Ingenieros, mecánicos o informáticos reconvertidos en agricultores: «Fue la llamada de la selva, pero rural»

VIVIR A CORUÑA

La comarca cuenta con un ecosistema de pequeños nuevos agricultores que han visto en la tierra una vía de emprendimiento sostenible y feliz

07 sep 2025 . Actualizado a las 11:23 h.

Aunque parece en el olvido, la pandemia nos cambió. Surgieron nuevas necesidades o se reposicionaron otras en la pirámide. Una evolución, todavía más radical si te pilla en alguna de esas edades enteras, como los cuarenta. Algo de eso le pasó a Miguel Ángel Roig, que tras años trabajando como director de proyectos de innovación e industria 4.0 decidió emprender a partir de la tierra. El motor de cambio de Francisco José López, mecánico, fue otro, más familiar. Y el de José Antonio Olveira fue el más arriesgado de todos. Pero los tres ahora forman parte de ese sustrato que circunvala la ciudad de A Coruña y a la que surte, para los concernidos por ello, de pimientos, berzas, tomates o puerros que saben a eso y sin intermediarios. De la huerta a casa.

«Fue la llamada de la selva, pero rural». Así resume Roig, valenciano, el cambio que dio a su vida. Todo comenzó con un sentimiento, una sensación. «Me apetecía tener mi huertecita, cultivar mis propios alimentos», dice. Y la oportunidad surgió con una herencia, la de su mujer, coruñesa,y el motivo por el que vive aquí desde hace más de veinte años. El legado fueron cinco hectáreas, pegaditas al polígono del Espíritu Santo, en Cambre. Superficie suficiente para un huerto de autoconsumo, pero que desde 2019 evolucionó a Os Biosbardos, leira ecológica, cimentada en la permacultura, que busca crear sistemas autosuficientes, regenerativos y respetuosos con el medio ambiente.

El camino fue costoso y a base de prueba y error, pero encontró un final. «Nuestra finca era sostenible a nivel medioambiental y a nivel social, pero no empezamos a ser sostenibles a nivel económico hasta hace un año», cuenta Roig. Su mujer, que no dejó su trabajo, fue fundamental en esta espera y, también, la plantilla de Os Biosbardos. «Somos un equipo multidisciplinar. Tenemos a un ingeniero de caminos, a una química y a una paisajista. Podríamos estar trabajando en cualquier otro sitio, pero en algún momento de nuestra vida decidimos que nos apetecía cambiar y que queríamos trabajar en un proyecto que nos llene», cuenta el agricultor.

Puerros, berza, tomates, calabaza o flor eléctrica —a 200 euros el kilo— son algunos de sus productos. Los reparten a domicilio, pero recomiendan recogerlos in situ. «Ofrecemos un 20 % de descuento. Es una forma de incentivar que la gente se acerque, porque cuando vienen se dan un paseo, visitan al burro, a las yeguas, a los perros, ven la huerta… Es otra forma de disfrutar, mejor que ir a Carrefour. Lo cierto, crear comunidad es otra de las metas. Así, este año repiten el próximo 13 de septiembre con su Leirafest, un evento solidario con mesas redondas, talleres, exposiciones, conciertos y comida sin salir de la huerta.

Sobrevivir feliz con el campo

La estabilidad conseguida por Os Biosbardos es compleja. Lo sabe bien José Antonio Olveira, de Finca o Castelo, en Abegondo. Empezó en 2017 tras dejar a un lado el mundo de la venta de informática. Le tocó comprar tierras. Un inconveniente a la hora de hacer balance, pero está satisfecho con el cambio. «Mira, vivir, eu creo que tal como teño a situación, é imposible vivir desto se non fora pola axuda da muller. Pero son máis feliz porque chegas aquí pola mañá, estás cos cans, coas galiñas, traballas ao aire libre, estou moreno todo o ano e fas deporte, non fai falta ir a crossfit nin nada», cuenta.

Su sistema de venta es a través de WhatsApp. «Os luns pola mañá lanzo unha lista co que teño. Os clientes piden e logo fago o reparto», explica. Entre los productos estrella están los pimientos, lechugas, calabacín, tomates… Pero triunfa con las manzanas. «Eu agora mesmo teño 29 variedades de mazás, todas autóctonas. Entón, hai algunhas que son excelentes, que teñen un sabor incríble. A xente cada vez que as proba dime: “Pero isto é unha marabilla”, añade. Los puerros también son muy valorados entre sus contactos, al igual que los physalis, que están en plena temporada.

Agricultor por casualidad

Francisco López, de A Horta do Monte, acabó siendo agricultor casi por casualidad. Tuvo que dejar la mecánica para cuidar de sus padres y aprovechó la coyuntura para ctrabajar unas tierras que la familia tenía en Cañás, Carral.

Lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió en un sustento desde 2018. Cultiva lechugas, coliflor, repollo.... Pero lo más demandado son sus pimientos y los grelos de temporada. «Los recoges en el momento óptimo», dice. Además, a precios competitivos. «No tengo intermediarios», dice. Le comprán tanto hotelería como particulares.