Martinete, el barrio de A Coruña que no existe con la calle que no existe: «Ahora nos vais a escuchar»

VIVIR A CORUÑA

German Barreiros

Estos vecinos se unen a los de Someso y O Birloque para decir al unísono «basta ya». Se quejan del abandono endémico de esta zona, donde los niños conviven con jeringuillas en edificios abandonados, las ratas campan a sus anchas y la accesibilidad es una quimera

26 mar 2023 . Actualizado a las 18:22 h.

Al Martinete solo van los del Martinete. Debe de ser cierto, porque en la panadería de Peña da Chave ni un cliente ni el trabajador del local saben de la existencia del bar Casual. Situado a un puñado de metros, se encuentra al otro lado de una frontera imaginaria que divide a unos ciudadanos moderadamente contentos de otros que, pese a llevar años callados, ya no pueden más. Un grupo de vecinos cita a este periódico en dicha cafetería —llena hasta los topes— para alzar la voz y quejarse del abandono endémico que sufre este barrio desde que echó a andar, allá por los primeros 2000.

El bar Casual, casualmente, se encuentra en una calle sin nombre. La decena de residentes de O Birloque y Martinete que quieren reivindicar sus derechos como ciudadanos —«nuestros impuestos valen lo mismo que los del resto de coruñeses», claman— comienzan así el relato de infortunios de la zona. «Puede parecer una tontería pero ¿dónde más ocurre esto? Al cartero deberían darle un plus. Esto es solo un reflejo de la dejadez institucional a la que se nos somete, pero evidentemente no es lo más grave». Amar Basic es el portavoz de una revolución vecinal que pretende hacer de la unión la fuerza para que alguien ponga, por fin, solución a los problemas de la zona.

Amanda y Antón son un matrimonio que lleva unos cinco años viviendo en la parte baja del Martinete. Compraron aquí porque la zona les pareció «preciosa, con el río y tanto verde». Y por la cantidad de edificios residenciales que prometían una vida tranquila y agradable donde formar una familia. El sueño se truncó pronto, cuando una de estas construcciones se convirtió en un esqueleto, del que hay promesas de derribo, que pasó a ser un picadero de droga.

German Barreiros

La mole de ladrillo, situada al lado de su vivienda, prácticamente se ha convertido en un vertedero donde no faltan las jeringuillas y las ratas campan a sus anchas. Amanda dice que es «imposible criar tranquila aquí a un hijo, y menos pensando en cuando crezca un poco. Ahora tiene cuatro años, pero después, cuando esté con sus amigos, con lo que les gusta a los niños el peligro...». A esta preocupación suma una petición que, dice, es extensiva a los muchos padres jóvenes que residen en la zona: «No puede ser que no tengamos un parque, pero bueno, ya no un parque, una zona verde, ¿es eso normal?».

Si para los menores vivir aquí les condena casi a estar encerrados en casa, la situación de la población envejecida no es muy diferente. Yoli no entra en ese estrato de edad, de hecho ni deja que se le trate de usted, pero rondando los sesenta muestra por qué es imposible para los mayores ir tranquilos por la calle. «Las aceras no tienen ningún sentido: mira cómo se estrechan tanto que casi desaparecen, por no hablar esas zonas donde directamente no hay y los coches pasan a toda mecha, o las que están tan inclinadas que parecen una carrera de obstáculos». 

«¿Por qué nos abandonan?»

El resto de vecinos asienten a las quejas que van escuchando en la andaina conjunta que recorre las zonas más desatendidas del barrio. No se van a mover. Es su casa, son sus amigos y sus raíces, pero quieren lo que, opinan, tienen las demás zonas de la ciudad. «Comparas con Novo Mesoiro, que tienen de todo y está súper acondicionado para niños, y esto no tiene sentido, se crearon más o menos a la vez ¿por qué nos abandonan?», se pregunta Antón. Para añadir Rosa una reflexión: «A partir de Peña da Chave no existimos; si no nos ponen ni luces de Navidad». Ante la ausencia de apoyo, son ellos los que reman para hacer resurgir el barrio, y hasta pretenden hacer de un tanatorio en desuso un lugar donde se puedan reunir los residentes del barrio, en una suerte de centro cívico donde pasar el tiempo o incluso una sala de fiestas.

German Barreiros

Optimistas y luchadores, también tienen en marcha Parque Ciudad, un pulmón verde que pasa por la recuperación del río Monelos y que plantea, entre otras cosas, crear una zona de árboles frutales, deportes y recreación para niños y perros. Amar Basic es cabeza visible de este plan, y cuenta que aunque el proyecto está aprobado, aún no han conseguido financiación. 

Basic lleva siete años en Martinete, pero es como si llevase toda la vida. Con desazón pone todo de su parte por hacer de esta zona un lugar digno y apetecible, pero es franco. «Son demasiados años de inversión cero en este barrio, las comunicaciones son un desastre y la accesibilidad imposible; no es atractivo para nadie, ni para constructoras ni para compradores particulares». A este resumen sus vecinos, una potente pero exigua representación de los varios miles de vecinos que hay en el Martinete y O Birloque, añaden como conclusión: «No hemos luchado lo suficiente, somos gente callada pero ahora estamos fuerte. Es el momento: nos van a escuchar».

Las quejas se replican en Someso: «Hay ratas y basura por la calle porque no estamos en la ruta de barrido del Concello»

Lucía Fernández enseña el mapa de las rutas de barrido del Concello. La zona de Someso, pegada a O Birloque, sale en blanco. Esto, explica la representante de la plataforma vecinal Sector7, tiene como consecuencia unas deficiencias de limpieza que culminan en una acumulación de arena, basura e incluso ratas que tienen al vecindario en jaque. Una notificación del Concello confirma que la calle José Pascual López Cortón forma parte de la red viaria de titularidad municipal, «por lo que no hay excusa para que estemos así», comenta la portavoz de esta agrupación. Además, recalca que al tratarse de las inmediaciones del Coliseum, los días que hay concierto, la zona se llena de cristales de botellas y todo tipo de desechos.