Adrián Iglesias, nuevo segundo entrenador del Piast Gliwice: «El técnico español está muy bien visto fuera»

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Da el salto a la liga polaca tras la selección de un centenar de candidatos
07 jul 2025 . Actualizado a las 10:32 h.Al cabo de cuatro años en Suecia, donde en los tres últimos fue uno de los artífices de que el Landskrona, de la segunda categoría de aquel país, se codease con los grandes europeos en dominio del balón y acierto en el pase, Adrián Iglesias (Ourense, 1988) da el salto a la Primera polaca, en el cuerpo técnico del entrenador Max Mölder, para dirigir al Piast Gliwice por tres temporadas.
—Es un paso importante, quiero ver lo que hemos hecho en la segunda sueca cómo se va a dar en la Primera polaca. Con Max me siento muy cómodo trabajando, porque tengo una responsabilidad grande y una libertad absoluta. Así que esa experiencia que quiero conseguir en un cuerpo técnico, él me la da. En ese aspecto estoy tranquilo. Si en algún momento llega la oportunidad de ser primer entrenador y el contexto es el adecuado, lo valoraré, por supuesto. La Liga polaca es cada vez más potente y competitiva, con equipos que han estado en competiciones europeas hasta el final, como estos últimos cuartos de final de la Liga Conferencia con el Legia de Varsovia y el Jagiellonia. Tener un rol importante en un cuerpo técnico de una liga así me va a dar un bagaje para que en un futuro estar aún más preparado.
—¿Qué diferencias destacaría entre el futbolista español y el del norte de Europa?
—Hay un cambio grande: el estilo de vida y la cultura son diferentes. Suecia es un país especial, porque desde hace un tiempo ha acogido mucha emigración. Las guerras balcánicas y de muchos países de Oriente Medio han provocado una mezcla cultural bonita que, desde mi punto de vista, le aporta al fútbol mucha diversidad. Hay una mezcla de talento muy interesante, porque las segundas o tercera generaciones de esos inmigrantes están jugando allí. Son futbolistas de mucho talento y muy técnicos. Compararlos con la escuela española de futbolistas… es muy difícil de igualar. Desde el punto de vista metodológico, España va dos o tres pasos por delante de otros países. Esta es la diferencia mayor que vi respecto a Suecia, que aún tienen que avanzar mucho. Cada vez hay mejores entrenadores fuera, pero el nivel medio de España es muy importante, porque el fútbol es muy importante.
—¿En Nigeria y en Suecia ha sido para sus jugadores el técnico español y diferente?
—El entrenador español fuera de España está muy bien visto por todo lo que han conseguido la selección y los principales clubes. Además, el conocimiento del proceso metodológico nos da un plus a los técnicos españoles. Pero si empiezas a entrenar y el jugador ve que no puede aprender, da igual que seas español, desconecta. El tiempo que llevo fuera me siento muy bien valorado, porque cada vez que me he ido de un club, tanto trabajadores como jugadores me lo han reconocido y han agradecido lo que han aprendido, lo que se han desarrollado, lo que el club ha mejorado con mi presencia allí. Y eso es la mayor alegría. El fútbol se mide por resultados y clasificación. Luego está la parte de que si el jugador y el club te agradece el trabajo, es porque lo has hecho bien. Es el mejor halago que he podido tener.
—A usted le ha pasado.
—Cada vez que he dejado un club me he sentido muy bien valorado. Ahora no había razón para dejar Suecia sin algo firme, porque mi trabajo estaba siendo positivo allí. Pero llegó la opción de Polonia y ese salto… tengo que darlo, porque es importante para mí. Es un proyecto de tres años, y si la pelota entra, genial; si no, como en todos lados.
—¿Cómo les llegó la oferta?
—El Piast Gliwice nos eligió después de un scouting de alrededor de cien entrenadores. El club quiere cambiar su estructura interna y el modelo de juego, porque la Liga polaca se está convirtiendo en muy defensiva. Pero piensa que un equipo que proponga y maneje la pelota puede ser el antídoto para ese nivel defensivo tan fuerte. A partir de ahí, basándose en datos estadísticos, más el cambio de estructura, más el afán por rejuvenecer la plantilla y la posibilidad de vender jugadores jóvenes, el club hizo un listado de cien entrenadores a los que puede optar y piensa que nosotros somos los adecuados. Nos dijeron: «Os firmamos por tres años para que veáis que hay un proyecto y que toda esa búsqueda que hemos hecho se ve reflejada en la confianza de desarrollarlo juntos». Lo normal es que el éxito no llegue en el minuto 1, sino que haya un proceso.
—¿Conocen el sitio al que van?
—Sí, yo no he estado allí, pero el primer entrenador sí. Todo lo que he visto por vídeos e imágenes es bueno. Es una ciudad de unas 200.000 personas, bien ubicada, cerca de Katowice y Cracovia, con campos de entrenamiento bien cuidados. El estadio no es muy grande, de unas 10.000 personas, pero la gente apoya mucho. Que haya una ciudad detrás es importante. Que el equipo vea que a su gente le importa de esa manera es un plus incuantificable. Saber que la ciudad está detrás de ti es increíble.
«Amo ir a correr a la montaña»
Pese a trabajar fuera de Galicia, Adrián Iglesias es un completo enamorado de su tierra.
—¿Con qué ciudad se queda de todas las que ha vivido?
—Voy a elegir Galicia en general, porque cada parte tiene su encanto. En todos los sitios en que he estado me preguntan por mi tierra y siempre hablo de ella. No se puede comparar con ninguna otra, porque tenemos todo: las mejores playas, las mejores comidas, la mejor naturaleza, la mejor gente,… Es incomparable.
—¿Cuál es el mejor estadio?
—Habiendo trabajado en el Dépor [estuvo en las categorías inferiores y llegó al cuerpo técnico del Juvenil A en la etapa de Secho], lo que a mí me transmite Riazor no lo he visto en ningún lado. En mi contexto, el derbi del Landskrona con el Helsinborg ha sido especial.
—¿Qué es lo que más echa de menos fuera?
—Mi familia, sin duda. Mis abuelos, mis padres, mi hermana sobre todo. El hecho de perderme el día a día con ellos es lo principal. Y mis amigos, no tener esa relación con los amigos de siempre. Para mí es lo más complicado.
—¿Cuál es su afición favorita fuera del fútbol?
—Amo ir a correr a la montaña. Para mí es una desconexión total, cuando trato de subir a una cima estamos ahí la naturaleza y yo, y eso me hace desconectar, tener nuevas ideas, aclarar la mente. Es medicina para mí. Puede parecer paradójico, pero en Suecia lo eché de menos, porque el sur del país es muy plano. Trataba de compensarlo yéndome a un bosque, pero lo que hago en Galicia, que te pierdes en el monte, es lo mejor.