C. Tangana, «El Madrileño» con raíces gallegas que ha llegado a lo más alto «sin cantar ni afinar»

LA VOZ REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

C. Tangana, durante su concierto en Vigo el pasado 23 de agosto, día en el que el Celta cumplía 99 años
C. Tangana, durante su concierto en Vigo el pasado 23 de agosto, día en el que el Celta cumplía 99 años M.Moralejo

El artista acude hoy a «Lo de Évole» para reflexionar sobre el momento de estancamiento creativo en el que se encuentra actualmente. También sobre su motor, la ambición: «Siempre he tenido el sentimiento narcisista de querer hacer algo que merezca la pena»

21 ene 2024 . Actualizado a las 17:12 h.

Sin la necesidad de cantar —y mucho menos de afinar—, se convirtió en un hito de la música en español. Antón Álvarez Alfaro, conocido popularmente bajo el nombre artístico de C. Tangana, explica su éxito en base a su ambición. Aunque la afirmación con la que arranca este texto pueda parecer ofensiva, es el concepto del que se ha apoderado el propio artista para defender su proyecto musical. Lo suyo va de subversión y de contradicciones. También chulería y de cinismo. Aquel rapero que comenzó abrazado al underground mezcla ahora lo moderno con lo castizo. Creó un personaje, El Madrileño, que vestía camiseta interior combinada con mocasines de Loewe, y luego lo destripó. 

Ahora habla de él en retrospectiva y con tintes heroicos. «Siempre he tenido el sentimiento narcisista de querer hacer algo que valga la pena. Quiero intervenir en el mundo», sentencia el artista en uno de los fragmentos adelantados por el programa Lo de Évole. Hoy a las nueve de la noche se emitirá en La Sexta el primer capítulo de la quinta temporada, en el que C. Tangana se sienta a hablar con el periodista sobre el momento de transición que está viviendo. «¿Siempre pensaste en petarlo?», pregunta directamente Jordi Évole, a lo que su interlocutor responde con un: «Honestamente, sí».

Para los que le conocen de toda la vida, C. Tangana es Pucho. Para los más cercanos, Puchito. Crema, el seudónimo con el que empezó a publicar sus canciones, le llaman aquellos nostálgicos que todavía añoran sus raíces. Como El Madrileño se refieren a él los que lo conocieron en esta última etapa. En más de una ocasión aseguró que nadie utiliza su nombre de pila, Antón, una muestra más de la dualidad entre persona y personaje. C. Tangana es consciente de que su tercer disco de estudio marcó un antes y un después en la industria musical española, demostrando que el concepto artístico todavía tiene peso frente a los singles instantáneos de minuto y medio de duración.

Con El Madrileño popularizó un sonido, una especie de frankenstein construido a través de ritmos heredados del folklore, métricas urbanas y una producción puramente pop. Fue el triunfo de lo castizo, de lo «100% español», un popurrí en el que cabían las canciones de los casetes que se venden en la gasolinera y las melodías que suenan en las discotecas más modernas. Para ello se rodeó de un grupo de artistas desconocidos para el público joven que consume su música y con unos estilos completamente alejados del género urbano que hasta ese momento había marcado el estilo de C. Tangana: La Húngara, Toquinho, los Gipsy Kings, José Feliciano, Kiko Veneno, Andrés Calamaro…

A esto le sumó una estética marcada que celebraba todo lo quinqui. Con El Madrileño, C. Tangana se olvidó de las cadenas de oro que marcan el estilo del trap para convertir el costumbrismo de esos bares que llevan más de cincuenta años abiertos en el barrio en el culmen de la modernidad. Arriesgó y no le fue nada mal. Su tema Tú me dejaste de querer marcó un hito, sobrepasando el millón y medio de escuchas en Spotify en apenas 24 horas. El álbum fue el más vendido de España en el 2021 y le sirvió para hacerse con tres Grammy Latinos.

Ahora, con los espectáculos en directo parados y sin sacar música nueva desde Oliveira dos cen anos, el himno que compuso para el Celta de Vigo, C. Tangana admite estar en un período de transición con todo lo que eso implica. Creó lo más grande y, ahora, toca mirar hacia delante. ¿Cómo superar un trabajo discográfico que la crítica especializada calificó como uno de los más completos de los últimos años? ¿Cómo crear otro concepto con el que el público pueda olvidar lo que causó furor? Lo que no se apaga ni para Crema, ni para Pucho, ni para El Madrileño ni para C Tanga es «esa ambición desmedida». A continuación, un repaso por las curiosidades que han construido el personaje.

