Jesús del Río, un autónomo convencido que asume retos: «Ni me planteo que me vaya mal»

VIVIR A CORUÑA

Jesús del Río y Estefanía, propietarios de Casa del Río.
Jesús del Río y Estefanía, propietarios de Casa del Río. Cedida.

Este mes de febrero ha cambiado su negocio de ultramarinos, Casa del Río, por un local de hostelería que da servicio a la zona de Zalaeta

29 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Charcutero, carnicero, frutero. Jesús del Río ha trabajado de todo en un supermercado. Sin embargo, un buen día de hace cinco años dijo «hasta aquí». Con salarios bajos y enlazando contratos temporales, tomó la decisión de ser su propio jefe y puso en marcha Casa del Río, un ultramarinos que este mes de febrero se ha transformado en bar. «Siempre lo tuve en mente y me apetecía cambiar», dice.

Nunca había trabajado antes como trabajador por cuenta propia. La tienda de comestibles fue su primera incursión en el temido —y querido— mundo de los autónomos. Y hasta la fecha todo ha sido miel sobre hojuelas. Emprendió esa nueva vida junto a Estefanía, su pareja, socia y madre de sus hijos. «Mi mujer en aquellos comienzos trabajaba en la refinería, era técnico de prevención de riesgos y también lo dejó. A mí me vio tan bien, tan contento, tan satisfecho que dijo "yo también quiero lo mismo"».

Jesús explica que esta experiencia como autónomo ha sido gratificante. «La verdad que fue una sensación distinta, dejé de enlazar contratos temporales, empiezas a no tener jefe, vendes el producto que quieres vender», afirma. Una sensación que también se explica porque hasta la fecha les fue bien, sobre todo, con la pandemia del coronavirus. «Nosotros no paramos de trabajar durante la pandemia, nos hizo crecer cinco años de golpe, fuimos llevando pedidos a casa. Estábamos de ocho de la mañana a ocho de la tarde sin parar de trabajar», relata.

La parte negativa está en la burocracia, sobre todo, desde que se propusieron convertir el ultramarinos en bar. Y en la dedicación, que es mucho mayor: «Trabajo muchas más horas que antes, pero es para ti, es como estar en tu casa. Estás con amigos, con familia, vecinos». Un compromiso que también se nota en el retorno económico. «Gano tres veces más de lo que ganaba».

El nuevo rumbo del negocio lo asume con la misma energía. «Ni me planteo que me vaya mal», dice. El cambio se debe a que es un proyecto que siempre tuvieron en mente, pero que no emprendieron por las restricciones a la hostelería que tuvo el sector. Además, estos últimos meses el ultramarinos acusó el aumento del precio de las materias primas y la inflación: «Los márgenes de alimentación se hicieron más pequeños», explica Jesús. Y el cambio se materializó cuando se reformó el parque infantil frente al local.

La idea de Jesús y Estefanía para el nuevo Casa del Río es crear un punto de encuentro de familias de la zona. «Tenemos un instituto, una guardería, dos colegios... el cliente que buscamos son grupos de padres que buscan tomarse una cerveza, un picoteo, y que puedan estar controlando a los niños en el parque». Así, han comenzado con una carta pequeña, con tostas, alguna tapa y bizcochos, pero se adaptan a los clientes. «Últimamente nos piden que tengamos algún tipo de menú de fin de semana para niños».