Claudia Pradas, psicóloga: «El tiempo que le dedicamos a las redes sociales no lo decidimos libremente»

VIVIR A CORUÑA

Especializada en trauma y apego desde una perspectiva de género, utiliza su cuenta de Instagram para hacer divulgación de la salud mental. Este jueves 10 de abril participa en A Coruña en la charla «El poder de las redes», junto a perfiles tan activos como Salseología o Le Petit Patito
10 abr 2025 . Actualizado a las 14:27 h.Con la serie Adolescence poniendo negro sobre blanco la brecha comunicativa que existe entre generaciones, la ley en España elevando la edad a la que los menores pueden acceder a las redes sociales, y el incremento de trastornos psicológicos vinculados al tiempo —y uso— que la generación Z da a Instagram y TikTok, la conversación El poder de las redes sociales es prácticamente obligatoria. Organizada por la agencia de publicidad Reclam en su sede de Durán Loriga (A Coruña), el encuentro tendrá lugar este jueves 10 de abril a las 19.00 horas. La charla contará con perfiles tan activos en Internet como Salseología, Le Petit Patito o Claudia Pradas. Esta psicóloga, especializada en apego y trauma desde una perspectiva de género, utiliza su cuenta de Instagram para hacer divulgación sobre salud mental.
—Directamente partimos de la premisa de que las redes sociales son peligrosas. Pero ¿cuáles son los riesgos a los que nos enfrentamos?
—Sobre todo, la dependencia que nos genera. Hay mucha gente que pasa diez horas a la semana en las redes sociales y eso es un problema notorio, pero lo llevo más allá: creo que es muy grave, y lo hacemos la mayoría y no nos damos cuenta, que el teléfono sea nuestra primera herramienta de consulta para todo. En lugar de preguntarle una duda a un amigo o a la panadera, ya recurrimos a Google y a ChatGPT.
—¿Generan todas las redes el mismo tipo de enganche?
—Sí que es verdad que, si abusamos de ellas, todas son peligrosas. Pero hay algunas que me preocupan más que otras por su sesgo ideológico. Al final, sus dueños son grandes empresas con intereses políticos que se van a esforzar para que su mensaje cale, y tienen herramientas para que así sea. Luego TikTok creo que es la que más adicción puede llegar a generar porque está preparada para que consumas constantemente, que estemos siempre pensando «solo un vídeo más», y nunca lo sea.
—Como consumidores de redes sociales, entonces, ¿no tomamos decisiones libremente?
—Podemos, pero con práctica y tomando conciencia de que los estímulos que nos llegan son los que otros quieren que recibamos y del tiempo que le dedicamos a la pantalla.
—Es difícil que la gente joven tenga estas herramientas si no reciben formación.
—Claro, ese es el problema, que los adultos no pueden formar a los jóvenes en el uso de redes sociales porque para ellos es algo nuevo. Hay un abismo comunicativo entre los mayores de 35 años y los adolescentes, pero es importante que los mayores no demonicen lo que no entienden, aunque les parezca que su manera de relacionarse es de marcianos.
—¿Hay que ser más estrictos con la regulación?
—Yo creo que está bien que se controle el acceso a ciertas redes sociales a los menores de 16 años. La regulación es fundamental, pero nunca entendida como un castigo; cuantas más restricciones pongamos es peor porque los jóvenes siempre van a encontrar una vía para saltarse la norma e incluso les puede parecer más atractiva la red social en cuestión.
—Tú haces divulgación de la salud mental avalada por tu formación. Pero cada vez salen más perfiles abordando esta temática sin ser especialistas. ¿Se están capitalizando los problemas psicológicos?
—Sí. Es justo lo que está pasando. Desde hace un tiempo la salud mental ha dejado de ser un tabú y la gente muestra interés por conocer más sobre trastornos mentales con los que, además, muchas veces se siente identificada. Así han empezado a nacer nuevos servicios que no siempre ayudan: cursos para detectar narcisistas, un coaching para sanar tu vida interior o trucos para tener buena autoestima. Ahora mismo hay tanta sobreinformación sobre este tema en las redes sociales que es difícil distinguir qué es útil y válido de lo que no lo es, y quién está autorizado para hacer ciertos vídeos de quien no lo está. Todos buscamos el engagement [la interacción de la audiencia con una cuenta] y para eso a veces caemos en hacer vídeos llamativos que banalizan el tema en cuestión. Por ejemplo, un vídeo que en cinco frases te habla de las «señales para identificar un trauma complejo» puede llegar a ser contraproducente, pero el problema es que algunas cuentas de Instagram y TikTok necesitan la psicología para vivir y, por tanto, son menos escrupulosas a la hora de decidir qué publicar, porque quieren llegar a cuanta más gente mejor.