Casa do Arxentino: tradición y toques de cocina fusión en un edificio del siglo XVIII en Mera, en Oleiros

Su propuesta gastronómica va en consonancia con el espacio en el que se ubica, un edificio del siglo XVIII a los pies de la playa de Mera (Oleiros). De ahí que una parte importante de los platos que salen de su cocina conjuguen producto de mar y tradición, aunque en su carta también hay cabida para otros con toques más modernos y viajeros, llegados desde Perú, de donde es originario su cocinero. Además del restaurante, en Casa do Arxentino cuentan desde hace unos meses con una zona de taberna con propuestas más informales y otras pensadas para compartir, mejor si se acompañan de un vino. «Es algo que nos faltaba y ha servido para abrirnos a un nicho de público más joven. Está funcionando muy bien», señala su propietaria, Olga García.

El producto de cercanía y de temporada resulta fundamental en ambas cartas. «La idea es que vaya cambiando para que no aburra. Hasta ahora teníamos un cebiche de mango y langostinos, que estamos pensando en cambiarlo en invierno por uno de lubina», explica sobre su idea. Sucede algo similar con uno de sus platos más icónicos, el bogavante con huevos de corral y patatas fritas, que dependiendo de la disponibilidad en el mercado estará en la carta o no. Si uno tiene la suerte de poder probarlo, se quedará encantado con la original combinación.

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Otros de los que nunca fallan son el tataki de atún rojo Balfegó, una auténtica explosión de mar, el espectacular picantón de corral asado, que acompañan de pera y puré de mostaza antigua, o la costilla de black angus, que tras cocinarla a baja temperatura se deshace con solo mirarla.

Los clásicos también tienen cabida en Casa do Arxentino. Destacan sus croquetas caseras —las tienen de jamón ibérico o mejillón con un toque picante—, un bocado de lo más meloso. «La receta es secreta y está encantado. Hay gente que viene a propósito a por ellas», comenta con orgullo la empresaria. Las zamburiñas al horno, el pulpo á feira con cachelos y las almejas a la marinera siguen esa línea de sabores de siempre que no defraudan. El aporte de cocina fusión lo dan las patatas bravas peruanas —se sirven con dos salsa típicas del país andino, una de ají amarillo y otra de rocoto—, las gyozas caseras de langostino o la chalaca, una especie de taco abierto con cebiche de mar.

Al que le guste cerrar con un plato dulce tendrá en las texturas de chocolate todo un acierto. Es un cremoso de chocolate, sobre lecho de tierra de chocolate también y con espuma de chocolate blanco. Solo apto para verdaderos adeptos a este alimento.

Además del restaurante y la taberna, tienen un hotel de lo más encantador que cuenta con seis habitaciones. 

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