Miguel Thomas: «No recuerdo un día en los últimos 30 años sin tocar la guitarra»

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Arquitecto técnico y apasionado de su instrumento, fundó la academia Rock Shool hace un decenio y tiene a mil alumnos matriculados

14 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es su compañera inseparable. «Hasta cundo me voy de vacaciones con mi novia me llevo la guitarra. Empecé a tocar a los 15 y ahora tengo 45. No recuerdo un solo día en los últimos 30 años sin tocarla. Tengo una colgada al lado de la cama. Siempre estuve obsesionado con este instrumento y hasta me gusta desmontarlas y volverlas a montar», confiesa Miguel Thomas Marfany, director de la academia Rock School. La fundó hace un decenio en un local de 60 metros cuadrados en Pla y Cancela. Ahora sigue en la misma calle, pero con dos bajos (uno dedicado a los más pequeños) que ocupan 300 metros y en los que una veintena de profesores forman a 500 alumnos. Dice que una quinta parte van a clases de guitarra y que la batería también tiene mucho tirón, al igual que el canto, probablemente por el bum de los programas de talentos musicales de televisión. «No somos una franquicia, pero sí un centro autorizado de Rock School Londres. Eso nos permite tener una metodología que está presente en 40 países del mundo. A final de curso los ingleses nos mandan a un examinador y presentamos sobre un centenar de alumnos. Somos el número uno de España», destaca Miguel, que también es formador. «Cada semana me envían vídeos de todo el mundo para examinarse. También viajo para realizar exámenes presenciales», asegura el hombre de la guitarra. 

El día de Freddie Mercury

Charlamos en el café París 2, donde lo tratan como en casa. «Mi primer apellido se escribe así, no es nada artístico. Mi abuelo era asturiano, pero el origen exacto no lo sé», apunta este coruñés del entorno del mercado de Santa Lucía que de pequeño fue a piano al Conservatorio, pero lo dejó pronto. «Hasta los 15 años no sentí la atracción por la música. Coincidió con un concierto de homenaje a Freddie Mercury y un festival de guitarras por la Expo 92 de Sevilla. Empecé a ir a tiendas donde las vendían para encontrar a gente que me enseñase a tocar. Compraba cintas en VHS americanas con explicaciones. No había internet. Poco a poco fui aprendiendo con profesores de más nivel y toqué con grupos como Shine. Para cubrir gastos vendíamos churros a domicilio», recuerda. En realidad estudió Arquitectura Técnica en A Coruña y ejerció durante ocho años. «La mitad del tiempo viví en burbuja inmobiliaria, y la otra mitad, en crisis», confiesa. Se fue al paro y ahí decidió montar algo que no existía como tal, una escuela de música moderna. 

Gala solidaria

Miguel decidió donar el dinero que recauda con la gala anual del alumnado a una oenegé. «Al final del concierto les animamos a que nos expliquen lo que hacen», apunta. La cita fue hace pocas semanas y la entidad beneficiaria, ¿Por Qué No?, un grupo fundado por cuatro amigos de A Coruña: Martina, Marta, Luis y Jorge, que después de cinco años como voluntarios en diferentes proyectos en Kenia ahora trabajan en cooperación para el desarrollo en Guatemala, en los ámbitos de la educación y la protección de las personas más vulnerables (mujeres e infancia). Miguel lo cuenta todo con tono pausado. Me habla de Jeff Beck, guitarrista británico fallecido el año pasado. «Es mi favorito de todos los tiempos», asegura. Si coge alguna de las muchas guitarras eléctricas que tiene, lo más probable es que suenen los acordes de alguno de los temas del disco Grace, de Jeff Buckley. «No me lo puedo sacar de la cabeza». Cuando no trabaja, le gusta hacer deporte. Va al gimnasio y le da golpes al saco en boxeo. Dice que es más de montaña con casita, con chimenea (y guitarra), que de playa. Lamenta que haya tan poca gente que se quiera formar como bajista. «Después de diez años de Rock School, nuestro objetivo es ir mejorando en todos los aspectos. Hacer más actividades y que la gente hable bien de nosotros. El teatro musical para los niños está teniendo mucho éxito», destaca.