Carlos González, pediatra: «Los niños tienen más juguetes y dulces que nunca, pero también más límites»

Laura López LUGO / LA VOZ

EDUCACIÓN

Carlos González impartirá el taller «Autoridad y límites» este lunes.
Carlos González impartirá el taller «Autoridad y límites» este lunes. XOAN A. SOLER

El escritor y experto en crianza respetuosa defiende que los padres pasen más tiempo con sus hijos. Este lunes impartirá un taller sobre «Autoridad y límites» para familias de Begonte, Castro de Rei, Outeiro de Rei y Rábade

19 nov 2024 . Actualizado a las 20:08 h.

Uno de los pediatras más mediáticos de España, considerado como el «gurú» de la crianza respetuosa, Carlos González (Zaragoza, 1960), impartió un taller en línea para familias de la provincia. Fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna y autor de best sellers como Mi niño no me come, Bésame mucho o Un regalo para toda la vida, habló de «autoridad y límites» en una actividad organizada por el Servizo de Prevención e Consultas Aditivas de la Agrupación de Concellos de Begonte, Castro de Rei, Friol, Outeiro de Rei e Rábade. 

—El taller se titula «Autoridad y límites», dos características que suele decirse que le faltan hoy en día a los padres y a los hijos. ¿Es esto cierto?

—No. Todos los padres tenemos autoridad y todos los hijos tienen límites. Pero no debemos olvidarnos de que la autoridad también tiene límites: no podemos gritar, insultar, ridiculizar, ignorar y mucho menos golpear a nuestros hijos. Y sí, hay gente que dice que los niños de hoy no tienen límites, pero creo que decir eso es una tontería casi insultante. Los niños de hoy, en mi opinión, tienen más límites que nunca han tenido en la historia. Tienen más juguetes y dulces que nunca, pero también más límites; quizás los niños mayores estén muy contentos con sus juguetes y sus dulces, pero un niño de 2 años cuando llora, lo quiere es que venga su mamá, no quiere un juguete ni un dulce. Y es lo que no tienen. Nunca antes había habido tantos niños separados durante tantas horas al día de sus padres desde tan pequeños. Yo, por ejemplo, no entré a la escuela hasta los 5 años. Y creo que no compensa. Todo lo que les falta de contacto humano en sus primeros años no se compensa con darles muchas cosas electrónicas cuando son mayores. Y, por desgracia, como a la gente le hacen creer que los niños no tienen límites y que es un grave problema, algunos padres, el poco rato que les queda para estar con sus hijos, en vez de dedicarlo a cogerlos en brazos, contarles cuentos o jugar con ellos, lo dedican a ponerles límites, sentarlos en la silla de pensar, reñirles...

«Nunca antes había habido tantos niños separados de sus padres durante tantas horas al día y desde tan pequeños»

—¿Y cómo se logra entonces tener autoridad y poner límites?

—Es que es algo que sale de forma natural. Todos los límites que son realmente necesarios ya los hemos puesto, y con gran eficacia. Nadie ha dejado que su hijo queme la casa, ni que le saque un ojo a su hermano, ni que su hijo se pelee a navajazos... Así que lo estamos haciendo muy bien. Entonces ¿cuál es el problema? ¿Que el niño corre por el pasillo? Parece que nos estemos preocupando por cosas sin importancia. Todo el mundo sabe que antes de cruzar la calle hay que decirle al niño que hay que esperar a que salga el señor verde en el semáforo y que hay que dar la manita para cruzar, todo el mundo sabe que no hay que darles alcohol ni tabaco a los niños, ni comer tantos caramelos. El problema no que es que no sepamos cómo poner límites, porque los límites ya los estamos poniendo; el problema es que algunos quieren que pongamos otros límites que no son necesarios y que, por lo tanto, no habíamos puesto aún: si el niño puede saltar o no, si puede llorar o no, si puede correr o no, si puede jugar o no...

«Han hecho creer a la gente que si el niño no se queda en la cuna solito, sonriendo y se duerme él solo tiene un problema. Y no, es normal»

—¿Cuáles son las principales consultas o miedos de los padres?

