«Estoy hasta las "narices" de todos nosotros»

ESCUELA

Esta es la propuesta que nos ha hecho ChatGPT5: imitando las caricaturas de la época, la República viste gorro frigio (símbolo revolucionario) y mira preocupada cómo los republicanos se pelean entre sí por si el régimen será federalista (autonomista) o unitario (centralizado en Madrid); los carlistas rezan por ganar la guerra civil y, al fondo, los intransigentes (lo que hoy llamaríamos la izquierda) protestan por todo.
Esta es la propuesta que nos ha hecho ChatGPT5: imitando las caricaturas de la época, la República viste gorro frigio (símbolo revolucionario) y mira preocupada cómo los republicanos se pelean entre sí por si el régimen será federalista (autonomista) o unitario (centralizado en Madrid); los carlistas rezan por ganar la guerra civil y, al fondo, los intransigentes (lo que hoy llamaríamos la izquierda) protestan por todo. LVE

El presidente de la primera república Estanislao Figueras soltó esta frase justo antes de marcharse a Francia para no volver. La república tuvo cuatro presidentes en 11 meses

04 nov 2025 . Actualizado a las 18:17 h.

La historia de España es tan rica en anécdotas que no hay que inventar nada: en 1873, el presidente del país (no el primer ministro, sino el jefe del Estado) soltó una frase como esta —(«Señores, ya no aguanto más. Siéndoles franco, estoy hasta las narices de todos nosotros») justo antes de marcharse de España. He puesto narices en cursiva porque no fue exactamente esa palabra la que dijo, pero no hace falta decir una palabrota para entender lo tragicómico de la situación.

Os pongo en contexto. Era 1873 y España tenía más crisis de las que podía asumir. La más grave era una guerra civil en lo que hoy es el País Vasco y Navarra, conocida como Guerra Carlista. En cuarenta años hubo unos veinte de guerra intermitente (en 1873 iban por la tercera) porque militares, sacerdotes y burgueses vasconavarros no querían que gobernase en España una mujer, Isabel II, hija del rey difunto Fernando VII, y consideraban que el legítimo monarca era el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro (de ahí el nombre de carlistas). Los carlistas eran muy conservadores y religiosos, y querían volver al absolutismo de los reyes.

Había otra guerra, esta vez en Cuba. Desde hacia cinco años la isla caribeña luchaba por su independencia, que España no quería por cuestiones económicas, claro, pero también sentimentales (era, junto con Puerto Rico, el último lugar que le quedaba a España de su imperio en América). Así que gran parte del dinero, de los jóvenes y del talento del país se iba en luchar en estas guerras.

Crisis económica. España enlazaba una crisis con otra, porque era ajena a todas las modernizaciones: ni industria, ni comunicaciones ni finanzas estaban al nivel de los países vecinos.

Crisis política. En los 73 años que habían pasado desde el inicio del siglo XIX, España había tenido cinco reyes: Carlos IV, José Bonaparte, Fernando VII, Isabel II y Amadeo de Saboya. Tras el fracaso de este último (propio de una película de intriga), llegó una revolución y una república, la primera que se decretaba en España. Como dijo en el Congreso un político muy famoso entonces, Emilio Castelar, «nadie ha acabado con la monarquía, ha muerto por sí misma». Tan mal lo habían hecho los reyes que apenas les quedaban apoyos entre los ciudadanos. Sabrás que un Estado se puede organizar como monarquía, con reyes que heredan el cargo; o una república, que cambia de presidente según las elecciones.

Por si fuera poco, la primera República española enfrentaba a la clase política entre quienes la querían centralizada en Madrid y quienes apostaban por cierta a autonomía de los territorios.

Cuatro crisis y mil problemas

Estanislao Figueras, catalán, federalista (hoy sería autonomista), progresista y republicano, era un abogado de prestigio que fue elegido en febrero de 1873 primer presidente de la República Española. A los cuatro meses soltó la frase y se fue.

Y es que a todas las crisis anteriores hubo que sumar el desorden federal que supuso la proclamación de la república. En Málaga y Sevilla, los campesinos, pobres y olvidados, se organizaron para hacerse con las tierras de los señoritos ricos y asaltaron casas y comercios; y en Cádiz decidieron no ir a la mili. Pero la gota que colmó el vaso vino de Cataluña: en marzo, los políticos locales proclamaron el estado federal catalán. Figueras, catalán federalista, fue a Barcelona a calmar las aguas: «La República necesita orden para vivir. Los disturbios que hemos presenciado de ocho días acá la debilitan, conmociones más serias la matarían», les dijo.

Benito Pérez Galdós, un escritor maravilloso que describió como nadie esa España (vigente hoy), decía del Parlamento: «Las sesiones de las Cortes me atraían, entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que daban los padres de la Patria».

Para colmo, la mujer de Estanislao Figueras acababa de morir y él estaba muy triste. En este clima delirante, el presidente español se fue a dar un paseo por el parque del Retiro, en Madrid, y, sin avisar, se subió a un tren en la estación de Atocha, que está cerca, y no se bajó hasta llegar a París.?

Ahora la frase, no muy conocida, se usa cuando una persona (habitualmente, culta) quiere resaltar su hartazgo ante una situación creada con su participación, de ahí el «nosotros».

Por cierto, la primera república española duró 11 meses y tuvo cuatro presidentes... Pero esa es otra historia.