El cásting de «Gran Hermano» aterriza en A Coruña: «Me da cosilla exponerme tanto, pero quiero vivir la experiencia»

VIVIR A CORUÑA

Marcos Miguez

En su única parada en Galicia, un tráiler itinerante con confesionario busca a los nuevos concursantes de un programa que pretende recuperar el espíritu de las primeras ediciones

25 jul 2024 . Actualizado a las 15:28 h.

Esta semana se cumplieron 24 años del minuto más visto de la televisión española. El 22 de julio del 2000, siete de cada diez españoles tenían los ojos puestos en Guadalix de la Sierra. Mercedes Milá estaba a punto de revelar quién sería el ganador de —el primer— Gran Hermano, el programa de telerrealidad que cambió para siempre la forma de entender la televisión. En aquella época aún hacía falta dotar a los productos audiovisuales de una pátina de intelectualidad, por eso Telecinco se empeñaba en vender el formato como «experimento sociológico». Lo fue. Antes de que las redes sociales dinamitasen el sentido de la palabra intimidad, la revolución pasaba por ver a un desconocido examinando sus puntos negros, durmiendo la siesta o discutiendo por el menú semanal.

Pese a que la vida en directo la tenemos todos en el móvil, Gran Hermano ha sabido reciclarse y su vuelta genera casi tanta expectación como la llegada de la primera edición. Siete años después de que el rey de los realities —su versión sin aditivos, con anónimos— desapareciese de la pantalla, en parte debido a la sombra de unos abusos sexuales por los que un concursante acabó condenado a quince meses de cárcel, Mediaset calienta motores para el que pretende ser el estreno televisivo del otoño, y para ello ha buscado concursantes en A Coruña.

La explanada del Palacio de los Deportes de Riazor acogía este festivo 25 de julio un tráiler con paredes de cristal y una reproducción del confesionario. En torno a las once de la mañana, decir que se amontonaban los aspirantes dispuestos a ser los nuevos Kiko Hernández, Aída Nízar, Nagore Robles o Fresita, sería mentir, aunque probablemente el goteo de interesados en conocer al Súper sería constante hasta las seis de la tarde, cuando el autobús tomaría un nuevo destino a la caza de los concursantes más carismáticos de España.

Mientras un trabajador animaba a los posibles concursantes para que lo dieran todo en la prueba de cámara, como en Gran Hermano, ya se sabe, todo se magnifica, en la cola incluso habían nacido amistades. Ana y Virginia charlaban animadamente aunque se habían conocido minutos antes. Virginia, de Ferrol, tiene ahora dos trabajos y está dispuesta a dejarlo todo por esta «cuenta pendiente». Cuando se planteó apuntarse al cásting el programa dejó de emitirse, así que quiere saldar la deuda que tiene consigo misma llegando con su maleta a Guadalix de la Sierra. Explica que sí le da «cosilla exponerse tanto», pero le merece la pena por «vivir la experiencia». Esto mismo cuenta su nueva amiga, de Oleiros. «¿Qué pueden sacar de mí? No he matado a nadie».

Casi un cuarto de siglo después de que Ismael Beiro se convirtiese en el yerno de España, aún cuesta arrancarle a un aspirante que se presenta al concurso para llevarse el premio: 300.000 euros contantes y sonantes. El machacón «vivir la experiencia» y el espíritu del campamento La Brújula se colaban en esa cola que abría la puerta a un Interviu, un Crónicas Marcianas o un cameo en Torrente. Y que ahora es, sobre todo, la llave a patrocinios de Instagram.