Orgulloso de sus raíces gallegas

Nació en Carabanchel, pero sus raíces están vinculadas a Galicia. Toda su familia paterna procede de la comunidad, en concreto, de la ciudad de Vigo. Como muchos otros gallegos, su padre, Antonio Álvarez, emigró a la capital antes de formar su familia en busca de oportunidades laborales. Tal y como atestiguó en más de una ocasión, a él le debe el interés por la música tradicional gallega. Para componer el himno del Celta, algo sobre lo que se profundizará más adelante, C. Tangana investigó de cerca la cultura gallega. 

Tal y como recogió La Voz cuando el madrileño presentó el tema en la ciudad, se inspiró en los textos del escritor Pedro Feijóo y en las cantigas medievales. También en las composiciones de músicos como Rodrigo Romaní o Alfredo Dourado, integrantes, respectivamente, de los grupos Milladoiro y A Roda. En Oliveira dos cen anos incluye las percusiones del reconocido Xosé Lois Romero y las panderetas del grupo Lilaina, conocidos por colaborar con otros artistas gallegos con presencia en el panorama musical estatal, como Baiuca. 

Pero, cuando habla de Galicia, C. Tangana menciona religiosamente a su padre. Subió con él al escenario en la presentación del himno del Celta. «Este día tiene que ver mucho con mi familia y con mi sangre. Me alegro que le guste a mi padre; no todo lo que hago le gusta y poder darle algo que le gusta y disfruta es un orgullo», señaló. Para él, el trabajo supuso «rendir homenaje» a lo que su progenitor le ha dado: «A su tierra, a su idioma, a su ciudad. Todo eso es mío de alguna forma y es mi manera de decírselo a él y al mundo», manifestó.

Conociendo sus raíces, no es raro encontrarse al artista paseando por alguna de las ciudades gallegas. Este verano, tal y como recogió este periódico, pasó unos días en Santiago de Compostela. Comió en el restaurante La Radio, de Pepe Solla, a un paso de la plaza de abastos y con una gran vinculación con el mundo de la música.

Compositor del himno del Celta

Lo suyo con el Celta, al igual que su relación con Galicia, lo ha heredado de su padre. Álvarez sénior se fue de su comunidad autónoma para Madrid, pero «siempre ha sido muy gallego», insiste su descendiente, «como quien dice, nacionalista, incluso». Aunque la devoción del madrileño por los colores celestes viene se remonta a su infancia, para los seguidores del equipo todo comenzó con un tuit. Dos años atrás, se ofrecía a través de la red social a componer un himno. «¿Puedo intentarlo?», respondía a un usuario que le había sugerido la idea. 

Lo que pasó después ya es historia: C. Tangana, consagrado por sus éxitos a nivel mundial, compuso el himno del centenario, Oliveira dos cen anos. «Para mí, ser celtista era algo casi subversivo», dijo el artista en la presentación. «Esto conecta con mi yo de toda la vida. Es lo más importante a nivel cultural que he hecho», desgranaba. «Na ledicia son celeste, celtista no padecer», «Sempre Celta, un escudo no meu peito», «Conto cada día da semana para que me deas esa morte» o «Nesa beleza celeste pérdome cando te miro» son algunos de los fragmentos más celebrados. 

«Tiene que ver mucho con mi familia y con mi sangre. Me alegro que le guste a mi padre; no todo lo que hago le gusta y poder darle algo que le gusta y disfruta es un orgullo», señaló el artista en la presentación del tema. Para él, este trabajo supuso «rendir homenaje» a lo que su progenitor le ha dado: «A su tierra, a su idioma, a su ciudad. Todo eso es mío de alguna forma y es mi manera de decírselo a él y al mundo», manifestó.

Aunque al principio no faltaron las reticencias a que una persona que ha vivido toda su vida en Madrid compusiera el himno de un club gallego, pronto se ganó la confianza de la afición. La letra de Oliveira dos cen anos está compuesta íntegramente en gallego. Para el vídeo, la producción contó con decenas de músicos y artistas locales a los que se sumaron más de un millar de aficionados. 

