
«Cuando todas las luces de la península se apagaron al mismo tiempo, cuando quinientos ochenta y un mil kilómetros cuadrados de tierras se volvieron invisibles en la faz del mundo, entonces ya no hubo más dudas. Había llegado el fin de todo...»
29 sep 2017 . Actualizado a las 10:39 h.Al hilo del denominado desafío secesionista planteado por Cataluña (o por sus dirigentes electos), merece la pena hacer un poco de literatura-ficción. Qué dirían los catalanes (o sus dirigentes) y el resto de los españoles (y sus dirigentes) y el resto de europeos (y sus dirigentes) si de repente aconteciese que...
«...que la Península Ibérica se apartó de repente, toda ella por entero y por igual, diez súbitos metros, quien me va a creer, se abrieron los Pirineos de arriba abajo como si de las alturas hubiera caído un hacha invisible, introduciéndose en las brechas profundas, cortando la tierra hasta el mar…
«Cuando todas las luces de la península se apagaron al mismo tiempo, cuando quinientos ochenta y un mil kilómetros cuadrados de tierras se volvieron invisibles en la faz del mundo, entonces ya no hubo más dudas. Había llegado el fin de todo….
«Cuando se hizo patente e inocultable que la Península Ibérica se había separado por completo de Europa, así se iba diciendo, se ha separado, centenares de miles de turistas abandonaron precipitadamente, y dejando cuentas por pagar, los hoteles, paradores, posadas, hostales y residencias, las casas y apartamentos alquilados, los campamentos, las tiendas, las caravanas, provocando de inmediato gigantescos atascos de tráfico. En los aeropuertos, los mostradores de las compañía aéreas se veían embestidos por la multitud excitada. Sobrecargados, con las memorias pletóricas, saturadas, los ordenadores vacilaron, se multiplicaron los errores hasta el bloqueo total. Ya no se vendían pasajes, la gente asaltaba los aviones, un espectáculo feroz…
«También hubo turistas que resolvieron no marcharse, aceptaron como una fatalidad irresistible la ruptura geológica, la tomaron como una señal del destino, y escribieron a las familias, tuvieron al menos esa atención, les dijeron que no pensaran más en ellos, que se les había mudado el mundo, y la vida…
«Pero hay quien carga sobre sus hombros obligaciones más pesadas, y de ellas no se les permite huir, tanto es así que cuando los negocios de la patria van mal en seguida nos preguntamos: Y éstos qué hacen, están esperando qué… La historia juzgaría severamente a los hombres públicos. Cada uno por su lado, en España y Portugal, los gobiernos leyeron comunicados tranquilizadores, garantizaron formalmente que la situación no autorizaba excesivas preocupaciones… Si esto no va a más, se decían confidencialmente en los pasillos, el caso no será de gravedad extrema...
«La Comunidad Económica Europea hizo pública una declaración solemne, de cuyos términos se desprendía que la dislocación de los dos países hacia occidente no afectaba a los acuerdos en vigor, sobre todo porque se trataba de un alejamiento mínimo, unos metros, si comparamos con la distancia que separa Inglaterra del continente. Esta declaración, objetivamente clara, fue el resultado de un encendido debate en el seno de la comisión, en el que algunos países miembros llegaron a manifestar cierto desprendimiento, hasta el punto de que llegaron a insinuar que si la Península ibérica quería marcharse, que se fuera, que el error fue haberla dejado entrar….
«De acuerdo con las últimas mediciones, la velocidad de dislocación de la península se ha estabilizado en unos setecientos cincuenta metros por hora, unos dieciocho kilómetros por día, no parece mucho, pero si hacemos cuentas, eso quiere decir que cada minuto nos apartamos doce metros y medio de Europa»”.
(La balsa de piedra, José Saramago. 1986)