—Parece que están muy preocupados por si el niño no come o si el niño no duerme. También en invierno vienen la tos y los mocos. Y es triste porque mucha responsabilidad en esas preocupaciones la hemos tenido los profesionales. Es decir, los padres creen que los niños no comen porque se han estado recomendando unas cantidades de comida enormes y los padres creen que si no se lo acaba todo, tenemos un problema. De hecho, hay niños que cada día comen más del doble que otros, y es normal. Así que cualquier cantidad que te pueda recomendar el pediatra o que puedas leer en libro, normalmente estará calculada para que al niño que más come del mundo le sobre un poquito. Por lo tanto, a la mayoría de los niños les sobra un tercio o la mitad, y a muchísimos niños les sobran dos tercios de esas cantidades. Y con el sueño, parece algo similar. No había preocupación por el sueño de los niños hasta que algunos profesionales empezaron a decir que los niños tienen que dormir solos, de un tirón, y no despertarse para nada, lo cual es absurdo. A ver, los niños nunca han dormido solos ni pasado la noche solos; para empezar, porque si nuestras abuelas tenían 7 hijos, no había una habitación para cada uno. La habitación del niño ha venido con el hijo único. Si no, no hay habitación del niño que valga, salvo que sean millonarios. También lo de dormirse solos: se pide a los padres que lo dejen en la cuna despierto y que se duerma solo. A ver, toda la vida se les ha dormido, en brazos, meciéndoles y cantándoles; hay canciones de cuna desde populares hasta de Mozart. Ahora han hecho creer a la gente que si el niño no se queda ahí solito, quieto, despierto, sonriendo y se duerme él solo tiene un problema. Y no, es normal.

—¿Cómo está influyendo en la infancia el uso de pantallas?

—Está contribuyendo al desastre. Es curioso que le hayan llamado red social a una cosa tan poco social, y lo de red vendrá porque te atrapa como a un pescado. Está claro que hay que limitar el uso de pantallas en la infancia, pero hay veces que se olvida un problema muy importante: el tiempo que están los padres ante las pantallas, porque esos padres riñen más a sus hijos, los escuchan menos y hablan menos con ellos.

«Nuestras abuelas tenían muchas ‘horas de vuelo' en crianza porque tenían más hijos y no había guardería»

El poco tiempo que los padres pasan con sus hijos es una de las principales preocupaciones del pediatra Carlos González.

—¿Por qué necesitan los padres tantas pautas para criar a sus hijos? ¿Es más difícil hoy en día?

—Bueno, hoy en día es más difícil por falta de tiempo. Pongo un ejemplo: un factor clave si vamos a viajar en avión es cuántas horas de vuelo tiene el piloto. De la misma manera, cuando dejas a tu hijo en la guardería, desde los 5 meses, entre 7 y 10 horas al día, pues tienes menos horas de vuelo. Mi madre tenía mucha más experiencia como madre puesto que yo no iba a la escuela. Entonces, no se preguntaba qué habrá que hacer ahora o qué la pasará al niño, simplemente actuaba. Nuestras abuelas tenían muchas «horas de vuelo» en crianza porque tenían más hijos y no había guardería.

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—¿Estamos educando peor?

—Según lo que llamemos educación. Si se trata de las habilidades cotidianas para vivir en sociedad, pues está la cosa un poco dificultosa. Porque al criar a los niños con menos contacto con sus padres, tal vez les cueste más tener contacto con otras personas. Es en la infancia cuando los niños aprenden a socializar; primero, con los padres. Así que en socialización no avanzamos mucho. Es curioso, porque precisamente muchas veces se usa el argumento de que hay que llevar al niño a la guardería para que socialice. A ver, en qué cabeza cabe que la mejor manera de que un niño socialice es separarlo de la sociedad y ponerlo en una habitación con otros siete niños que tampoco hablan. Los más pequeños no socializan ni juegan juntos, y los mayores, en el colegio, deben estar quietos y callados.

—¿Qué consejo le daría a unos padres primerizos?

—Que no tengan nunca miedo de demostrar a su hijo lo mucho que lo quieren, abrazándolo, cogiéndolo en brazos, consolándolo cuando llora...