¿Qué están haciendo bien en Europa que podamos copiar aquí?

Xoán Ramón Alvite Alvite
xoán ramón alvite REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ANGEL MANSO

Defensa del producto propio, industrias más especializadas y una vigilancia severa son medidas a imitar

18 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si bien las grandes decisiones que afectan al sector lechero europeo se toman de forma conjunta a través de las instituciones comunitarias, lo cierto es que sigue habiendo diferencias sustanciales entre lo que sucede entre unos y otros estados miembros por las decisiones autónomas que se toman en los diferentes territorios. De hecho, buena parte de la actual coyuntura tiene su explicación en el pasado y en la apuesta decidida que algunos países hicieron por su sector primario.

Aunque, en mayor o menor medida, nadie se escape de la crisis (hay un contexto general de caída de consumo que penaliza a todos), sigue habiendo determinadas políticas agrarias nacionales que se echan de menos en otros países. Y que, a la postre, también influyen en que Galicia esté en las zonas de Europa en las que menos se paga a los ganaderos por su producto, menos de 29 céntimos por litro; en Italia, Suecia o Croacia se percibe de media más de 33 céntimos.

Estas son algunas diferencias:

Proteccionismo

Blindaje en los mercados. Aunque la libre circulación de mercancías es uno de los principios sobre los que sustenta la Unión Europea, lo cierto es que determinados productos -como es el caso de la leche- tienen severas dificultades para traspasar algunas fronteras. El ejemplo más claro viene de Francia donde el sector agroganadero está considerado como estratégico para su economía, por lo que el proteccionismo que el estado ejerce hacia sus productos es enorme. Hace poco más de un año los ganaderos gallegos observaban como sus homónimos franceses tiraban con total impunidad más de 30.000 litros de su leche mientras, casi al mismo tiempo, aumentaban las importaciones españolas de producto galo a precios anormalmente reducidos. Aquellas imágenes provocaron una queja del Gobierno español, y así se ha quedado. Hace algunas semanas sindicatos españoles denunciaron nuevos boicoteos.

Vigilancia

Control de la cadena de valor. Las prácticas comerciales de determinados primeros compradores y la banalización de la leche en los lineales de las superficies comerciales resulta una práctica altamente perjudicial para los tres eslabones de la cadena de valor (que incluye a ganaderos, industrias y distribución). Mientras en España empieza a regularse ahora a través de los compromisos recogidos en el acuerdo lácteo de septiembre, y de medidas normativas como el decreto de cesión de precios, en países como Francia, Alemania o Italia lleva años vigilándose. La consecuencia de todo ello es que se vean paradojas como que la misma multinacional francesa de distribución que vende su marca blanca a 55 céntimos en un supermercado de Galicia, la comercializa a 88 en otro similar en Florencia (Italia).

Identificación

Apuesta por el producto nacional. Apenas uno de cada tres litros de leche que se vende en España relaciona explícitamente en el envasado cuál es su procedencia, según reconoce el propio Ministerio de Agricultura en el último informe trimestral de seguimiento del acuerdo lácteo. Este porcentaje es sensiblemente inferior al que se registra en los principales países productores de Europa. El hecho de poder vincular un determinado alimento al lugar donde fue producido serviría, según varios expertos, para mejorar sensiblemente la situación de los ganaderos.

Interprofesional láctea

Un marco estable de negociación. El poder contar con una organización interprofesional potente resulta fundamental para la organización integral y el buen funcionamiento del sector lácteo. Lo saben en Francia donde el Centre National Interprofessionnel de l?Economie Laitiere (CNIEL), con más de cuarenta años de existencia, es el organismo sobre el que se vertebra la totalidad de las relaciones entre el sector industrial y el productor.

Mientras el CNIEL francés maneja un presupuesto anual superior a los 35 millones de euros (que destina, entre otros fines, a campañas de defensa y promoción de su producto nacional), la INLAC española apenas supera el millón de euros. Se financia a partes igual con aportaciones de productores e industrias a razón de 0,15 céntimos por cada tonelada de leche.

Industria

Preparada para la liberalización. Mientras la industria láctea asentada en España se especializó en el envasado de leche líquida en cartón -en su mayor parte destinada a marcas de distribución que luego la comercializan con marca blanca-, la asentada en los principales países productores de nuestro entorno optó por realizar fuerte inversiones en adecuar sus sistemas productivos para el nuevo escenario de liberalización de la producción que se presentaba con la desaparición de las cuotas lácteas. La construcción de torres de leche en polvo o de plantas de elaboración de derivados lácteos los sitúa en una mejor posición a la hora de permitir que la leche viaje y pueda llegar a otros mercados. Esta es una circunstancia que se considera capital a partir de ahora.

De forma paralela, el escaso interés de los distintos gobiernos por fomentar una industria propia, al contrario de lo que se ha hecho en otros países, ha provocado que la leche autóctona esté en manos foráneas. Sirva de ejemplo que 8 de cada 10 litros de leche producida en Galicia, novena región productora de Europa y origen del 40% de toda la leche española, es recogida o transformada por empresas foráneas, sobre todo francesas y portuguesas. Capsa (Central Lechera Asturiana), la primera industria española por volumen de facturación -con unos 800 millones de euros anuales- ocupa el puesto 27 a nivel europeo. Ese ránking lo encabeza las francesas Lactalis (que a su vez es la que más leche recoge en la comunidad gallega) y Danone con más de 15.000 millones.