La cercanía de la fecha del referendo rompe la unidad de los grupos que lo rechazan
20 sep 2017 . Actualizado a las 07:43 h.La cercanía del 1 de octubre, fecha fijada para la celebración del ilegal referendo independentista, ha elevado al máximo la tensión entre el Gobierno y la Generalitat, pero ha roto también la unidad del bloque constitucionalista, formado por el PP, PSOE y Ciudadanos. En un tenso pleno en el Congreso, los socialistas acabaron votando en contra de la proposición no de ley presentada por Ciudadanos que reclamaba el respaldo del Parlamento al Gobierno y al poder judicial «en la defensa de la legalidad democrática en Cataluña» y el apoyo a «todas aquellas medidas que sean necesarias y adoptadas de manera proporcional para impedir la organización del referendo de secesión de Cataluña».
El partido de Albert Rivera se negó a aceptar una enmienda socialista en la que se añadía al texto la petición de que se busque una «salida pactada y legal que permita desterrar la división» y que ayude a reforzar la «convivencia de todas las sensibilidades». Finalmente, el PSOE votó en contra junto a Unidos Podemos y las fuerzas nacionalistas. Hubo 158 votos a favor, 166 en contra y cinco abstenciones, con lo que el Congreso no respaldó la actuación del Gobierno para impedir el referendo.
El PSOE sostuvo que es imprescindible «abrir soluciones políticas y crear escenarios de diálogo» para evitar que se mantenga la misma situación de «grave crisis territorial». Rivera, por el contrario, estimó que no se puede «pastelear» con quienes asestan un golpe a la democracia. «Algunos no nos jugamos solo la democracia española, nos estamos jugando que nos quiten nuestra nacionalidad, nuestros derechos constitucionales, mi ciudadanía europea», afirmó el líder del partido naranja.
La satisfacción con el resultado de la votación era evidente entre los grupos nacionalistas y Unidos Podemos, que aprovecharon el debate para cargar contra el Gobierno y contra Ciudadanos. El PNV acusó a Rivera de ser «más papista que el papa», mientras que el PDeCAT lo tachó de ser «el ala derecha extrema del PP» y ERC, de ser «un cruzado del nacionalismo español». Unidos Podemos rechazó también la propuesta y defendió que España es «un país plurinacional» y Cataluña, «una nación con derecho a decidir».
El distanciamiento de los socialistas con el PP y Ciudadanos ha ido en aumento en los últimos días, al estimar el PSOE que Rajoy trata de forzarlos a darle carta blanca sin aclarar sus planes. En ese contexto, la portavoz socialista en el Congreso, Margarita Robles, rompió ayer el clima de consenso y cargó contra Rajoy exigiéndole que ponga fin a las «ambigüedades» y les diga a los españoles «lo que quiere hacer en Cataluña» y si piensa aplicar o no el artículo 155 de la Constitución, que facultaría al Ejecutivo a tomar medidas que fuercen el cumplimiento de la Constitución en Cataluña.
Robles carga contra Rajoy
Para eludir cualquier presión, Robles insistió en que se trata de una decisión que «corresponde exclusivamente» al Ejecutivo. «No está bien que el Gobierno, en esta situación de indefinición, quiera poner el foco en el PSOE», señaló. Pero fue incluso más allá y acusó al Gobierno de «escudarse en las togas» y «en la oposición» para no explicar su estrategia. Pese a que los socialistas eluden aclarar si respaldarán o no al Gobierno en caso de aplicar el artículo 155, hace dos meses, tras la reunión entre Sánchez y Rajoy, la propia Robles ya aseguró categóricamente que no lo harían. «Nunca sería una solución procedente y nunca la apoyaríamos», aseguró.
Los socialistas están también muy molestos con Ciudadanos, cuyo líder, Albert Rivera, tachó de «comisión show» el foro impulsado por Pedro Sánchez para debatir el modelo territorial que ayer aprobó el Congreso. En este caso, la unidad que se rompió fue la Ciudadanos y el PP, ya que los naranjas votaron en contra, al igual que ERC pero por motivos opuestos, y los populares a favor, junto al PSOE, Podemos, el PDeCAT y el resto de fuerzas.
El cambio de discurso abre grietas en el Grupo Socialista
La ruptura de la disciplina de voto de cuatro diputados pone de manifiesto la fractura en la unidad de los que se oponen al referendo
G. b.
La fractura en la unidad de los que se oponen al referendo no afecta solo a las distintas fuerzas constitucionalistas, sino que alcanza también al seno mismo del PSOE. Algo que quedó de manifiesto cuando cuatro diputados socialistas rompieron la disciplina interna del grupo y se abstuvieron en la votación de la propuesta de Ciudadanos, pese a que la orden era votar en contra. Los cuatro diputados díscolos, todos ellos afines a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, fueron los andaluces Gregorio Cámara, José Juan Díaz Trillo y Antonio Pradas, y la exportavoz socialista Soraya Rodríguez. Los tres primeros aseguraron sin embargo que se abstuvieron por error. Solo Soraya Rodríguez admitió que lo hizo por estar en desacuerdo con la decisión, ya que en la reunión previa del Grupo Socialista no se habló de votar en contra de la propuesta y solo se planteó votar a favor si se admitía la enmienda del PSOE. Rodríguez afirmó que en un «momento tan grave» como este, el PSOE no debía haber permitido que la iniciativa no saliera adelante. «No podía votar que no, lo siento», señaló, asumiendo que será sancionada. Los diputados afines a Susana Díaz achacan a las presiones del PSC sobre Pedro Sánchez la decisión de oponerse en el Congreso a la propuesta de Ciudadanos. Además de los cuatro que finalmente se abstuvieron, fueron muchos los socialistas que admitieron en privado no compartir la decisión de dejar solo al Gobierno en el Congreso. Pero las disensiones internas en el PSOE no afectan solo a este punto. La contundencia con la que la portavoz socialista Margarita Robles cargó contra Mariano Rajoy sorprendió ayer a un amplio sector del grupo, que tiene asumido que al menos hasta después del 1 de octubre es necesario respaldar al Ejecutivo frente al desafío independentista y considera que Robles actúa por su cuenta.