Dos narcopisos en 50 metros y 20 robos en 10 días en la avenida de Hércules, en A Coruña

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Alberto Mahía

Vecinos y comerciantes de la zona denuncian «una inseguridad peor que la de los ochenta»

31 ene 2024 . Actualizado a las 12:56 h.

La peluquera, la florista, la de la tienda de chuches, la de la frutería, el del ultramarinos, las cajeras del supermercado, el del taller, el ferretero, las de la panadería, los hosteleros, la madre que lleva al niño al colegio, la trabajadora de la limpieza que coge el primer bus de la mañana, el empleado de la ebanistería que coge el último de la noche, el crío de 8 años que vuelve de pasantía... Casi nadie se libra en la avenida de Hércules de sufrir robos, hurtos o atracos. Lo de que le pidan a uno dinero por la calle hace tiempo que ya ni se comenta. Porque eso de que los toxicómanos acosen rogando una moneda «aquí no nos quedó otra que acostumbrarnos. Sabemos que cuando salimos de casa, eso nos va a pasar sí o sí».

Los comerciantes, que se avisan unos a otros por un grupo de WhatsApp cuando alguien sufre un robo o ven a alguien sospechoso, han sumado 20 robos en los últimos 10 días. «Y nos quedamos cortos, pues si añadimos los hurtos, la cosa se dispara. Pregúntele a las del súper», dice un hostelero. Se les preguntó y dicen que en un día pueden entrar más de diez a llevarse comida o bebida.

Y si no pasan más cosas es porque hay vecinos con carácter y mucha calle que se plantan. El viernes hubo uno que aporreó la puerta de un narcopiso y empezó a golpes hasta que le pusieron un destornillador al cuello. La policía evitó que la cosa fuese a más. Y el sábado, otro que sabía que uno de los clientes del bajo okupado le había robado el patinete eléctrico a su novia, fue a recuperarlo y le entregaron uno sin rechistar. El problema fue que no era el de su pareja, «lo que da una idea de todos los monopatines, bicicletas o móviles robados que habrá ahí dentro», cuenta el osado residente. Ceci Kraychev tiene un ultramarinos y anima al resto a no dejarse pisotear: «No les podemos tener miedo, porque si no se hacen todavía más fuertes».

Todo esto está pasando, sobre todo, en un pequeño tramo. En apenas 50 metros funcionan dos narcopisos. Uno en el número 91 de la avenida de Hércules y el otro en el 5 de la calle Washington. «Son peligrosos los de dentro y peligrosos los que van allí a comprar a todas horas», dice un vecino. Los de dentro «la liaron varias veces». El sábado pasado «salió uno con unas tijeras abiertas gritando por la calle “os vais a enterar, Monte Alto. Aquí mando yo”, como una advertencia al barrio después de la concentración que hicimos la semana pasada», cuenta una residente. Ese mismo día sucedió el conocido episodio del hombre que caminó por la avenida con la cabeza sangrando y un martillo en la mano. Este, segundos antes de atemorizar al barrio, había aporreado la puerta del narcopiso con esa herramienta por una cuestión de deudas.

Por todas esas cosas andan los periódicos, las radios y las televisiones por la avenida de Hércules hablando con unos y con otros. Monte Alto está en el foco. Desde que los vecinos y comerciantes de la zona se concentraron hace diez días protestado por la inseguridad y reclamando mayor presencia policial, casi nada es igual. Hay patrullas y policías de paisano subiendo y bajando día y noche.