Óscar Puente: un azote de la derecha en un ministerio estratégico y con gran relevancia territorial

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Óscar Puente en el Congreso
Óscar Puente en el Congreso Kiko Huesca | EFE

El exalcalde de Valladolid afrontará en el Ministerio de Transportes el reto del traspaso de las cercanías a la Generalitat. Su origen territorial puede otorgarle más sensibilidad hacia los problemas del noroeste, aunque su departamento pierde las competencias de Vivienda y Agenda Urbana

20 nov 2023 . Actualizado a las 17:44 h.

La llegada de Óscar Puente (Valladolid, 1968) al despacho ministerial de Transportes encarna a la perfección la apuesta de Pedro Sánchez por un gabinete más político, para poder capear las inestabilidades y las dificultades que se intuyen en el horizonte de esta recién iniciada legislatura. Los perfiles técnicos en el ministerio de las infraestructuras y la movilidad no suelen dar buen resultado. Se trata de un departamento con un gran poder inversor y con una dimensión territorial evidente, y el presidente sitúa a un azote de la derecha -como demostró en la investidura fallida de Feijoo y todos los días en su cuenta de X- en una esfera de poder en la que tendrá enfrente a los gobiernos autonómicos del PP, muy propensos a utilizar las inversiones estatales como un vivero de conflictos y de victimismo contra el Gobierno central. Los ministerios de este ramo que funcionaron mejor equilibraban un perfil político fuerte con un equipo técnico solvente. No obstante, el ministerio se verá reducido en competencias al perder Vivienda y Agenda Urbana, que conformarán la nueva cartera que asumirá Isabel Rodríguez.

 El reforzado poder autonómico popular tendrá por tanto enfrente a este abogado que pocas veces se va a callar, aunque el puesto lo obligará a una cierta moderación en su discurso para evitar incendios diarios en los territorios. Hay que recordar que Óscar Puente fue uno de los grandes defensores de un giro a la izquierda del PSOE y es uno de los políticos socialistas con más influencia en Pedro Sánchez, que quiere compensar su salida del Ayuntamiento de Valladolid -donde fue desalojado con un pacto PP-Vox pese a ser la lista más votada- con un ministerio que puede ser clave para recuperar el pulso territorial en aquellas comunidades donde el PSOE perdió el poder en las últimas elecciones autonómicas.

Ni siquiera el objetivo de la transferencia de las cercanías a la Generalitat ha servido para mantener al frente de Transportes a la catalana Raquel Sánchez, una ministra de perfil muy bajo que solo se recordará por haber forzado la dimisión de la gallega Isabel Pardo de Vera como secretaria de Estado, para que el fiasco de los trenes de Asturias y Cantabria no la salpicara. Aunque también fue la ministra que cortó la cinta de AVE gallego, un mérito heredado de sus predecesores. Un perfil como el de Óscar Puente sería capaz de recuperar a todos estos perfiles técnicos solventes que fueron defenestrados por pura supervivencia política y que dejó al ministerio vacío de talento.

Tanto Puente como Raquel Sánchez tienen detrás una amplia experiencia en la gestión municipal -el próximo ministro de Transportes estuvo ocho años en la alcaldía de Valladolid-, una buena escuela política para cualquier responsabilidad en la Administración. Allí en Valladolid apostó sin matices por la movilidad sostenible, uno de los signos políticos de este ministerio desde que está en manos de los socialistas y que sintoniza con los objetivos de la Comisión Europea.

 La nueva cúpula del Ministerio de Transportes tiene distintos frentes abiertos en Galicia y tal vez que el nuevo ministro tenga en el noroeste su origen territorial puede darle una mayor sensibilidad hacia los problemas persistentes de esta zona del país. Algunos de ellos surgieron en la pasada legislatura y otros se arrastran invariablemente a través de los ciclos políticos sin llegar a soluciones satisfactorias. Hay tres asuntos clave que centraron el último tramo del anterior Gobierno de Pedro Sánchez en Galicia: los sucesivos retrasos de los trenes Avril, la reconstrucción del viaducto de O Castro, en la A-6, y las continuas incidencias en la línea ferroviaria del eje atlántico.

El equipo en el departamento con más presupuesto del Gobierno será el que ponga en servicio los nuevos trenes de la serie 106 en el primer trimestre del 2024, muy probablemente a partir del 15 de febrero si no hay incidencias y se desarrolla como está prevista la formación de los maquinistas. Los Avril aumentarán la oferta de plazas, contribuirán a bajar unos precios disparados -habrá frecuencias de bajo coste- y, sobre todo, reducirán los tiempos de viaje en las ciudades del eje atlántico entre veinte minutos y media hora.

Estos trenes supondrán la culminación del desarrollo de la alta velocidad en Galicia, pero también podrán aliviar el problema de congestión en el eje atlántico si son sinergiados con plazas de media distancia. El Gobierno se ha comprometido a reducir los retrasos en el eje atlántico en los primeros meses del año que viene, una tarea clave de la que depende la rutina vital de muchos gallegos.

La reconstrucción de los viaductos de la A-6 va a buen ritmo y ya no depende de decisiones políticas, como la que finalmente optó por la reconstrucción en paralelo de las dos estructuras. Pero sí es necesario acometer un ambicioso plan de conservación de la red estatal, pues su deterioro, en muchos casos, es alarmante. Queda por ver si los nuevos equipos son receptivos a un traspaso de la AP-9 a Galicia, una posibilidad muy remota.

Esta legislatura es clave para avanzar en los proyectos para las líneas ferroviarias convencionales del corredor atlántico, pues el horizonte del 2030 está a la vuelta de la esquina. En esta línea, habrá que ver si el compromiso con la conexión con Portugal se sustancia en tangibles y si, por fin, hay un Gobierno que sea ambicioso para acabar con el aislamiento ferroviario de Ferrol. Un ministro procedente de la zona que atraviesa el corredor atlántico pude servir para equilibrar mejor las inversiones con respecto al eje mediterráneo.