
La película, dirigida por el escritor Alejandro Pérez Lugín, cumple cien años
23 ago 2025 . Actualizado a las 15:14 h.Hace exactamente un siglo, en 1925, mientras Hollywood vivía su edad de oro del cine mudo y empezaban a consolidarse los grandes estudios, en España, un escritor y periodista madrileño de origen gallego se atrevía a llevar al cine su propia novela, publicada un decenio antes, en 1915. Se trataba nada menos que de la famosa La Casa de la Troya, de Alejandro Pérez Lugín (Madrid, 1870-Culleredo, 1926), quien, junto con el asturiano Manuel Noriega, codirigiría la película homónima e inmortalizaría por primera vez en la gran pantalla algunos de los monumentos más emblemáticos de Galicia, como la catedral de Santiago, ciudad en la que se rodó gran parte del filme, en el que también quedaron retratadas localidades como A Coruña, Betanzos, Pontedeume, Sada, Os Ánxeles (Brión), Vigo y Combarro (Poio).
«La Casa de la Troya fue uno de los grandes éxitos del cine español de los años veinte [del siglo pasado] y forma parte del giro fundamental que dio el cine en España en torno a 1924-25. Hasta ese momento, las producciones estaban dominadas por la adaptación de zarzuelas. A partir de ahí, gana presencia lo narrativo, gracias, precisamente, a la popularidad de películas como esta», explica Daniel Sánchez Salas, especialista en cine mudo español y profesor de Análisis y Teorías del Cine en la Universidad Rey Juan Carlos. De hecho, la acogida del filme fue tal que cinco años después, en 1930, se estrenó una versión estadounidense titulada In Gay Madrid [Estudiantina, en España], protagonizada por la estrella de Hollywood Ramón Novarro.
Y es que la fama del largometraje pronto traspasó las fronteras españolas, tal y como relata Estíbaliz Santamaría Cadaval, investigadora de la Universidad Internacional de Florida y comisaria de la muestra fotográfica sobre la película, expuesta actualmente en el Museo Casa de la Troya de Santiago. «La película se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en enero de 1925. En abril ya se estaba proyectando en el Carnegie Hall de Nueva York. Fue muy aplaudida por la prensa y las revistas de la época; las salas y los teatros se abarrotaban y, como recoge algún periódico, la gente que no había conseguido entrada se quedaba fuera intentando escuchar las risas del público».
Uno de los factores que contribuyeron al éxito del largometraje —aparte de su trama, muy popular en su tiempo, en la que un estudiante de Madrid recién llegado a Santiago para cursar Derecho se enamora de una joven gallega— fue el hecho de ofrecer a la audiencia la oportunidad de ver en pantalla grande lugares que, de otra forma, nunca vería en persona, señala Daniel Sánchez Salas. «La película tiene muchos momentos de reportaje turístico de Santiago de Compostela y sus alrededores. Eso no era tan raro en una época en la que todavía no estaba extendido el turismo de masas. Por poner un ejemplo, una persona de Cádiz que viese La Casa de la Troya seguramente nunca podría visitar Galicia», incide el especialista.
En este sentido, el catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidade de Santiago (USC), José Luis Castro de Paz, subraya que la importancia de la película radica más en su «valor documental» que en la historia que narra, la cual considera pobre, «mal construida y estéticamente torpe». Eso sí, «podemos ver A Coruña, Betanzos, O Mesón do Vento, el Santiago melancólico de principios del siglo XX... Pero, de alguna forma, la película consiguió conectar con un público popular que quería alejarse de la gran cantidad de zarzuelas que proliferaban en la gran pantalla en aquel momento. La Casa de la Troya abrió el aspecto temático y, desde luego, no eran tantas las películas que en esa época estaban ambientadas en Galicia», remarca Castro de Paz.
La adaptación más «gallega» de la famosa novela
Otra de las causas de la enorme popularidad de esta adaptación de La Casa de la Troya fue el reparto, encabezado por Carmen Viance, una de las mayores estrellas del cine mudo patrio, que encarnaba a Carmiña, la protagonista femenina; Florián Rey, quien posteriormente dirigiría La aldea maldita (1930), considerada la obra maestra del período silente español; el también director Juan de Orduña; y el actor cómico Pedro Elviro, entre otros. «Esta película fue fundamental para lanzar la figura de Carmen Viance, que se convirtió en una de las pocas estrellas del cine español de la época junto con Imperio Argentina», explica el estudioso Daniel Sánchez Salas. Por su parte, el catedrático de la USC José Luis Castro de Paz resalta que «Florián Rey fue uno de los grandes directores del cine mudo español, mientras que Juan de Orduña llegaría a dirigir las exitosísimas Locura de amor (1948) y Agustina de Aragón (1950)». «Además, Manuel Noriega [codirector del filme junto a Pérez Lugín] fue el hombre que, de alguna manera, dotó de vida a la película y, sin su presencia, estoy seguro de que esta versión sería aún mucho más plúmbea», afirma.
Pero esta no fue la única vez que La casa de la Troya fue llevada al cine: en 1936 apareció la primera versión sonora; en 1947 vio la luz una adaptación mexicana; y en 1959 se estrenó la que quizá sea la versión más famosa, dirigida por Rafael Gil y protagonizada por Arturo Fernández y Ana Esmeralda. A estas versiones hay que sumar el ya mencionado remake estadounidense.
Sin embargo, la de 1925 quizá sea la versión más «gallega», a pesar de que la producción fuese madrileña. «No solo se rodó en Galicia, sino que hay muchos guiños a expresiones y palabras gallegas que son difíciles de traducir, como troula», observa Estíbaliz Santamaría Cadaval. Además, «en el estreno, la famosa soprano de origen gallego Ofelia Nieto interpretó Unha noite na eira do trigo en el momento en el que la protagonista se sienta al piano y aparece el nombre de la canción en los intertítulos. Aunque la película no tenía banda sonora, esta era una canción que tenía que sonar», afirma la investigadora. Una carencia, esta última, a la que ha puesto fin el compositor Brais González, quien ha escrito una banda sonora expresamente para la película, que interpretará durante la proyección del filme el grupo Casperverk Ensemble el próximo 27 de agosto en el festival de cine mudo MU2 de Vigo.