«El primer día, citamos al equipo a las cuatro de la madrugada a orillas de la Ría de Vigo. Cuando el día empezaba a clarear, estábamos en la Isla de San Simón con un despliegue técnico tremendo. Ahí empezó una carrera contra la luz y el viento para conseguir esa gran imagen con la que se abre el vídeo. Si cualquier elemento hubiese fallado, nos jugábamos el gran momento inicial que llevábamos semanas preparando», relató en su momento la productora de la pieza audiovisual. 

Una gira que pasó tres veces por Galicia y con la que casi se endeuda

Para presentar El Madrileño, C. Tangana montó una gira con la que, en sus propias palabras, casi se arruina. Con un concepto completamente innovador, contó con más de cien músicos en el directo. «De repente estaba en un proyecto que me podría arruinar. Aunque parezca mentira, los músicos ganan dinero en los conciertos», explicó el artista la semana pasada en su paso por La resistencia

A Galicia llegó tres veces. La primera fue en el Coliseum de A Coruña, dónde actuó durante más de dos horas ante 8.500 personas. Guiados por la rumba, por el palmeo y destilando ese aroma de fiesta etílica, por el escenario desfilaron, entre otros, varios miembros de la familia Carmona, Ismael El Bola, La Húngara y Yeray Cortes. «No tiene parangón en un artista nacional en estos momentos. Y, en lo internacional, hay que apuntar alto, muy alto», fueron las palabras con las que La Voz describió el espectáculo, en una crónica que se puede leer completa clicando en este enlace

La última vez que El Madrileño llegó a Galicia fue a su querida Vigo. Actuó en el muelle de trasatlánticos ante 6.500 personas, entre las que se encontraban algunos rostros conocidos como Marta Ortega, presidenta de Inditex, o Alberto Núñez Feijoo. En un rincón iluminado del escenario recrearon su Tiny Desk, un concierto grabado para la radio pública estadounidense. Una mesa de banquete, rodeado de La Húngara o el propio Carmona, en la que, entre temas de C. Tangana y de estos referentes flamencos, recordaron que el valor de El Madrileño radica en la reinvención de la tradición musical española y latina. Pinchando en este enlace, la crónica que La Voz publicó aquel día. 

Siempre rodeado de los mejores

Para El Madrileño, C. Tangana se rodeó de un círculo de músicos alejados de los círculos comerciales y apenas conocidos para el público joven. De fusionar el flamenco de La Húngara, la rumba de los Gypsy Kigs, la bossa nova de Toquinho y la guitarra española de Kiko Veneno con sus referencias del rap y los sonidos urbanos de Alizzz, amigo y productor de confianza, es de dónde salen las sonoridades del álbum.

Su estilo es una mezcla de referencias, que van desde el rap de métrica más libre —adquiridas en su época como Crema y con su antiguo grupo Agorazein— hasta los sonidos latinos en los que profundizó en esta última etapa. En el horizonte también está Rosalía, con quien mantuvo una relación sentimental antes de que ambos saltaran a la fama. En el segundo álbum de la catalana, el aclamado El mal querer, C. Tangana firma como coautor ocho de los once cortes que lo componen.

Una ambición desmedida

«Esta ambición desmedida / Por las mujeres, la pasta y los focos / Me está quitando la vida / Muy poquito a poquito a poco / Me han preguntao' la prensa / 'Puchito ¿cuál e' la maña?' / Sin cantar ni afinar / Pa' que me escuche to'a España», interpreta en Un veneno, uno de sus temas más representativos. Gracias a esa ambición a la que le canta, pasó de rapear en la escena underground madrileña a que su imagen, vestido de Loewe, colgara en una gran pancarta colocada en la Gran Vía madrileña.

No le faltaron las críticas. Sus seguidores le tacharon de renegar de sus valores, de «venderse» con su nuevo estilo. Su respuesta siempre fue abanderarse de las contradicciones y conseguir un nuevo éxito. Documentó su gira en Esta ambición desmedida, un documental de casi dos horas dirigido por Santos Bacana, Cris Trenas y Rogelio González. Los tres acompañaron durante más de cuatro años al artista desde la génesis del álbum, cuando aún se llamaba Disco Latin, y el proceso de grabación, hasta la puesta en marcha de la gira mundial.

Ahora, en un período de estancamiento, C. Tangana buscar una nueva reinvención. ¿En qué proyecto artístico mutará ahora esa superestrella que ya ha pasado todas metas?