El mercado libre supuso el cierre de cientos de granjas en Galicia, pero las que resisten ahora son más eficientes
01 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Las cuotas lácteas eran malas pero su desaparición parece haber sido todavía peor. Hoy se cumplen dos años de la eliminación definitiva de este mecanismo de regulación de la producción que durante tres décadas limitó el crecimiento de muchas granjas, pero también les garantizó unos niveles de renta que, a día de hoy, parecen difíciles de alcanzar. El sector lácteo gallego sigue luchando para adaptarse a un mercado cada vez más globalizado, liberalizado y competitivo donde el desequilibrio entre oferta y demanda de leche se presenta como una de las principales amenazas para el futuro de miles de granjas. Así se presenta ahora el sector:
El impacto en las granjas
Una reconversión inevitable. Aunque la sangría de efectivos en el campo gallego lleva décadas produciéndose, la desaparición de los cupos parece haber agravado esta situación. Desde marzo de 2015 han desaparecido en la comunidad más de 1.100 explotaciones en una reconversión que, desde una parte del sector, consideran poco menos que inevitable. De hecho, responsables del propio Ministerio de Agricultura apuntaban a la desaparición de, al menos, cinco mil explotaciones en el lustro siguiente a la eliminación de las cuotas, quedando el censo estatal en el entorno de diez o doce mil granjas.
La falta de rentabilidad derivada de la situación de crisis que padecen los productores dificulta la búsqueda de relevo generacional para muchas granjas y, aunque el número de incorporaciones al campo registra un repunte en el último ejercicio, resulta todavía insuficiente.
El rendimiento
Menos vacas, pero más productoras. Hay hoy censadas en Galicia 336.050 vacas adultas productoras de leche, 11.500 menos que en el momento de suprimirse las cuotas lácteas. Paradójicamente, el rendimiento por granja no solo no ha disminuido en este período, sino que ha crecido notablemente: de los 370.592 kilos anuales de marzo del 2015, a los 390.045 actuales. Circunstancia que también corroboran los datos de control lechero, que apuntan a un incremento de entre el 3 y el 5% de la producción por animal. Hace dos años la media de producción diaria en marzo de una vaca frisona era de 31 litros, dos menos que en la actualidad.
El negocio diario
Más producto, precios más bajos. Se daba por hecho que la eliminación de los topes de producción provocaría un incremento significativo de las entregas lácteas y que, consecuentemente, este exceso de oferta presionaría a la baja los precios en origen. Se ha cumplido al dedillo. Esto sumado al mantenimiento del veto ruso a las exportaciones lácteas europeas -comenzó ocho meses antes de la supresión de las cuotas- y al frenazo del consumo o la disminución de la demanda mundial de leche en polvo provocaron una situación de crisis inédita en el sector productor.
En Galicia, los precios en origen cayeron por debajo de los 30 céntimos en abril del 2015, listón que no superaron hasta el pasado enero. La producción, por su parte, ha repuntado el 3 %, en algo más de 70 millones de litros.
Tensión con la industria
Dificultades para vender el producto. Este aumento de las entregas lácteas por parte de las granjas también propició una situación inédita en el campo gallego: muchas granjas se encontraron con serias dificultades para vender, a precios de mercado, la totalidad de la producción. Desaparecían las cuotas lácteas europeas, sí, pero aparecían las cuotas industriales: fueron las propias empresas lecheras las que impusieron topes de producción a sus ganaderos bajo amenazas de descuentos en el precio que en ocasiones llegaban al 60 %. Fue una consecuencia del exceso de leche en el mercado, pero también del oportunismo de algunos primeros compradores.
Tamaño y eficiencia
Mejor estructuración del sector. A pesar de todo, la desaparición de las cuotas también trae cosas positivas para el agro gallego. Por un lado propició que el sector tomase conciencia de la necesidad de mejorar su nivel de estructuración mediante la concentración de la oferta -Clun, la gran cooperativa gallega, es un ejemplo de ello- o de apostar por productos de mayor valor añadido, caso de las iniciativas que pretenden desarrollar a corto y medio plazo firmas como Dairylac, Goodlait o Innolac.
La grave crisis láctea surgida a raíz de la desaparición de los cupos también dio pie a la firma del primer gran acuerdo sectorial que, si bien en algunos aspectos registra un bajo grado de cumplimiento, sí sienta las bases para garantizar la sostenibilidad futura de toda la cadena de valor.