El bar que no quiso ser esclavo

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

Miguel Souto

Los dueños de O Rollo empiezan a cerrar los sábados por la tarde además de los domingos para estirar el fin de semana y darse un merecido descanso

09 ene 2025 . Actualizado a las 10:50 h.

La hostelería ha dado un vuelco en los últimos años. En muchos sentidos, pero especialmente en lo que se refiere a cierres y horarios. Antes era casi impensable que una taberna cerrase un mes por vacaciones o que no exprimiese el horario diurno al completo. Ahora, empujados por las dificultades para contratar personal, muchos hosteleros han tenido que reajustar horarios y aperturas para no vivir encadenados a la barra. Es el caso del bar O Rollo, en la parroquia de Santa Cristina de Vea (A Estrada). Como muchos, el negocio ya cerraba los domingos desde la pandemia. Con el cambio de año, se ha decidido a cerrar también los sábados por la tarde.

«Isto cambiou moito», reconoce Diego Ortega Iglesias, que hace casi once años que regenta el negocio codo a codo con su mujer, Montse Calviño Riveira. «Eu empecei con 13 anos de camareiro no Parador de Couso, case ao lado da miña casa. Daquela era impensable coller vacacións na hostalería ou pechar as fins de semana», cuenta.

Diego Ortega se curtió en negocios compostelanos, como el Zum Zum o La Trattoria, y estradenses, como Argentinos Burguer, el Vasan o A Vila. También exploró el mundo de la noche con el pub A Pedra, un local de copas que ya trabajó con la que ahora es su mujer y que les dio muchas alegrías. «Daquela aínda había movida molona na Estrada. Os sábados eramos seis persoas traballando. Tivémolo cinco anos e despois volvémolo traspasar no 2007 polos mesmos cartos polos que colleramos nós o traspaso», recuerda. «A movida xa pegara un baixón, había quen o quería e nós xa levabamos un ano casados e iso xa che cambia o chip», explica Diego.

La siguiente aventura empresarial conjunta de la pareja fue el bar O Rollo. «Daquela estaba de camareiro na Vila. Empezaba a estar un pouco cansado do pobo e apareceu esta oportunidade», recuerda. La pareja empezó cerrando los jueves, pero a raíz de la pandemia empezó a descansar los domingos. «Eu xa estaba metido no fútbol e na pesca», explica el ahora presidente del Vea Club de Fútbol.

Los propietarios apostaron por normalizar el descanso y, a falta de personal para cubrir sus ausencias, empezaron a cerrar también en Semana Santa y en el mes de agosto para poder disfrutar las vacaciones en familia.

Con el nuevo año, en O Rollo han dado un paso más y han decidido cerrar además los sábados por la tarde para estirar un poco más el fin de semana. «Era un dos días máis frouxos da semana. Desde a pandemia estamos os dous sós e os anos non son os mesmos ca antes. As horas pasan factura», dice Diego Ortega riendo.

Un local con buenas tapas que es punto de encuentro de pescadores

Que cierren en vacaciones y fines de semana no quiere decir que tengan horario de funcionarios. El bar O Rollo abre a diario desde las siete de la mañana hasta la una de la madrugada, así que siguen quedando muchas horas de atención al público que hay que compatibilizar con la vida familiar. La pareja tiene una hija de 15 años. «Temos que aproveitar a familia porque ela xa fai cada vez máis a súa vida», dice Diego nostálgico.

Cuando uno pregunta si la clientela es comprensiva con los horarios, la respuesta es rotunda. «A moitos cústalle», dice riendo. Según explica, su clientela es tan buena como brava y no suele callarse lo que piensa. «Coñecémonos todos. É unha clientela moi fixa. Eu abro ás sete da mañá e igual me dá a hora de comer e non tiven que preguntarlle a un só cliente o que quere porque xa o sei», cuenta.

Muchos clientes son vecinos de la zona, pero muchos también son trabajadores del polígono industrial o gente del casco urbano. «Afortunadamente, vainos ben. Sempre hai coches diante e onde hai coches a xente para», comenta el empresario.

El bar tiene varios secretos para fidelizar al cliente. Uno es la facilidad de aparcamiento. Otro, la apuesta por los buenos vinos. «Dun Ribera del Duero que se chama La Planta fomos os que máis vendemos de Galicia no 2024: 1.800 botellas», cuenta. El tercer secreto y más importante son la tapas. «Se queres ter xente, ou pos tapas e abundas algo ou a cousa está difícil», explica Diego.

En la temporada de pesca del salmón, el bar —con gran tradición familiar en este arte— es además punto de encuentro obligado de deportistas y uno de los pocos lugares de Galicia donde se puede comprar quisquilla.