Un partido sin dueño entre Celta B y Deportivo

DEPORTES

Óscar Vázquez

24 sep 2022 . Actualizado a las 20:15 h.

Falto de juego, el Celta B-Deportivo se definió por la igualdad. Dos empates seguidos dejan al deportivismo preguntándose por cuándo van a aparecer en el juego sus delanteros, mientras el filial ve refrendada su reacción de Ceuta tras el mal inicio de temporada. El Celta B aprovechó que su rival salió frotándose los ojos somnolientos de la siesta para abrir el marcador e inundar de dudas su mente y la de sus seguidores. Especialmente Lauti y Miguel se convirtieron en un dolor de muelas para la defensa blanquiazul, donde Jaime otra vez dejó dudas sobre su solvencia para hacer aquello que primero se le exige a un central: defender. El crecimiento del Deportivo llegó por empuje e insistencia. Ambas forman parte de las cualidades de Villares, el resistente de un equipo con una sola marcha, pero en el que el mediocentro domina de área a área gracias a un sentido táctico avanzado. Él antes que nadie vio el hueco que abrió Ibai y este le sirvió un auténtico caramelo para que chutase a la red.

Otra vez al Deportivo le costó enchufarse al partido tras el descanso. Y eso que Soriano estuvo a punto de sellar la remontada con un misil teledirigido en la perpendicular a la portería celeste. Pero, de nuevo, entre Miguel y Lauti llevaron el partido más cerca de la meta de Mackay que de la de Joel. Las salidas obligadas por sendas lesiones de Miguel y Soriano abocaron al choque a un correcalles de imprecisiones. Así, los diez minutos finales se caracterizaron más por la estrechez del marcador que por el fútbol. El Celta B rejuveneció y refrescó al equipo. Mientras salía a la contra con dos puñales como Hugo y Durán, se defendía como gato panza arriba de las acometidas de un rival sin soluciones. Solo, otra vez, Villares hizo oposiciones para desbaratar el empate en una de sus escasas apariciones del segundo tiempo. De sus eternos pulmones aún salió el impulso suficiente para sacarse un chutazo que Joel desvió. También Mackay tuvo que estirarse brillante para detener el remate en carrera de Durán de un partido sin dueño.