Ignacio Fernández Toxo: «Tener un empleo ya no es garantía para salir de la pobreza»
ECONOMÍA

Apuesta por cambiar la participación de los trabajadores en el gobierno de las empresas
01 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Fernández Toxo enfatiza la necesidad de potenciar en estos tiempos de crisis principios básicos del sindicalismo, como la lucha por la igualdad y la redistribución de la riqueza. De ahí que mantenga una campaña de protestas, junto a otras fuerzas, contra los Presupuestos del Estado de 2015, cuya escasa carga social critica. El trabajo, denuncia, ya no es una garantía para salir de la pobreza y surgen nuevas formas de la miseria.
-¿Ha leído el programa que Garamendi presenta para la CEOE: más flexibilidad, despido más barato, cambios en el derecho de huelga...?
-Si es eso todo lo que tiene que aportar, mejor que se quede donde está. Yo creo que la empresa española necesita otras cosas. Aparte del valor del diálogo con los representantes sindicales, volver a insistir en una piedra tan golpeada me parece poco ilusionante; incluso desde el punto de vista del empresariado. Creo más en la inversión productiva, la mejora del crédito, un modelo energético eficiente con precios adecuados...
-Parece como si el objetivo de los poderes públicos fuera recortar la libertad sindical.
-La crisis es una excusa. Con la coartada de casi 6 millones de parados hay quien quiere encontrar atajos en la devaluación de los derechos de los trabajadores y de los sindicatos para configurar un marco que creen más competitivo. Se equivocan. Eso supone empeorar las condiciones de trabajo y el Estado social. Y que tomen nota de una cosa: en Europa, todavía hoy, los países más eficientes son los que tienen un Estado social más desarrollado.
-¿Qué opina del borrador de decreto sobre el depósito de estatutos de las organizaciones sindicales y patronales?
-Nadie ha consultado a los sindicatos. No concibo que a estas alturas se quiera limitar la libertad sindical por medio de una reforma legal que introduzca elementos coercitivos. Pero ahí están el Código Penal o la Ley de Seguridad Ciudadana, que son otras formas de intentar limitar la capacidad de movilización de ciudadanos. Es preocupante que la sociedad se vaya haciendo más autoritaria. Da la sensación de que hay una clase de capitalismo que es incompatible con la democracia.
-¿En la política, los partidos viven gran convulsión por el afloramiento de casos de corrupción y la aparición de partidos como Podemos. ¿Sucede lo mismo en el ámbito sindical, donde se habla de una nueva central, Somos?
-Es muy fácil hacer declaraciones. Más difícil es la construcción de una organización sindical. Tenemos una de las tasas de afiliación más bajas de Europa y hay campo para quien quiera entrar. Bienvenidos los que quieran venir a organizar y a afiliar a la gente, que por millones deberían apuntarse a este u otros sindicatos.
-¿Cómo afectan los casos de corrupción interna? ¿No desmoraliza a los cuadros y delegados?
-Están disgustados; desmoralizados, no. El sindicato está muy movilizado dentro y hacia las empresas. La desgracia es que el 80 % de la actividad sindical no es visible para el público. Nosotros hemos dado respuesta tajante cada vez que ha aparecido un hecho puntual de corrupción: En los ERE de Andalucía, en la crisis del sistema financiero, y en el asunto de las tarjetas de Bankia. Confío en que la sociedad sepa valorarlo.
-¿Qué iniciativas están tomando para neutralizar esas actuaciones?
-Tenemos desarrollados los códigos de comportamiento de uso de horas sindicales; vamos a actualizarlos y a ser más rigurosos y exigentes. Es un proyecto que viene de lejos. En el próximo consejo confederal vamos a abordar este asunto para evitar que puedan producirse las actuaciones irregulares y, cuando sucedan, detectarlas de forma temprana.
-Una de las medidas estaba relacionada con la presencia en los consejos de administración, una importante conquista sindical.
-Estamos en plena discusión con todas las organizaciones del sindicato. Pero antes quiero dimensionar el problema, ya que la presencia de CC. OO. en esos consejos es de una centésima del 1 % del tejido empresarial del país. Esa no es la forma de participación sindical en la empresa por antonomasia. Queremos reformar la participación de los trabajadores en el gobierno de las empresas; no creo que el consejo de administración sea la más adecuada. Hay otras fórmulas, como el comité de vigilancia de Alemania que puede encajar en el modelo español. Y el Estatuto de los Trabajadores tiene piezas útiles, como las garantías de información y de consulta, o el visado de los contratos laborales.
-Le quedan dos años de mandato. ¿Cuál es su hoja de ruta?
-Hacer las reformas que CC. OO. necesita para insertarse en un mundo que ha cambiado de forma radical. Necesitamos un sindicato más ágil para estar más próximos a la gente. Externamente, vamos a pelear por el desarrollo de este país en clave democrática. Los poderes públicos necesitan contrapoderes, porque la democracia no puede quedar reducida a votar cada 4 años. Otro factor es sostener el modelo social, con una política fiscal que permita sostenerlo e impulsar el desarrollo y la equidad en la distribución de la carga. Esta es la batalla capital en la que nos jugamos el futuro, la cohesión, la igualdad y la consolidación democrática. Hay que evitar que sean las élites las que se apropien de la poca riqueza que en estos momentos se genera en el país. Y vamos a trabajar por un marco de relaciones laborales que vuelva a equilibrar las relaciones de trabajo.