Los coruñeses pagan pero no disfrutan la deseada ampliación de Alfonso Molina, en A Coruña

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

El presupuesto del Estado incluye otra vez una obra pendiente hace 20 años

26 nov 2021 . Actualizado a las 12:04 h.

Los argumentos se han repetido más que el estribillo del megahit del verano: es el principal acceso a la ciudad, la usan más de 120.000 conductores al día, está al límite de su capacidad. La misma canción, día tras día, atasco tras atasco, desde hace más de 20 años. Pero ningún Gobierno ha ejecutado la deseada ampliación de Alfonso Molina tantas veces —en vano— comprometida.

El actual Ejecutivo, tras borrarla de sus primeros presupuestos a partir del 2018, ha vuelto a incluirla en sus planes económicos. Además, ha dividido el proyecto en tres fases. La primera, la construcción de una pasarela peatonal en Pedralonga, arrancó el pasado septiembre y costará 1,2 millones de euros. En las cuentas del 2022 cuenta con una partida de algo más de cuatro millones de euros. Están previstos nuevos desembolsos en el 2023 (7.370.000 euros), 2024 (6.317.000), y 2025 (3.307.000) hasta superar los 21 millones de inversión. Como en el caso de A Pasaxe —que sin embargocarece de fechas concretas en el presupuesto—, el Gobierno central financiará la obra mediante los fondos Next Generation de la UE.

Pero los coruñeses ya están pagando por la infraestructura desde noviembre del 2019, cuando entró en vigor la subida de peajes de la AP-9 con la que se iba a financiar la mejora de las conexiones de la autopista en Santiago, Vigo y A Coruña. Las dos primeras mejoras se ejecutaron.

La gran circunvalación de la capital gallega fue inaugurada en el 2018, antes de que finalizasen los trabajos. Con la ampliación del puente de Rande ocurrió lo mismo en julio de aquel año.

En ambas ciudades hubo críticas porque los actos oficiales se hicieron cuando las infraestructuras todavía estaban construyéndose. En A Coruña no hubo quejas, ni inauguraciones adelantadas, ni obras. La ciudad había perdido el tren de la mejora de su principal acceso entre el 2015 y el 2017, cuando el gobierno local de la Marea Atlántica rechazó el plan del Ministerio de Fomento para reformar y ampliar la vía.

La Marea no estuvo sola. El BNG también se opuso al proyecto del Gobierno central, entonces en manos del PP, porque a su juicio solo serviría para fomentar el uso del coche. Pero más llamativo fue el rechazo del PSOE, que acudió a inaugurar la obra de Pedralonga, pero en el 2017 clamaba en el pleno contra una «ampliación de carriles» que no quería «tragar». La misma ampliación que habían propuesto los exalcaldes socialistas Francisco Vázquez y Javier Losada, y también el exministro de Fomento, José Blanco, cuyo equipo había sido el principal artífice del diseño entonces rechazado.

La decisión del ejecutivo local de la Marea, secundada por PSOE y BNG, rectificó la postura de fuerza del Ayuntamiento, que llegó a ir a los tribunales —primero contra el Gobierno del PSOE y luego contra el del PP— cuando se planteó que la subida de peajes solo financiaría las obras de Vigo y Santiago. Esa decisión se corrigió mediante un acuerdo firmado en el 2011 que incluía A Coruña en la mejora de los accesos. No sirvió de nada.

Ese parón, confirmado con el borrado del proyecto en los presupuestos posteriores al 2018, fue el último de la larga lista de desencuentros con la ampliación. Baste recordar que en el 2000 se anunció el inicio inmediato de las obras con un presupuesto total de casi cuatro millones de euros. Nunca lo hicieron.

La inauguración abrió una nueva era en 1957

ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

La avenida de Alfonso Molina —en la imagen, el tramo de la gasolinera— abrió en septiembre de 1957. Entonces se llamaba Lavedra, tenía dos carriles por sentido y fue el pistoletazo de salida para el auge del coche. No sin problemas, el primer accidente se produjo tres días después de la apertura, entre un turismo y un carro de bueyes.

Los problemas de capacidad de la vía ya se detectaron en el siglo pasado

En 1999, el siglo pasado, el Ayuntamiento envió al Ministerio de Fomento el estudio para ampliar la avenida de Alfonso Molina, que ya entonces estaba «colapsada casi a diario». Fomento se había comprometido a ejecutar las obras. El objetivo de la reforma, presupuestada en 5,36 millones de euros, era ampliar la capacidad de la avenida en 15.000 vehículos. No se hizo. El retraso solo ha causado más atascos y la obra parece inevitable. Los informes de los técnicos de carreteras advirtieron otra vez en el 2015 que la vía estaba al límite de su capacidad, y la previsión es que el número de usuarios siga aumentando en próximos años.