
El Gran Premio de Australia da el pistoletazo de salida al Mundial de fórmula 1
14 mar 2019 . Actualizado a las 12:55 h.Durante las últimas dos décadas, un nombre había aparecido de manera unánime en casi todas las crónicas de fórmula 1: Fernando Alonso Díaz. Cuando en 1999 se hablaba de él como una de las promesas del automovilismo español, muy pocos esperaban que iba a suponer una de las grandes figuras de la historia del deporte, trascendiendo con mucho las fronteras de la piel de toro para convertirse en un referente y un ejemplo para muchos, y también un archienemigo. La temporada arranca mañana (22.15 horas. Movistar Fórmula 1, Dial 57) con la ausencia de Alonso muy presente, irónicamente.
Salvo máxima sorpresa, la pelea por el título volverá a ser cosa de dos y, con suerte, de tres. Lewis Hamilton aparece en todas las quinielas, no solo por ser el piloto más en forma del momento (él mismo dice que llega más preparado que nunca), sino además porque sus cinco títulos ya le han convertido en una de las mayores leyendas de la Fórmula 1. Con un Mercedes W10 que apunta a ser muy revolucionario, tendrá ante sí la oportunidad de alcanzar una cota que, si bien no es la más alta jamás alcanzada, solo habrá sido pisada una vez en la historia. Convertirse en hexacampeón del mundo, superar así a Juan Manuel Fangio y colocarse en el dintel de la puerta del heptacampeonato para igualar al mítico Michael Schumacher es el gran objetivo que tiene por delante.
Tendrá que batirse en duelo, una vez más, con las hordas italianas que comandan Sebastian Vettel y, quizá, Charles Leclerc. Y es que si hay revolución en un equipo este año, ese sin duda es Ferrari. Cambio de jefes (sale Arrivabene, sube Binotto), cambio de pilotos (ascienden a Leclerc, da un paso atrás Räikkönen) y se queda sin margen un Vettel a quien muchos acusaron del fiasco del 2018. En pretemporada se han ganado el papel de grandes candidatos a victoria, no solo en Australia, sino para lo que resta de campaña. La gran duda es si todas esas palabras casi temerosas que lanzaban hacia ellos desde los boxes de Mercedes o Red Bull eran reales, o todo era un teatrillo para no ceder ante la presión de tener que llevar la voz cantante.
Vettel, además, se queda sin margen: ya no goza de la popularidad que tenía cuando llegó y el amargo sabor con el que acabó la temporada pasada no le ha granjeado demasiados adeptos entre la siempre vehemente afición tifosi.
Una de las grandes dudas es si Red Bull, el perejil en todas las salsas, estará en disposición de meterse en la pomada entre Mercedes y Ferrari. La labor de Max Verstappen, con sus luces y sus sombras, le ha convertido en uno de los pilotos más seguidos de la fórmula 1, pero Red Bull afronta este año como el primero con propulsor Honda. La temida falta de fiabilidad que les ha lastrado en años anteriores será uno de los puntos a tener en cuenta para quienes apuesten por ellos.
El reto de Carlos Sainz En una zona media en la que nadie saca la cabeza, muchas miradas irán dirigidas hacia McLaren y lo que pueden hacer Carlos Sainz y el novato Lando Norris. Como Ferrari, en la escuadra de Woking también han levantado las alfombras para quitarse de encima peso, y estrenan nuevas incorporaciones, desde los pilotos que debutan con el coche color papaya, pasando por el jefe de equipo Andreas Seidl y el nuevo máximo responsable técnico, James Key.
Este año servirá más para poner los cimientos del proyecto para el que viene, pero no pueden dejar de lado sus posibilidades, ya que habrá mucha pelea por ver quién es el mejor del resto, por detrás de los tres grandes.
Aquí es donde Carlos Sainz debe demostrar que su talento y trabajo estos años puede trasladarse a un equipo convulso como McLaren. Este año el piloto español será, por primera vez, jefe de filas ante un Norris con muchas ganas de llevarse titulares y que cuenta con un potencial infinito. Pocos son los que dudan del madrileño, que tendrá que devolver la confianza que han puesto en él.