La tortilla del bar Pontejos vuelve renovada: «Me pongo a freír antes de las siete de la mañana»
VIVIR A CORUÑA
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El establecimiento estuvo cerrado durante un mes por mejoras de la instalación eléctrica, la barra y los baños
25 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La ciudad de A Coruña ya ha vuelto completamente a la rutina tras el paréntesis estival. Sin embargo, en la plaza de San Agustín faltaba algo para recuperar esa normalidad que pide el otoño. «No han parado de preguntarnos cuándo íbamos a abrir», confiesa Javier Otero, copropietario del bar Pontejos (Pío XII, 3), que reabre este miércoles tras un parón por vacaciones y obras en el local. «Lo de los clientes ya ha sido casi acoso», añade entre risas.
Las ganas entre los vecinos del centro se explican porque nunca antes habían bajado la persiana durante un mes: «Es la primera vez que cerrábamos tanto tiempo», cuenta Loli Castiñeira, la heredera de este local que lleva más de 50 años haciendo tortillas de patata en la plaza de San Agustín. El negocio lo fundaron los padres de Loli, pero la cocina la ha heredado el yerno: «A mí siempre me gustó cocinar y entonces me metí yo en la cocina», cuenta Javier.
La mise en place de las tortillas de Pontejos comienza de madrugada: «Me pongo a freír antes de las siete de la mañana», dice. Previsión necesaria para hacer las entre cuarenta o cincuenta tortillas que preparan a diario, aunque este miércoles podrían llegar hasta las sesenta si la meteorología lo permite. «No se espera buen tiempo, pero la gente tiene ganas; a primera hora y a mediodía va a ser duro», afirma
El secreto del éxito de la receta está en los ingredientes, con unos huevos de calidad y las patatas adecuadas: «Utilizamos una variedad semiamarilla, que es un poco ácida, no es dulce». Luego, el toque está en el punto de sal y el punto de fritura, uno que Javier ya tiene controlado después de más de 20 años detrás de los fogones. El resultado es una tortilla que tiene el visto bueno de los fundadores. «Mi suegra cuando viene los viernes a casa le hago tortilla y le gusta mucho».
El motivo del cierre de Pontejos fue por las vacaciones y porque el local necesitaba un lavado de cara. Reformaron los baños, pusieron al día la instalación eléctrica, mejoraron la barra y pusieron a punto la fachada, que luce sin desconchones. Sin embargo, Javier y Loli confiesan que el local mantiene su esencia.
Este lavado de cara es el que necesitan para aguantar hasta la jubilación, en la que piensan desde que se hicieron cargo de Pontejos. Por el momento, los hijos no forman parte del equipo, aunque igual el mayor se anima cuando Loli y Javier cuelguen el delantal. «Pero eso será cuando llegue el momento. La cuestión es que la hostelería es muy dura, nosotros mínimo echamos catorce horas al día», relata Javier.