Toni Kroos, el último servicio del de las botas blancas

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ADAM VAUGHAN | EFE

«Mi ambición siempre fue terminar en la cima», reveló el alemán antes de anunciar una despedida que llega el día en el que gana su sexta Champions

02 jun 2024 . Actualizado a las 00:05 h.

El suizo Kobel, meta del Dortmund, palmeó dos libres directos que hubiesen puesto a Toni Kroos (Greifswald, 1990) las luces en la corona de su sexta Champions el día de su despedida del Real Madrid. Eligió la fecha con la misma métrica que calibró su precisión. No hay, en ninguna de las grandes ligas, nadie que compita con su 94,6 % de acierto después de más de 34.000 pases. Con la final resuelta, Toni agitó las manos al aire y Wembley ovacionó.

El Real Madrid fichó a Kroos después de pagarle al Bayern 25 millones en el 2014, año que marcó su carrera. Uno antes, Toni se había perdido por lesión la final de Champions. También en Londres. También contra el Dortmund. La primera de su palmarés. Se va con seis. Como Gento, Modric, Carvajal y Nacho. No hay nadie que sume más. Cuando Kroos aterrizó en Madrid, venía de proclamarse campeón del mundo, de haber ganado la final con Alemania a Argentina en Maracaná. La entonces canciller, Angela Merkel, quiso posar con los héroes. En la imagen hubo un gran ausente. Kroos se había marchado al vestuario a limpiarse las botas. «No echo de menos esa foto en mi colección», dijo después.

Podía haber sido una excusa, pero la obsesión de Toni con sus botas le ha acompañado toda su carrera. «Sé que muchos pensarán que estoy loco, pero para mí es importante mirar abajo y ver unas botas blancas. No sé si tengo algún problema psicológico, pero para jugar tengo que llevar botas blancas. Si no, no estoy a gusto», contó en su documental. «Tiene dos o tres pares y no se fía de que el utillero las cuide, así que siempre las limpia él», reveló Gareth Bale.

En Madrid encontró Kroos la felicidad que le había faltado en Múnich. El Bayern lo fichó cuando era un juvenil del Hansa Rostock. Estuvo seis meses cedido en el Leverkusen. «Volví y renové. Firmamos en el despacho de Rummennige y a los diez minutos me arrepentí de haber firmado. No tenía la sensación de que el club estuviera contento», desveló. «Toni nunca encajó allí, desde el principio», dijo luego Jessica Farber, su mujer.

Kroos conoció a Jessica, con la que tiene tres hijos, en Fuerteventura. Él tenía 18 años, ella 20. «Toni es una persona emocional, a veces tiene un muro que se construye a su alrededor para no exponerse ante lo desconocido. Cuando se lo presenté a mis amigos, le pedí que fuera amable, porque no le gusta la cháchara», contó ella. «Llevamos cinco años en Madrid y nunca he ido a la ciudad. Preferimos estar en casa como una pareja de viejos».

En su familia se escudó Kroos para tomar una drástica decisión. «Quiero ser más marido y más padre», escribió el 2 de julio del 2021, tras once años como internacional, en la carta con la que renunció a su selección. «He jugado 106 veces con Alemania. No habrá una más». En el horizonte estaba Catar. «La decisión de celebrar allí un Mundial no fue buena. Trabajan inmigrantes a 50 grados, sin agua. Persiguen la homosexualidad. Es inaceptable».

Quién sabe si la renuncia fue otra forma de insumisión, como aquella espantada a Merkel. Pasado el Mundial, Kroos regresó. «Chicos, breve y al pie: volveré a jugar para Alemania. Me lo pidió el entrenador y me apetece». Como con su métrica sobre el césped, quiso telegrafiar su propio final. Tras la Eurocopa, colgará sus botas blancas. «Mi ambición siempre fue terminar en la cima», dijo. Luego, tres palabras en alemán: «Es ist vorbei (se acabó)».