¿Cómo era el turismo en A Coruña hace cien años?: del bum de la higiene a las calles con mujeres «distinguidas y garbosas»

VIVIR A CORUÑA

Concello da Coruña

Una guía turística de aquel año permite entender la importancia de las casas de baños, observar reclamaciones que tardaron casi un siglo en llegar y descubrir cómo se vivían entonces las fiestas locales

17 ene 2024 . Actualizado a las 17:18 h.

«Aquí uno puede encontrar todas las comodidades de la vida moderna». La frase pretende vender la ciudad de A Coruña, pero no su apuesta por la peatonalización, tampoco el ramillete de locales de hostelería más propios de una gran capital o una oferta cultural donde no faltan reclamos como Picasso o le fotógrafo Helmut Newton. En 1924, la guía de turismo de la entonces capital de Galicia intentaba captar turistas hablando de las bondades de una ciudad que, sobre todo, presumía de mirar de frente al Atlántico, contar con unas casas de baño incomparables, y poseer unos salones con espectáculos de variedades que no tenían competencia.

Si esta esquina a veces sigue pareciendo el fin del mundo en lo que a comunicaciones se refiere, hace cien años viajar hasta A Coruña era prácticamente una odisea. El turismo sanitario se convirtió en el mejor reclamo para esta ciudad por su situación privilegiada, que aprovecharon también otras urbes de la costa cantábrica. Pero también su potente puerto, que era punto de partida de infinidad de emigrantes hacia el continente americano. De hecho, como indica la investigación Historia del Turismo en Galicia. Orígenes y Desarrollo en el siglo XX, solo entre 1900 y 1910 se embarcaron 250.000 pasajeros, favoreciendo un efecto arrastre sobre un gran número de actividades de hostelería y restauración.

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La Guía del Turista de 1924 es una mirilla a la vida de los herculinos hace ahora un siglo. No solo por los puntos de atracción que tenía entonces la urbe, sino porque la publicidad que acompaña cada página del folleto estaba pagada por empresas cuyos anuncios son ahora la panacea de los kitsch. Entre los más curiosos se encuentra el de la fábrica de palillos de dientes Pavo Real, un faldón pagado por la aún vigente Farmacia Villar y otros absolutamente desfasados como el de algún médico general especialista en «trastornos menstruales y nerviosos».

Aprovechaba la guía para defender que el clima de A Coruña es «el más benigno de España», con una temperatura media en agosto de 18 grados —el último informe de Meteogalicia dice que la temperatura media del pasado agosto fue de 21,6 grados—. De este modo, recomendaba el libro acercarse a la playa de Riazor, y a esas casas de baños que se habían vuelto un objeto de deseo una vez la higiene, a finales del siglo XIX, se puso en el centro. Los beneficios del agua del mar, los baños de algas o la —ahora— simple presencia de duchas ya eran de por sí un atractivo que arraigó el turismo ligado a los arenales que aún hoy mantiene A Coruña.

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De entre las zonas de paseo, la guía destaca la calle Real y la plaza de María Pita. De la primera, a la que se refiere como «el riñón de la capital», dice que es una avenida «sonriente, con sus comercios de buen gusto, sus casas simétricas y polícromas, donde las galerías de cristales dan su nota fresca y luminosa», para continuar argumentando su visita obligada porque por esta calle pasean las «coruñesas distinguidas y garbosas» y los coruñeses que «cuidan sus cuellos inmaculados y sus corbatas sedosas y brilladoras». De la plaza donde actualmente se encuentra el Ayuntamiento, un dato curioso: ya entonces, y hace cien años de la publicación de esta guía, se reclamaba la construcción de un «monumento que recordase la hazaña realizada por aquella intrépida mujer». La estatua no llegó hasta 1998. 

Las fiestas estivales de la ciudad ya eran un acontecimiento que alteraba la vida ordinaria de los coruñeses. Solo que lejos de tener a un Loquillo o a una Ana Torroja subidos al escenario, entonces los vecinos celebraban el mes de agosto acudiendo a los diferentes eventos religiosos que había programados cada día, dejándose ver en la plaza de toros y o acudiendo a una cita que todavía hoy es ineludible: la recreación de la batalla de las flores. 

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El tranvía era en 1924 un medio a promocionar, diez años después de que se sustituyese por completo la tracción animal. Su recorrido hasta Sada acababa de ser inaugurado, y era una experiencia que se recomendaba probar a los viajeros, como las rutas que van a O Burgo y San Pedro de Nós. Del cinturón metropolitano, la guía invita a descubrir Cambre, Betanzos, Pontedeume, Santiago, Sobrado dos Monxes y Ferrol, ciudad donde el folleto pone especialmente el acento: «Es ineludible para quien visita La Coruña».

*Puedes leer la guía completa en este enlace.