El acueducto de Leira grita auxilio

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

La estructura, que aguantó 270 años, está hoy al borde de la ruina, con el agua cayendo en pequeñas cascadas entre los sillares de la estructura

17 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Si las piedras hablaran, las del acueducto estradense de Leira pedirían auxilio. La estructura, que fue construida en 1753, se encuentra entre las parroquias de Codeseda, Parada y Ribela. Discurre sobre el río Umia desafiando temerariamente al paso del tiempo y la falta de mantenimiento.

El acueducto forma parte de un sistema de regadío financiado en el siglo XVIII por Baltasar de Leira y Castro, antiguo propietario de la cercana Casa dos Muros, situada en la aldea de Muros (Parada). De ahí le viene al conjunto etnográfico su denominación popular: presa y acueducto de Leira. La acequia fue construida para regar los pastos y cultivos de la zona de Parada y Codeseda y todavía sigue en activo. A sus 270 años, el acueducto tiene fama de ser uno de los más antiguos de Galicia en funcionamiento. Quizás el más veterano.

Pero los casi tres siglos de vida empiezan a pesarle. Como sistema de regadío ya no es imprescindible como antaño y como recurso turístico nunca ha habido una apuesta decidida por ponerlo en el mapa en condiciones. El resultado es el progresivo deterioro de una estructura con gran potencial turístico que solo visitan de vez en cuando algunos vecinos audaces con un punto de espíritu aventurero.

Comparando las imágenes del acueducto de hace una década con las de ahora, queda claro que el tiempo no perdona. El acueducto ha perdido parte de los pasos de piedra que permitían el tránsito sobre la estructura. Las grietas en el lecho permiten ahora que el agua se cuele por entre los sillares y busque salida en forma de pequeñas cascadas que regalan fotos preciosas pero comprometen la estabilidad de la estructura.

El canal de conducción del agua que discurre en paralelo al Umia, por una zona más alta, tampoco se libra del deterioro. La acción de los sucesivos temporales de este invierno ha llenado de restos vegetales la presa, impidiendo que el agua fluya debidamente. El agua, buscando por donde abrirse camino, ha derribado parcialmente el muro lateral de la presa en varios puntos y ha inundado en otros el camino de paso que discurre en paralelo. En su estado actual, la ruta, con un potencial turístico incontestable, tiene un extra de peligro que no conviene.