Taylor Swift se queda a medio camino en el disco pop más esperado del año

CULTURA

«The Life Of A Showgirl» se mueve en la corrección y el álbum hecho con oficio, pero sin nada realmente memorable
03 oct 2025 . Actualizado a las 19:46 h.A las seis de la mañana, hora española, el pop mundial tenía una cita ineludible. The Life Of A Showgirl, el nuevo álbum de Taylor Swift, aterrizaba en las plataformas después de muchas semanas de especulaciones sobre su contenido. Que si un retorno al pop bailable. Que si la vuelta del tándem Max Martin y Shellback a la producción. Que si un retrato de la otra cara del mundo de una pop-star. Todo ello se plasma en las doce canciones que lo componen y que fueron presentadas por su autora en las redes sociales de manera rimbombante: «Si pensaban que el gran espectáculo fue una locura, quizás deberían venir y echar un vistazo tras el telón».
Descorrido este, lo cierto es que aparece un elepé que se queda a medio camino. Tiene la calidad mínima exigible a una artista de esas características. Posee algunas buenas canciones en su repertorio. Y, en general, mantiene siempre un nivel mínimo sin que haya ningún descalabro. Pero, desde luego, no va a situarse en la misma división de 1989 (2014), Folklore (2020) y Midnights (2022). Básicamente, porque en su interior no descansa nada especialmente memorable, sino más bien un puñado de temas correctos concebidos en el transcurso de la etapa europea de la histórica gira The Eras Tour.
Quizá ahí se encuentre la explicación de la ligereza que preside el disco a nivel compositivo. Dejando a un lado a su socio Aaron Dessner, inseparable en los últimos años, se metió en el estudio con Max Martin y Shellback, con quienes grabó la trilogía de Red (2012), el citado 1989 y Reputation (2017), con la que se convirtió en una estrella global. El resultado ahora dista bastante de aquellos. A nivel sonoro, predomina una suavidad que a veces podría tacharse de tibieza, con aromas de soft-rock, puntuales visitas a la música negra y hasta algún destello de guitarras indie. ¿Bailar? Se puede, por momentos. Pero quien busque un arrebato discotequero de bajos sísmicos a lo Style o un himno efervescente como Shake It Off de esos que levantan a un muerto debe probar en otro lado.

The Life Of A Showgirl empieza sonando a Lana del Rey y pronto toma el camino dorado de Fleetwood Mac. Así transcurre The Fate of Ophelia, el tema inaugural que hace referencia a uno de los personajes del Hamlet de Shakespeare. En la obra, Ofelia se vuelve loca y se ahoga en el amor. Taylor invierte el destino trágico: «Ya no me ahogo ni me engañan / Todo porque viniste a por mí», canta. Sí, alude a Travis Kelce, a quien dibuja como un salvador y que protagoniza una buena parte del disco. Más de lo deseable, a tenor del resultado de algunas piezas y, especialmente, de algunas letras.
El ejemplo más claro lo ofrece Wi$h Li$t: «Solo te quiero a ti, tener un par de hijos, que todos se parezcan a ti», expone. «Me haces soñar con una entrada con un aro de baloncesto», añade un par de versos más adelante. Todo, en una pieza en la que Swift muestra la ductilidad de su voz en diferentes registros sobre una plantilla sintética. Otrora conmovería. Hoy solo provoca cansancio y el deseo de saltar a la siguiente pista a por otro tema.
Musicalmente, uno de los mejores momentos lo ofrece Opalite, con aires a Abba y, seguramente, lo más cercano a un hit. También apunta alto Eldest Daughter, una de sus típicas baladas a piano con guitarra acústica. No puede mirar de tú a tú All Too Well, pero cumple. Y en Wood se pone en modo The Jacksons Five con un extra de sensualidad («su amor fue la llave que abrió mis muslos»).
El retrato de la trastienda de la farándula aparece en Elizabeth Taylor, corte de aromas cinematográficos y producción glamurosa, en donde empatiza con la actriz («Solo eres tan sexi como tu último hit»). En Father Figure moldea un tema homónimo de George Michael para llevarlo a un nuevo lugar: su complicada relación con la industria musical («Puedo hacer tratos con el diablo porque mi polla es más grande / Este amor es puro beneficio, solo entra en mi oficina»). También hay sitio para denunciar los linchamientos digitales («Pero ya habían elegido tu tumba y tu coche fúnebre / Cuidado con la ira de los cruzados enmascarados», canta en Cancelled) y mandar recados a otras cantantes. Actually Romantic mira con recochineo a Charlie XCX, que en el pasado le dedicó Sympathy is a Knife: «Ningún hombre me ha amado como tú lo haces / Todo el tiempo que me has dedicado / Es realmente dulce».
Pero, más allá de mensajes y referencias, el déficit principal de The Life Of A Showgirl se encuentra en la inspiración. Su ausencia se ha suplido con oficio, dejando uno de esos discos de transición, a la espera de que en la próxima entrega vuelva a desplegar todo su vuelo creativo.