos.
El Max Jacob no fue el único, desde que entró en servicio, en Langosteira se han podido refugiar cerca de 20 buques, entre ellos quimiqueros y otros graneleros con cargas contaminantes o peligrosas.
El giro hacia las nuevas formas de energía y el enlace por tren dinamizarán la industria local
El desarrollo de A Coruña y su puerto ha ido en paralelo durante siglos. En el futuro, esa relación dependerá del crecimiento de punta Langosteira, que la Autoridad Portuaria quiere vincular a las nuevas tecnologías y a las fuentes de energía verde.
Con ese objetivo, la institución lanzó a principios de año el plan A Coruña Green Port, que pretende impulsar el desarrollo industrial de la comarca ante la transición energética y el proceso de descarbonización. El proyecto cuenta con la implicación de diez empresas, que poco a poco están presentando sus proyectos para la dársena.
La primera fue la multinacional Inditex, que construirá un parque eólico con tres aerogeneradores en el puerto exterior. La firma invertirá 15 millones de euros en el parque, que suministrará energía tanto a sus instalaciones como a otras empresas concesionarias y al puerto.
El segundo proyecto partió de Enerfín, una filial del grupo Elecnor, que va a construir una planta de hidrógeno verde. La instalación obtendrá ese gas del agua empleando la electricidad generada por el parque de Inditex. El hidrógeno ecológico se ha perfilado en los últimos años como una de las fuentes de energía del futuro. La instalación, presupuestada en tres millones de euros, suministrará combustible a otras empresas de la zona y a vehículos.
Este viernes se conoció el tercer proyecto. Lo impulsa la empresa Fisterra Energía, dependiente del fondo de inversión Blackstone, y consiste en la construcción de otra planta de generación de hidrógeno verde. La instalación de Fisterra Energía producirá también amoníaco verde. Esa sustancia tiene numerosos usos industriales, especialmente en la producción de fertilizantes, y también como combustible. Su producción requiere grandes cantidades de energía, por lo que en los últimos años se han buscado avances para generarlo con electricidad de fuentes sostenibles. Uno de los países pionero en ese proceso es Dinamarca, que en el 2022 prevé abrir la primera planta comercial operativa del mundo. El proyecto de Fisterra Energía supondrá así que Langosteira se sume a corto plazo a una industria puntera.
La llegada de nuevos tráficos
El presidente de la Autoridad Portuaria, Martín Fernández Prado, subrayó esta semana en un desayuno con la prensa su optimismo por la marcha del proyecto, y adelantó que en las próximas semanas se concretarán otras iniciativas que supondrán la llegada de nuevos tráficos a punta Langosteira. El Green Port, añadió, convertirá al puerto en el primero autosuficiente de España en materia energética y neutro en emisiones de carbono. Esa meta coincide con los objetivos marcados por la Unión Europea para los próximos años y dinamizará la economía de la zona.
Lo mismo ocurre con el enlace ferroviario, cuya llegada en el 2026, impulsado por los fondos Next Generation de la UE, también será clave en la captación de nuevos tráficos y en la diversificación de la actividad económica del puerto y su entorno.
Un sello especial conmemorará el aniversario
Antes de que termine el año, la Autoridad Portuaria presentará un sello realizado en colaboración con Correos que conmemorará el décimo aniversario del fin de las principales obras del puerto exterior. Aunque no ha trascendido qué imagen se empleará para elaborar la estampa, todo indica que será una fotografía más o menos actual de las instalaciones, lo que ayudará a difundir la importancia de la obra y el esfuerzo económico y material que fue necesario para culminarla.